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Bajante del Paraná: Una multiplicidad de conflictos que se disparan y se visibilizan

El licenciado en Antropología y docente de la UNR, Lisandro Arelovich, habló con El Ciudadano sobre la histórica bajante el Paraná, los actores invisibilizados en la problemática y la complejidad y el desafío para los Estados de controlar un territorio de la magnitud de esta cuenca

Después de dos años de bajante en el río Paraná se llegó a un punto crítico: es la peor de los últimos 77 años. Sin embargo, comparar con las últimas dos bajantes críticas, la de 1971 y la de 1944, no es una posibilidad ya que las condiciones cambiaron por completo. Así lo entiende el licenciado en antropología, docente de la Universidad Nacional de Rosario -UNR- e integrante del Taller Ecologista Lisandro Arelovich que habló con El Ciudadano sobre distintos aspectos de la crítica situación del humedal.

«El Paraná del siglo XXI tiene empresas hidroeléctricas río arriba, habitantes viviendo sobre la costa y demandando agua, dragado, buques transoceánicos navegando permanentemente, mayor explotación pesquera porque a partir de los noventa se abrió el mercado de exportación de pesca fluvial y también hubo un enorme crecimiento náutico turístico. La comparación con las bajantes de 1971 y 1944 no son posibles porque cambiaron radicalmente las condiciones, así que estamos en una situación muy compleja», sintetizó Arelovich.

En la Facultad de Humanidades y Artes, Arelovich es docente de Antropología Económica, una materia que intenta «poner en discusión el relato de la economía de Occidente que nace en Europa de la mano de Adam Smith para pensar al capitalismo incipiente, porque hay otros fenómenos plausibles de ser considerados económicos y no se los considera».

Se refiere a mecanismos que quedan por fuera, sobre todo desde el inicio de la modernidad, y esta disciplina intenta «ofrecer herramientas para pensar lo invisible ante las estadísticas económicas»

«Todas las economías disputan sentido con la economía hegemónica, donde incluso entran incluso los críticos, el marxismo. Se invisibilizan otras cuestiones, por ejemplo, los trabajos no remunerados del cuidado», explicó.

Se estima que en toda la cuenca del Paraná hay entre 7500 y 10.000 pescadores, en la provincia de Santa Fe unos 2500. «Esta bajante extraordinaria trae aquello que uno invisibilizaba como un posible problema. Y siempre entre los más marginales suelen estar los pescadores que son un sector de la economía popular, informal. Algunos están insertos dentro de una cadena de valor que puede terminar en el mercado de exportación y los frigoríficos, pero un montón participan de otras cadenas de valor que siguen esta informalidad en la venta directa de peces a un consumidor final, o a bares, restaurantes o pescaderías. Estos volúmenes son inciertos, por ausencia de datos en los volúmenes de captura o incluso sobre el riesgo o no de que frente a la actual extracción en el contexto de bajante peligren los volúmenes de stock y renovación pesquero, que parecen alarmantes».

Por otro lado, Arelovich se detuvo en lo que ahora en la jerga de la ecología se entiende como servicios ambientales y puntualizó los relativos al humedal: «Brinda un montón, empezando por el agua dulce, por más que haya que potabilizarla. Además, provee un montón de fauna comercializable, hay especies itícolas o peces, tanto para mercado de exportación como para mercado interno; aporta leña; también hay un montón de personas, por ejemplo, cerca de Puerto Gaboto que van a buscar hierbas que después venden a quienes fabrican Tacconi o Fernet, entonces es proveedora de eso u otros yuyos medicinales. El humedal es un regulador climático, toda la biomasa vegetal absorbe CO2 entonces en la cuestión macro del cambio climático está al servicio de captación de carbono y así se podrían seguir enumerando más: es un regulador hídrico para las inundaciones, por el tipo de arcilla y flora que hay asociada a los bancos de arena que que retiene el agua, un efecto esponja que hace que regule crecidas y bajantes».

Todos estos servicios que brinda el ecosistema de la cuenca del Paraná «no son traducibles o nadie se toma el trabajo de querer traducirlos a un valor monetario, económico, solo transforma en un valor monetario cuando hay un efecto por algún aspecto de mercantilización».

«La bajante disparó que los barcos de exportación no puedan cargarse a tope, se tienen que empezar a cargar  a un cincuenta por ciento porque no les da el calado. Esto es traducir la bajante a un costo monetario directo. Es más fácil traducir los millones de pérdidas por no poder cargar el flete de los barcos a un ochenta por ciento o tener que terminar de cargarlos en puertos que están más al sur, río abajo, y que eso encarece el flete dentro de lo que es esta vorágine del comercio internacional de granos. En esto no aparece lo que se supone más insignificante, que es el ttrabajo de los pescadores», ejemplificó.

