Preocupante. Tras la derrota sufrida ayer en su visita a Banfield, la sensación es inconfundible. El equipo que dirige Miguel Ángel Russo no encuentra su norte. Sin ideas, carente de un patrón de juego colectivo, ofensivamente improductivo, algunos de los conceptos que caracterizan el complejo presente futbolístico auriazul. Y por si esto fuera poco, ayer se sumó una alarmante fragilidad defensiva. Esto sucedió en la última media hora de juego, cuando el equipo quedó con un hombre menos en cancha, tras la expulsión de Gerardo Pérez. En este contexto, se dio la lógica, el canalla terminó sucumbiendo ante un tibio rival. Es que el Taladro expuso escasas virtudes para quedarse con los tres puntos. Y este es otro punto que profundiza aún más el estado de preocupación.
Ni siquiera tuvo el canalla la capacidad de sacar provecho de haberse puesto en ventaja en el primer tiempo. De abrir el partido, algo tan difícil de lograr en el fútbol de hoy. Merecimientos de lado, el gol de Diego Lagos, en el único ataque a fondo auriazul de los primeros 45, no alcanzó.
Preso de sus errores, individuales y colectivos, Central no pudo, y tampoco supo, evitar que Banfield revirtiera la historia en el complemento.
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Es cierto que los de Russo tuvieron que defender la ventaja con un hombre menos durante buena parte del segundo tiempo. Tan cierto como que, para hacerlo, optaron por la peor estrategia: le entregaron la pelota al rival y se replegaron cerca de Caranta.
Así llegaron los goles de Silvera, primero; y de Chávez, en el final del partido. En ambos casos, aprovechando serios quedos defensivos del canalla.
Russo había anticipado que el arranque del torneo no sería sencillo para Central. Pero nadie imaginaba que habría tantas complicaciones. Cuatro puntos sumados sobre doce posibles y dos derrotas en cuatro partidos, son números que marcan el peor inicio de campeonato del canalla en estas tres temporadas que lleva en la B Nacional.
Pero además, al menos hasta el momento, no hubo en cancha un patrón de juego que genere expectativas de una pronta mejoría. Y eso intranquiliza, más allá de que todavía queden 34 fechas.
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