En el mundo de las cotizaciones monetarias y cambiarias, hay una constante oscilación de subas y bajas, que muchas veces es capaz de desestabilizar no sólo a la economía, sino también a la persona afectiva y emocionalmente.
Lo mismo pasa con los estados de ánimo. No dependemos de estas oscilaciones para experimentar salud y bienestar.
Se atribuye el interés por la cotización de la moneda, por un negocio que se quiera establecer, por la venta o la compra de un inmueble, para calcular cuánto puede generar un viaje y tantos otros motivos.
Pero pensemos un momento en el aspecto de nuestros sentimientos: ¿qué es lo que pretendemos con el sube y baja de nuestra autoestima, del humor y el ánimo para empezar el día? ¿Sentimos que la vida tiende a devaluarse como la moneda?
¿Acaso no deseamos realmente estar bien, con expectativas de una vida plena, sin vaivenes ni altibajos? ¿Estamos predispuestos a enfermarnos o reclamar la salud?
Ese cambio abrupto del estado de ánimo muchas veces, aun sin tener el diagnóstico de una enfermedad, se vive cotidianamente y hace de cada día una experiencia amarga, sin brillo y sin expectativas. En cierta forma es aceptar que vivimos encerrados dentro de un envase material llamado cuerpo, sin dar lugar a un cambio radical y mental.
En mi experiencia me ha resultado preguntarme: ¿Cómo me siento hoy? ¿Voy a perjudicar a aquellos que me rodean? ¿Tengo algo bueno para dar en este día?
Entonces olvidándome de mí misma y pensando en mi entorno, he podido sobrellevar esos sentimientos que nunca ayudan a mejorarnos interior y exteriormente.
La risa, la disposición sincera de hacer las cosas bien y el buen humor siempre son aliados aconsejables.
Pero no solamente eso: una persona alegre, al tener facciones más atractivas, tiene mejores relaciones sociales y laborales y es un antídoto contra la depresión.
Es por eso que, conocidas las virtudes de la risa, hoy se utiliza como terapia en muchos países y algunos hospitales destinan alguna de sus salas y preparan a su personal para ayudar en la recuperación de pacientes graves.
Las llamadas “terapias de la risa” consisten en provocar risas espontáneas a través de chistes, conversaciones agradables, anécdotas, videos, películas y se enseña a las personas a reírse de la vida, de sí mismas y a recordar situaciones agradables.
Como dijo el actor Charles Chaplin, “Una sonrisa cuesta poco y produce mucho, no empobrece a quien la da y enriquece a quien la recibe, dura sólo un instante, pero su recuerdo perdura eternamente”. (http://www.esmas.com/salud/home/tienesquesaberlo/726268.html)
“El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos”, dice la Biblia.
Profundizando sobre este estado mental, Mary Baker Eddy en una de sus obras reflexiona: “El hombre no es un péndulo, oscilando entre el mal y el bien, el gozo y el pesar, la enfermedad y la salud, la vida y la muerte”. “Para remediar esto, debemos primero dirigir nuestra mirada en la dirección correcta, y luego seguir por ese camino. Debemos formar modelos perfectos en el pensamiento y mirarlos continuamente, o nunca los esculpiremos en vidas grandes y nobles”.
Mediante este cambio mental, es posible salir de la inconstancia y la sensación de incertidumbre, de la irritación y del malhumor.
Usted y yo tenemos la capacidad para sobreponernos al “yo” personal, limitado y controvertido, dejando que la identidad real, libre y satisfecha salga a la superficie y permanezca, no sólo para favorecernos individualmente, sino también para beneficiar con nuestro bien a los demás. Es poner en marcha nuestra capacidad de dar, más que de recibir.
Esta es una moneda siempre estable y bien cotizada.
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