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De profesión asesino serial

Cae joven de 22 años, acusado de al menos siete homicidios. “Le había jurado a San La Muerte matar una persona por semana” a cambio de drogas, dinero y protección para él y su familia , según la Policía.

Un hombre de 22 años apodado Marcelito fue detenido por la Policía Federal en el barrio porteño de Flores, acusado de al menos siete homicidios, que se sospecha tienen una tenebrosa connotación religiosa, dijeron fuentes policiales. Según los investigadores, el detenido, que también está acusado de haber herido de bala a cinco mujeres, aparentemente cometía sus ataques en cumplimiento de un “juramento” a San La Muerte de matar a una persona por semana.

Por el momento, el detenido Marcelo Alejandro Antelo, de 22 años, quedó imputado en la causa por el homicidio del estudiante Rodrigo Ezcurra, ocurrido el 11 de abril pasado en el barrio porteño de Bajo Flores, a disposición del juez de Menores 7, Enrique Velázquez. Ayer, los investigadores del crimen de Ezcurra buscaron en forma infructuosa un teléfono celular con el que se cree que Marcelito se grabó, con imagen, confesando haber cometido ese homicidio y los de otras cuatro personas por una promesa a San La Muerte.

Fuentes policiales aseguraron que, según el relato de testigos, en esa grabación considerada clave por los investigadores, el presunto homicida relató que hizo un pacto con el “santo” en el cual “pidió dinero y drogas y ofrendó a cambio asesinar a una persona por semana”.

Marcelito era buscado intensamente desde febrero pasado, cuando comenzó una seguidilla de crímenes que conmocionó al barrio Rivadavia, un sector del Bajo Flores.

El presunto asesino serial, que no tenía lugar fijo de residencia, ya estaba identificado y prácticamente cercado por la División Homicidios, pero fueron efectivos de la comisaría 38ª quienes finalmente lo atraparon anteanoche, cuando circulaba a pie por las calles Bonorino y Oceanía.

Al momento de la detención, el sospechoso portaba una pistola Browning calibre 9 milímetros, arma que luego se supo le había sido robada a un agente de la comisaría 36ª en marzo pasado.

Esa arma tenía el cargador completo, con 13 balas. Además el sospechoso portaba otros dos cargadores.

Según reveló una fuente policial, Marcelito fue arrestado por un hecho menor, pero el arma que portaba condujo a los agentes de la seccional 38ª a relacionarlo con otros delitos y así se conectó el caso con la investigación de la División Homicidios. El detenido era requerido por la Fiscalía 40 por una veintena de hechos violentos, incluidos siete homicidios.

Demencial seguidilla de muertes

Uno de esos crímenes ocurrió el 24 de febrero, cuando Santos Vargas, de 28 años, caminaba por uno de los pasillos del barrio Rivadavia, y fue muerto de tres tiros. Así comenzó la demencial seguidilla de ataques a balazos y a golpes, a hombres y mujeres.

El 22 de julio, Maximiliano Villa, de 27 años, fue asesinado de cuatro tiros en la calle Alfonsina Storni al 400, también en el barrio Rivadavia.

El 1º de agosto la Policía halló el cadáver calcinado de un joven que no se pudo identificar, con tres tiros en el pecho en pasaje Malvinas Argentinas al 200, en la misma zona. Dos días después dos mujeres sobrevivieron a un ataque a balazos y pudieron aportar los datos para un retrato del agresor, mediante el identikit, con características similares a las de Marcelito, tales como la altura y “su delgadez”.

El 15 de agosto Pablo Zanuik, de 26 años, y Marcelo Cabrera, de 28, fueron asesinados a balazos en la calle Corea al 1700, en la periferia del mismo barrio.

Voceros de la Policía indicaron que no descarta que el ahora detenido esté involucrado en otros homicidios, por lo que la Fiscalía interventora ha solicitado la presencia de testigos de casos sin resolver que puedan aportar datos para la causa. Fuentes consultadas por Télam dijeron que el detenido tiene un alto perfil criminal y que no dudaba en accionar el gatillo para “honrar” una promesa hecha a la imagen pagana venerada por miles de personas en México. El joven quedó a disposición del Juzgado de Menores 7, a cargo de Enrique Velázquez, en la causa caratulada como homicidio en ocasión de robo, homicidios múltiples, amenazas, lesiones, tentativa de homicidio y disparos con arma de fuego. Este magistrado está a cargo del caso porque, luego del homicidio de Ezcurra, fue arrestado un adolescente, pero se presume que con la detención de Marcelito el expediente será girado a la Justicia de Instrucción de mayores.

Los investigadores están convencidos, en base a declaraciones de testigos, que Antelo está involucrado además en cuatro homicidios registrados en los últimos meses y hasta creen que puede tener vinculación con otros cuatro hechos violentos que se produjeron este año en la misma zona.

“En todos los casos, los testigos mencionaban a un muchacho apodado Marcelito como autor. Ése fue el principio de la pesquisa en el mes de febrero”, dijo un investigador de la División Homicidios de la Policía Federal a cargo del caso.

Los policías se sorprendieron cuando los testigos coincidieron en que Marcelito decía que había hecho una promesa con San La Muerte, una imagen mística venerada especialmente por delincuentes, a quien le prometía a cambio de dinero y drogas matar a una persona por semana, y que hasta se había grabado con un teléfono celular.

“No se trata de un «asesino serial» tradicional porque no sigue un patrón de crímenes. En este caso, los homicidios fueron todos distintos, las víctimas tenían edades distintas, nunca dejó mensajes ni fueron cometidos con la misma arma”, explicó un vocero policial.

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