Edición Impresa

“CQC”, un espejo de lo que da vergüenza

El programa regresó el lunes y arrasó con el rating, superando los 23 puntos.

Daniela Barreiro

Con los protagonistas de siempre, sin demasiadas innovaciones y con algo más de 23 puntos de rating, comenzó anteayer una nueva edición del ciclo CQC. Con la conducción de Ernestina Pais, Juan Di Natale y Gonzalo Rodríguez, el envío dio su primer paso del año en una noche en la que la política, aunque no en estado puro ni en miras de una visión autocrítica, volvió a ser el tema central.

En el arranque, y tras asegurar: “Esperábamos un año tranquilo porque no hay elecciones, pero no va a ser así”, el programa comenzó con una “cámara oculta” en la localidad de Tartagal. El informe consistió en el rastreo, a partir de un GPS, de algunos elementos donados por el programa a la localidad azotada por un alud hace poco más de un año. El resultado fue poco satisfactorio, ya que una de las donaciones, un aire acondicionado portátil, se encontraba en la casa particular del concejal Raúl Torina. El momento en el que Gonzalito informó a Torina, encargado de las donaciones, qué era lo que estaba pasando fue, sin dudas, el más incómodo de la noche. Si bien fue el concejal el que más vergüenza sintió y, por esa razón se sometió al traslado del artefacto a las órdenes de Rodríguez, sin duda, el espectador logró sentir la misma sensación y experimentar “vergüenza ajena”, por quien, al tiempo que no recuperaba el color después de la noticia, renunció en cámara a su puesto y a su carrera política.

Luego, el programa retomó su impronta ligada al espectáculo de la que fue haciéndose “adicto” con el correr de los años, cuando Pais presentó la cobertura de los Oscar, temática algo recurrente por estos días a la que otorgaron un nuevo giro con la presencia de Juan José Campanella en el estudio. Fue así como el director de El secreto de sus ojos se sentó en el emblemático escritorio y, algo nervioso, contestó preguntas e hizo chistes al tiempo que los conductores se dieron el gusto de preguntar, tal y como lo había hecho la presidenta Cristina Fernández en su encuentro con el elenco en la Casa de Gobierno, por el “arma del asesino” (haciendo referencia a una escena en la que el actor que encarna al malvado del film muestra sus genitales), que desencadenó en una serie de bromas que dejaron implícito el desliz humorístico de la primera mandataria.

El programa continuó con el ya probado segmento “Trabajo forzado”, que tuvo como protagonista al “malo” de Botineras, Damián De Santo, que dio paso a la nueva y controvertida sección “Conciencia cívica”. En esta emisión, la temática abordada fue la del “alcohol al volante” (aunque se esperaba el informe acerca de un cura y un niño ingresando a un hotel en Rosario), en la que actores supuestamente ebrios intentaban manejar. Otra sección estreno fue “El pueblo quiere saber”, en la que el intendente de Tigre Sergio Massa contestó  preguntas de la gente.

La noche terminó con un informe acerca de los “candidatos prematuros” en el que presentaron a quienes, a poco más de un año de las presidenciales, ya se postulan. Eduardo Duhalde y Francisco De Narváez fueron los protagonistas de la sección que generó una sensación extraña cuando el colombiano De Narváez contó acerca de su apelación a la Corte Suprema para que le permita someterse al voto popular para ser “el primer mandatario argentino”.

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