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Cuando el macarthismo terminó en la silla eléctrica

Por: Rubén Alejandro Fraga

Ethel y Julius Rosenberg fueron las víctimas más emblemáticas del macarthismo. Murieron en la silla eléctrica de Sing Sing.
Ethel y Julius Rosenberg fueron las víctimas más emblemáticas del macarthismo. Murieron en la silla eléctrica de Sing Sing.

Hoy se cumplen 57 años del trágico desenlace de un caso de presunto espionaje atómico en Estados Unidos que conmovió al mundo entero en plena Guerra Fría: la ejecución del matrimonio Rosenberg en Nueva York.

En efecto, el viernes 19 de junio de 1953, los esposos Julius y Ethel Rosenberg fueron ejecutados en la silla eléctrica de la cárcel neoyorquina de Sing Sing, acusados de revelar secretos atómicos a la Unión Soviética, y se convirtieron en los primeros y los únicos civiles estadounidenses que fueron ejecutados acusados de espionaje.

Sin embargo, investigaciones posteriores y la confesión en 2001 del hermano de Ethel, David Greenglass, quien admitió haber acusado falsamente a su hermana y cuñado en el juicio, bajo las amenazas del FBI y para que no involucraran a su esposa, parecen demostrar la inocencia de los acusados, que fueron víctimas del furibundo anticomunismo que supo insuflar a los norteamericanos el senador Joseph McCarthy en el inicio de la Guerra Fría.

Ethel Greenglass Rosenberg fue además la primera mujer ejecutada en Estados Unidos desde que otra fuera ajusticiada en el siglo XIX por el asesinato del presidente Abraham Lincoln.

Neoyorquinos nacidos en el seno de dos familias judías, Julius Rosenberg era ingeniero eléctrico, mientras su esposa Ethel soñaba con ser actriz y cantante. Ambos formaron parte de la Young Communist League, las juventudes del Partido Comunista de Estados Unidos.

En marzo de 1951, en el clímax de uno de los casos de espionaje más espectaculares desde el caso Dreyfus, Ethel y Julius Rosenberg, padres de dos chicos, fueron declarados culpables de organizar en Estados Unidos una red de espionaje internacional que facilitó a los soviéticos el secreto militar mejor guardado: el diseño de la bomba atómica.

El denominado caso Rosenberg había estallado un año antes, luego de que el físico nuclear de origen alemán Klaus Fuchs confesara que había sido espía para Moscú mientras trabajaba en programas de armamento de Estados Unidos, incluido el proyecto Manhattan, que buscaba desarrollar la primera bomba atómica antes de que la Alemania nazi lograra construirla.

Fuchs identificó a su contacto, un químico llamado Harry Gold. Éste implicó a David Greenglass, un sargento del Ejército norteamericano que había trabajado como operario en el ultrasecreto centro de Los Álamos, el laboratorio del proyecto Manhattan.

A su vez, Greenglass implicó en el caso de espionaje a su hermana y a su cuñado, que eran los Rosenberg.

La pareja, que vivía con sus dos hijos en un pequeño departamento de Manhattan, no encajaba con el estereotipo del espía comunista de la Guerra Fría. Además, nunca habían ocultado sus inclinaciones izquierdistas. Es más, la filiación política de Julius le había costado su trabajo de funcionario civil del Ejército en 1945.

No obstante, en el ambiente febril del momento, su vulgaridad pareció lo más amenazante para la sociedad norteamericana. Si los Rosenberg podían ser espías, también podrían serlo el carnicero, el panadero o el diariero.

En ese contexto, a pesar de sus elocuentes e idealistas alegatos de inocencia y de la crítica internacional, los Rosenberg fueron declarados culpables. El principal testigo en su contra fue el sargento Greenglass, el hermano de Ethel, quien a cambio de su testimonio recibió una sentencia de 15 años de prisión, de los cuales cumplió sólo 10. Fuchs fue condenado a 14 años. Pero los Rosenberg fueron condenados a muerte.

El juez Irving Kaufman declaró de modo exagerado que los Rosenberg, al poner los datos de la bomba atómica en manos soviéticas, habían animado la agresión comunista contra Corea y sostuvo que su crimen era “peor que el asesinato”.

Julius y Ethel apelaron la sentencia ante el tribunal supremo estadounidense. A pesar de la dudosa imparcialidad del juez Kaufman y desoyendo la condena mundial que provocó la sentencia a la pena capital, el tribunal supremo aprobó las ejecuciones por 6 votos a 3. El presidente estadounidense Dwight Eisenhower, a quien pidieron la conmutación de la pena, también decidió ratificarla.

La condena a muerte del matrimonio Rosenberg causó un gran dolor en muchas partes del mundo y provocó manifestaciones de rechazo de todo tipo. En la Argentina el poeta José Pedroni escribió un verso para Ethel, que luego grabó el cantautor Jorge Cafrune.

Con todo, Ethel y Julius fueron finalmente ejecutados en la silla eléctrica el viernes 19 de junio de 1953, y las crónicas de la época cuentan que, aunque Julius murió a la primera descarga, su esposa, a pesar de ser una mujer pequeña y supuestamente frágil, resistió hasta tres descargas eléctricas antes de fallecer, hecho del que se responsabilizó al diseño de la silla, construida para una persona de mayor envergadura y cuyos electrodos al parecer no se ajustaban “adecuadamente” al cuerpo de Ethel.

Julius tenía 34 años y su mujer 37.

Ambos fueron ejecutados en virtud del Acta de Espionaje de 1917, que dictaba pena de muerte para este tipo de delitos en tiempo de guerra, si bien en el momento de haberse cometido el supuesto espionaje Estados Unidos no estaba en guerra con la Unión Soviética.

Los Rosenberg fueron las dos víctimas más emblemáticas de la caza de brujas contra los comunistas desatada durante el triste período de la historia norteamericana conocido como macarthismo. Una época oscura de la democracia estadounidense que llevó al destacado dramaturgo Arthur Miller a escribir su famosa obra Las brujas de Salem en 1953, el mismo año en el que fueron ejecutados los Rosenberg.

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