«Con el tema de la licitación de la hidrovía, con su renovación o no, en este marco también apareció el proyecto de profundizar y ensanchar el canal navegable porque así como se encarecen los costos porque no se puede cargar a tope un barco también se encarecen frente a la espera de los barcos. Obedece a que hay tramos en donde no puede haber un doble carril, ida y vuelta, entonces pasa un solo buque. Y cuando pasa uno solo, los otros tienen que estar estacionados esperando y los días de espera para estos buques son millonarios en costos. Entonces se pretendía profundizar y ensanchar más. Yo me pregunto ¿qué pasa o qué hubiera pasado si el proyecto de  ensanchamiento y profundización no se daba en paralelo a la bajante extraordinaria? ¿Quizás no se hubiera dimensionado la gravedad de lo que significaría profundizar y ensanchar el dragado?», planteó.

Actualmente se suman varios factores que hacen a la complejidad del momento en el humedal: más de un año de numerosos incendios en las islas, alarmante sequía y bajante, esta puesta en tensión de intereses, que puntualizó anteriormente, a partir de toma de la conducción de la Hidrovía en manos de Nación.

«Es impresionante todo lo que esto motorizó. Sobre las tomas de agua potable, hay un montón de ciudades que tuvieron que hacer inversiones con otras bombas porque la bajante no posibilita que las que se tenían permitan la extracción de agua. Los ingenieros hídricos que trabajan en esto lo plantean es que obviamente no va a haber riesgo de volumen o abastecimiento de agua en Rosario, pero sí cambia la calidad  del agua entonces son más lentos los procesos de potabilización. Y ahí empieza algo que no se creía, al abrir la canilla ya no es súper abundante el agua y se presenta la posibilidad de que haya que reducir los consumos de agua en una ciudad como Rosario», explicó.

Múltiples responsabilidades

Para Arelovich uno de los grandes temas del momento en Latinoamérica tiene que ver con las políticas públicas de reordenamiento territorial. Le parece importante «no caer en el facilismo de criticar siempre a los funcionarios, a los gobiernos o Estados en general» ni proponer falsas soluciones que vayan a las prohibiciones estrictas sin dialogar con las diversas aristas y actores de este ambiente. «La bajante exacerbó conflictos», señaló.

«En todo caso, ver cómo ayudar a pensar y diseñar políticas públicas para manejar una cuenca como el Paraná que es enorme», planteó. En este sentido, consideró que hay una tendencia a que el Estado tenga más potestad sobre lo que se puede o no hacer en un territorio y en Argentina los antecedentes son la ley de Bosques, la ley de Glaciares y, actualmente, la discusión en el Congreso de la ley de Humedales -aunque ésta corre riesgo de perder estado parlamentario.

«Lo que generó la bajante y los incendios fue la movilización ambiental más importante dentro de la ciudad de Rosario, lo vimos con el nacimiento de la Multisectorial. Esperemos que la ley de Humedales se apruebe, pero su aplicación afecta también emprendimientos inmobiliarios y algún sector vinculado a los agro negocios», expresó.

Por otro lado, consideró una serie de dificultades a la hora de pensar políticas públicas relacionadas al Paraná: hay una yuxtaposición de jurisdicciones políticas. «A partir de la reforma constitucional del 94, los recursos naturales pasan a ser potestad de las provincias y en el caso del Paraná el fruto de las pescas son de las provincias pero el canal principal navegable depende de Puertos y eso es de Nación. Además, el Paraná tiene esta cosa que parece que por momentos las islas pertenecen a Santa Fe y por momentos el canal principal pasa más del lado de Entre Ríos. Esto hace que no haya políticas unificadas entre las dos provincias en el uso de suelos, como por ejemplo en el caso de pesca que no se han unificado las políticas pesqueras para un lado y otro siendo que el río es el mismo».

A su vez, «a escala de cuenca uno puede pensar en políticas y acuerdos binacionales, sobre la apertura de compuertas de la represa hidroeléctrica que es binacional, ya escapa la jurisdicción de un solo país».

Es complejo, reiteró a cada momento, a pesar de que eso no exime a los Estados de las responsabilidades concretas que les caben, por ejemplo, ante los reiterados incendios o el desmanejo de los terraplenes o el exceso de ganadería en las islas, enumeró. La expectativa con las leyes, las sancionadas y las que están a la espera, se trascienda los avatares propios de los cambios de gestión aunque, consideró, es importante anticipar problemas o demoras en su reglamentación.

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