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Sorrento y Cavia

Caso Carlos Godoy: reclaman justicia

Denuncian que el Comando les tiró el auto encima a manifestantes.


Ayer por la mañana se realizó una protesta por el homicidio de Carlos Godoy, el joven de 25 años asesinado por balas policiales el pasado domingo a la mañana en Puente Negro.

Familiares de la víctima denunciaron que el hecho fue un caso de gatillo fácil, dieron explicaciones, contaron datos y exigieron a la Fiscalía que se haga cargo de la investigación y no sólo se base en la versión de los uniformados, quienes aseguran que Godoy participó de un intento de asalto. Por el hecho no hay detenidos.

Los familiares y amigos de Carlitos Godoy fueron subiendo al Puente Negro en fila india por la escalera que da a Cavia, por la barranca. Todos cargaban cosas para quemar: plásticos, cubiertas de autos y cartones. Mientras subían, lento, iban pisando unas manchas rojas; intentaban no mirar, pero sabían que bajo de las suelas de sus zapatillas estaban las marcas de la sangre del muchacho cuya memoria buscan limpiar para siempre. Porque, para todos los que estaban en el puente de calle Sorrento, Carlitos Godoy era un pibe bárbaro, laburante, al que lo mataron por ser pobre; un concepto que, al margen del esfuerzo de algunos periodistas, no es sinónimo de delincuente.

Eran las 10 y en el punto más alto del Puente Negro el humo que largaba la fogata no dejaba ver nada. A un costado, entre saludos, retos a los nenes que corrían y lágrimas, Deolina y Vicente, los padres de Godoy, se acomodaron para hablar. “Fue a eso de las 7.30. Carlitos venía de la casa de la suegra; porque había dormido con su señora y su nene de 3 años. Yo no sé si existió o no un intento de robo; pero él no tenía nada que ver, le tiraron porque estaba indefenso y era presa fácil”, explicó Vicente, haciendo referencia al accionar de los uniformados. Según lo que fueron reconstruyendo los familiares del muchacho asesinado, Carlos estaba sentado en la escalera que conecta Puente Negro con barrio Ludueña, cuando dos policías de civil le dispararon. Él intentó escaparse; bajó a los tumbos la barranca y llegó a hacer unos 50 metros. Cayó al piso y lo alcanzó su verdugo que lo remató, a sangre fría. Siempre de acuerdo con lo que expusieron testigos del hecho, el asesino de Carlitos, luego de matarlo, se puso un par de guantes de goma, sacó un arma de una mochila y se la puso en la mano al joven abatido. “Haya pasado lo que haya pasado, fue una injusticia. Él tenía dos trabajos.

Cuando lo mataron llevaba en el bolsillo la tarjeta de crédito, un recibo de sueldo y el documento. Qué pibe sale a robar con eso. A él nunca lo detuvieron, trabajaba todo el día para darle de comer a Benjamín, mi nietito de 3 años”, pormenorizó Deolina. Los padres de Carlitos son pastores evangélicos y tienen una filosofía de vida muy marcada.

Para ellos, la muerte no es un hecho grave, es algo natural; pero la honradez, la honestidad, no se negocia. Por ello estaban muy dolidos con los dichos de los policías, quienes ni bien ocurrió el homicidio les dijeron a todos los vecinos que habían “bajado a un delincuente”.

Amenazas

Cerca de las cinco de la tarde de ayer, cuando en el corte de calle había muchos niños pequeños, un móvil del Comando Radioeléctrico les tiró el auto encima a los chicos”.

Vicente Godoy, padre de Carlos, agregó que luego bajaron dos policías y apuntaron a los chicos. Al respecto, el defensor general Gabriel Ganón aseguró que informó del hecho a la fiscalía a cargo de la violencia institucional, recientemente creada.

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