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Serial

Cinco homicidios en ocho meses

Peritaje determinó que arma usada en crimen de hermanos Ponisio, en barrio Saladillo, y otro asesinato en Salta, casos por los que está acusado Javier Pino, fue utilizada en otros dos casos en Capital Federal: un comerciante chino y una masajista.


Javier Hernán Pino, acusado por el doble crimen de dos hermanos en barrio Saladillo y de un tercer asesinato en la provincia de Salta, sumó ahora dos nuevas acusaciones por delitos similares ocurridos el año pasado en la ciudad de Buenos Aires, luego de que un peritaje comprobara que una pistola 9 milímetros de su propiedad que le incautaron al ser detenido en Santiago del Estero fue utilizada en todos los hechos, informaron fuentes judiciales. La mecánica del asesino serial era dispararle a la mayoría de las víctimas un tiro en la cabeza y por detrás, pese a que algunas presentaron más balazos; actuar con frialdad pese a que previamente trababa amistad con quien iba a matar, y no hubo personas que escucharan detonaciones de arma, ya que se presume que utilizó un silenciador.

Pino (de 26 años) está preso desde el 21 de octubre, cuando fue detenido en la ciudad santiagueña de Frías mientras era buscado por el homicidio de los hermanos Agustina y Javier Ponisio en barrio Saladillo y del playero de una estación de servicios salteño.

Según informó la Procuración General de la Nación en su sitio web, la identificación se logró tras el análisis de las vainas encontradas en las escenas de los crímenes a través del entrecruzamiento de datos del Sistema Nacional Automatizado de Identificación Balística (Saib), dijeron las fuentes, las que añadieron que esto permitió establecer que los proyectiles utilizados habían sido disparados por la misma pistola.

Fuentes policiales explicaron que el primer hecho que la División Homicidios de la Policía Federal comenzó a investigar, a pedido del fiscal Justo Rovira, fue el crimen de Ni Qi Fu, un comerciante chino asesinado el 16 de febrero de 2015 en el barrio porteño de Balvanera. La víctima tenía cinco balazos en el tórax y dos en el antebrazo izquierdo y en el lugar se secuestraron tres vainas servidas calibre 9 milímetros, dos plomos deformados y un proyectil intacto.

“Si bien al comienzo se relacionó el hecho con un ataque de la llamada mafia china, surgían datos que no eran consistentes con la modalidad utilizada comúnmente por los sicarios”, dijo un investigador. Por ejemplo, desconcertaba a los pesquisas que el autor se hubiera tomado el tiempo de cerrar la puerta del supermercado con llave y tapar con unos cajones de cerveza la visión del cuerpo.

Luego, el 15 de abril de 2015, se halló el cadáver de Claudia Sosa (de 32 años) en su departamento de la planta baja de Tucumán 1545, en la zona de Tribunales y frente a la comisaría 3ª porteña. La mujer, quien según su familia daba masajes con electrodos en su casa, presentaba un disparo en la nuca y del lugar se secuestró una vaina calibre 9 milímetros y se determinó el faltante de una computadora.

Tras una solicitud del fiscal Santiago Vismara, a través del sistema Saib, se estableció que había correspondencia entre las vainas halladas tras el homicidio del comerciante chino y el de Sosa. Por este motivo, se reorientó la investigación, pero no se halló relación entre las víctimas sino sólo que el autor podría haber robado en ambos lugares y “actuaba con tranquilidad y frialdad al matar”, señaló un vocero de la pesquisa.

Con posterioridad, se recibió la información de que las vainas halladas en los dos hechos estaban relacionados con el doble homicidio de Rosario y un tercero en Salta.

El 13 de julio de 2015, fue asesinado de un tiro en la cabeza, por arriba de la oreja izquierda, el playero Daniel Ríos (28) en una estación de servicio de la localidad salteña de El Galpón, luego de que los homicidas robaran 70.000 pesos de la recaudación. Allí Pino se había instalado semanas antes y había puesto una sandwichería con su padre, quien cayó preso por el asalto a una financiera santiagueña una semana antes del crimen de Ríos.

En tanto, el pasado 16 de octubre, fueron hallados los cadáveres de los hermanos Agustina (de 28 años) y Javier Ponisio (de 25) en su vivienda de Castro Barros al 5500 de Rosario. La chica tenía un disparo en la cabeza, cerca de la oreja derecha, y el muchacho cuatro impactos en cráneo, tórax, un brazo y cintura; del lugar se secuestraron cuatro vainas para cotejo. De la casa faltaban 25.000 pesos, pero como no estaba forzada ninguna entrada, se sospechó de la intervención de algún conocido.

Al revisar las cámaras de seguridad de la zona, la madre de las víctimas identificó el auto de Pino, a quien conocía como amigo de su hija y dio información a los investigadores respecto del domicilio del joven. Los pesquisas siguieron el rastro hasta Frías, Santiago del Estero, donde se había establecido con una novia. Al allanar el domicilio, encontraron dos pistolas Taurus calibre 9 milímetros, ambas a nombre de Pino, tres cargadores, municiones y silenciadores así como dinero, un auto Fiat Siena, pasamontañas, precintos y cintas adhesivas. Además, se halló una notebook que entonces se dijo era la que había sido robada a la masajista en Buenos Aires, un teléfono del que surgió que tenía asiduo contacto con ella y otro que pudo pertenecer al comerciante chino.

Realizado el peritaje de las vainas secuestradas en el Cuerpo de Investigación Fiscal (CIF) de Salta, arrojó que una de las armas había sido utilizada tanto en el homicidio del playero local como en el de los hermanos rosarinos. Cuando los fiscales porteños notaron la similitud de esos crímenes con los ocurridos en la Capital Federal, pidieron cotejar las vainas y se estableció que también se había usado la misma arma en esos hechos. Ahora, esperan poder indagar a Pino por estos dos nuevos crímenes.

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