Al menos 42 personas murieron en las últimas dos semanas como consecuencia de las inundaciones en el sudeste de Brasil, donde más de 60 localidades fueron azotadas por fuertes precipitaciones en los estados de Minas Gerais, Espíritu Santo y Río de Janeiro, según las últimas actualizaciones de ayer de los organismos estaduales de defensa civil.
El pequeño estado de Espíritu Santo fue el más afectado por las lluvias, ya que allí se encontraron 21 muertos en medio del caos que dejó el paso de la tormenta, mientras que en Minas Gerais las víctimas fatales fueron 17 y en Río de Janeiro 4. Además, más de cien mil personas perdieron sus casas y debieron ser evacuadas.
La presidenta Dilma Rousseff recorrió algunas de las ciudades afectadas en los alrededores de Victoria, donde aseguró que “lo más importante es salvar vidas” y elogió los trabajos realizados por el Ejército al afirmar que “tiene una gran capacidad para realizar tareas de rescate”.
Luego de sobrevolar la zona con un helicóptero, la mandataria prometió enviar ayuda federal para reconstruir viviendas y caminos, ya que cerca de 20 mil kilómetros de rutas fueron reportadas como destruidas o dañadas, mientras que muchas localidades quedaron incomunicadas, sin agua potable ni energía eléctrica.
Por su parte, el gobernador de Espíritu Santo, Renato Casagrande, declaró el estado de alerta en la zona y describió las lluvias como “las peores de los últimos 90 años”.
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