Policiales

A sangre fría

Dejan detenido a un quinto acusado de doble crimen

Le imputaron haber participado del secuestro y fusilamiento de  Dylan Valenti y su amigo Brian Molina, de 18 y 22 años, a fines de septiembre, en venganza de otra ejecución perpetrada 15 horas antes en lo que se presume una disputa entre bandas que venden drogas


 

 

Muerte que se paga con muerte. Esa parece ser la lógica que a fines de septiembre se cobró la vida de tres jóvenes en pocas horas. Primero asesinaron al Inválido, como le decían a Julián Zanier desde 2016 cuando un tiro en la médula lo dejó postrado. Esta vez sus asesinos le dispararon 32 veces, siete de ellas en la cabeza, y por si acaso destinaron otros tantos plomos contra su yerno y su perro pitbull frente a su mujer y su pequeña hija. Tenía 23 años. No pasó ni un día que la venganza llegó duplicada. Dylan Valenti y su amigo Brian Molina, de 18 y 22 años, aparecieron ejecutados en un camino rural cerca de Pérez poco después de ser secuestrados. En la escena del crimen un mensaje advertía “con la mafia no se jode”. Por ese doble homicidio, esta semana fue imputado un quinto sospechoso, mientras que hay un sexto implicado por encubrimiento.

Se trata de A. A. M., quien este martes fue acusado como coautor de los dos homicidios con distintos agravantes que prevén una pena de prisión perpetua, por lo que se dictó su detención preventiva al igual que la de otros cuatro sospechosos imputados por los mismos delitos el 1° de mayo pasado.

Para el fiscal del caso, Alejandro Ferlazzo, se trató de un crimen planificado y agravado porque uno de los dos jóvenes fusilados era ajeno a la disputa y lo asesinaron con el único fin de que no atestiguara, calificación que se conoce como criminis causa, es decir, cuando un crimen es cometido para obtener la impunidad de otro delito. Además del doble homicidio, el fiscal le achacó al quinteto hurto agravado por robarles los celulares a las víctimas, y la portación ilegal de armas de fuego utilizadas para la ejecución de los dos amigos. Tres de los acusados también sumaron el delito de tenencia ilegal de un arma de guerra que fue secuestrada en el departamento de avenida Pellegrini al 700 donde fueron detenidos.

Los primeros cuatro sospechosos acusados el pasado 1° de mayo son Jorge Andrés “Chivo” C., a quien señalaron como un vendedor de drogas que trabajaba para el Invalido Zanier; su pareja Denise C. y dos colaboradores: Sebastián R. y Alexis Z.

Más tarde, el 7 de abril, el fiscal sumó a otro sospechoso a la causa por encubrimiento. Se trata de una persona que tenía en su poder uno de los dos celulares que les sacaron a los amigos asesinados. Según la acusación, esta persona, identificada como Alan E., declaró que le había comprado el aparato telefónico a un allegado al Chivo. Además, como en el allanamiento le encontraron un arma le imputaron el delito de tenencia ilegal.

Morir de rebote

Según la hipótesis del fiscal Ferlazzo, Dylan Valenti y Brian Molina fueron asesinados cerca de las 20.30 del 30 de septiembre pasado para vengar el homicidio del Inválido. En las 15 horas que separaron ambos ataques –Zanier había sido acribillado ese mismo día a las 5.30– sus ejecutores planificaron secuestrar a los dos amigos, trasladarlos a una zona rural en las afueras de Rosario y asesinarlos.

El objetivo de la venganza, según esa teoría, era sólo Dylan. El joven tenía apenas 18 años y según los rumores que circularon durante las horas que siguieron a la muerte de Zanier, era quien había “marcado” la vivienda de Fontana al 3100 de Nuevo Alberdi donde se ocultaba. Es que Zanier, además de tener una captura activa emitida por la Justicia, tenía sus propios enemigos, y prueba de ellos es la voracidad con que lo ejecutaron: cinco personas vestidas con uniforme policial derribaron la puerta de su casa a mazazos y al grito de “todos al piso, policía” provocaron una masacre. Zanier, en sillas de ruedas, recibió 32 balazos, siete de ellos en la cabeza. Su cuñado sobrevivió a 15 tiros, su perro pitbull fue acribillado de otros siete disparos, todo frente a la pequeña hija de Zanier, de 4 años, y su mamá.

Su gente buscó durante todo ese día a Dylan, también señalado por vender drogas para un grupo rival, hasta que lo encontró, entrada la noche, junto a su amigo Molina, un obrero de la construcción ajeno por completo a las disputas entre bandas por la venta de drogas y por ende, al crimen de Zanier.

Una vez concretada la cacería, los dos amigos fueron trasladados por la fuerza hasta donde los esperaba la muerte, en la zona de Uriburu y Las Palmeras que limita con la ciudad de Pérez. Molina, un pintor de obras, fue llevado en su propio auto, un Volkswagen Surán color gris, en tanto el resto se trasladó en una moto y otro auto. Luego, según la acusación del fiscal, los obligaron a bajar de los vehículos y sin más, los fusilaron.

A Molina le dieron dos tiros en la cabeza y otro en el pecho y a Valenti cuatro en la cabeza, uno en el maxilar y otros dos en el pecho. Cerca de los cadáveres dejaron anotado “con la mafia no se jode”, texto que acompañaron con el dibujo de una corona. El auto de Molina quedó abandonado a pocos metros del lugar y los agresores se llevaron los celulares de las víctimas, marca Iphone y Samsung, dos aros y un anillo de oro. El posterior secuestro de uno de esos teléfonos fue una de las claves para acusar a los seis sospechosos.

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