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Entrevista con El Ciudadano

Andrés Sciara: “Un ecosistema sano implica una mejor salud para el ser humano”

A partir de la extraordinaria bajante del río Paraná, el decano de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la UNR explicó la importancia de la conservación y regeneración del humedal


Franco Trovato Fuoco

Toda la región de la cuenca del río Paraná atraviesa la bajante más importante de los últimos 77 años. En este marco, el gobierno nacional declaró este lunes el Estado de Emergencia Hídrica por 180 días que afecta a las provincias de Formosa, Chaco, Corrientes, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe.

En este contexto, el doctor en Ciencias Biológicas y decano de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario, Andrés Sciara, habló con El Ciudadano sobre las implicancias de esta situación.

La bajante afecta la cuenca hídrica de los ríos Paraná, Paraguay e Iguazú. En Rosario, ubicada en uno de los Humedales más grandes del mundo por su extensión y amplia biodiversidad, además de la preocupante situación de sequía se suman los numerosos incendios en las islas que dañaron de forma significativa el suelo, con su fauna y vegetación.

Antes que nada, Sciara planteó que el “el sistema fluvial tiene un comportamiento de crecidas y bajantes como algo natural, como algo que forma parte de la adaptación de todas las especies que ahí habitan, vegetales, animales y todo el ecosistema”.

Sin embargo, lo que se ve hoy es una situación excepcional porque “hay niveles de sequía que no se veían hace más de 50 años y la actual bajante tiene un nivel muy bajo desde hace ya dos años seguidos en toda la cuenca que abarca varios miles de kilómetros cuadrados, desde su inicio en San Pablo, Brasil”.

“Es difícil detallar una razón, es una situación compleja. Una cuenca de esta magnitud con estos niveles de sequía, implica mucha falta de precipitaciones en todas sus regiones, y claro que tiene que ver con procesos climatológicos como el fenómeno de la Niña pero también hay hipótesis y datos que indican que la deforestación y el uso intensivo del suelo influyen en esta situación”, planteó.

La perspectiva no es buena, todo indica que la situación persistirá durante la primavera. Para Sciara es momento de tomar una pregunta urgente: “¿Qué hacemos como sociedad en esta situación en el ambiente que si bien está adaptado a procesos de sequía cuando nosotros intervenimos negativamente evidentemente el equilibrio se ve afectado? Las quemas, la agricultura, el dragado, la contaminación, el uso para esparcimiento, las construcciones que realizamos en esos suelos: todo implica una agresión al ecosistema”.

No hay una solución rápida a eventos como éste, señaló el decano. Si bien hay problemas sobre el cuidado del medio ambiente que se dirimen a niveles que nos exceden como ciudad, por las emisiones de dióxido de carbono de grandes industrias, Sciara plantea que hay formas locales de abordar los problemas de nuestro ambiente, el humedal.

“¿Qué hacemos hoy en este humedal en la situación de sequía y de quemas? ¿Cómo hacemos para hacer sustentable una ganadería en este terreno? Esto sí lo podemos trabajar y sería interesante que haya un consenso grande en estas políticas. Estamos hablando de uno de los países donde hay deforestación y no terminamos de sancionar una ley de humedales que puede llegar a perder estado parlamentario. Hoy no hablamos solo de conservar sino de regenerar, necesitamos generar mayor conciencia y sensibilidad ambiental para hacer un uso sustentable”, sostuvo.

Sciara enumeró que se requiere estudiar, localizar problemas y condiciones, cuidar y definir qué se requiere en cada tramo de los terrenos afectados. “El 90 por ciento del humedal es pastizal y las especies arbóreas están en los montes y costas. Ahí no hay que plantar. Una forma de regenerar en esta zona, en realidad, sería por ejemplo eliminar los terraplenes para que el agua y el sedimento puedan circular”.

“Necesitamos evitar las quemas, las intencionales desde ya y sobre todo, pero también las accidentales y para eso necesitamos más educación ambiental. Nuestro humedal está sufriendo mucho la actividad humana y si bien hay muchas organizaciones dedicadas al agua todavía falta más conciencia”, precisó quien también fue director del Acuario del Río Paraná de la ciudad.

El especialista planteó que, por ejemplo, en épocas de sequía los peces se concentran en espacios más reducidos y hay menos reproducción, porque son en los procesos de inundación que las especies se reproducen. “Hace ya seis años que esto no sucede, una gran inundación de más de cinco metros que genere ese estímulo en especies típicas de la zona como el surubí y el sábalo. Actualmente, el pescador artesanal está pescando una población que se generó seis años atrás entonces hay que ser más cuidadosos porque puede tener consecuencias negativas a futuro cuando se tenga que reponer el ecosistema”.

Somos parte del humedal y no al revés

La cantidad de recursos ecosistémicos del humedal es inmensa, puntualizó. Y nombró una serie de aspectos que hacen a la vida cotidiana de rosarinas y rosarinos. En primer lugar, el agua que consumen: “El agua que tomamos viene de ahí, el humedal es un gran purificador de agua. A pesar de tener gran cantidad de industrias, poblaciones río arriba que emiten y llevan muchos residuos y contaminación, todavía podemos seguir teniendo un río con una agua relativamente en condiciones para bañarse y tomarla, una vez purificada”.

“Además, la biodiversidad del humedal es un recurso ilimitado de información genética para el ser humano. Tenemos la riqueza de la pesca, del esparcimiento, la vida cultural y la posibilidad de tener un paisaje sano. Esto se traduce en salud para la población. No podemos alejar la salud humana de la salud ambiental. Justamente lo vemos con la pandemia. Cuando hay desequilibrios, saltos desequilibrantes de la naturaleza al hombre, se producen pandemias. La mayoría de las enfermedades emergentes vienen de animales salvajes. Hay muchísimos factores en juego, pero un ecosistema sano implica una mejor salud para el ser humano. No se ve más al ser humano aislado del ecosistema, estamos integrados, somos parte del humedal y no al revés”, agregó.

“Las ciudades también deben proteger al río. Lo que tiramos en una alcantarilla llega al río Paraná, necesitamos tener mayor conciencia desde esto mínimo hasta poder pensar actividades a partir del uso que hacemos de la tierra que sean sostenibles. La ganadería, la apicultura y la pesca pueden ser sostenibles y aportar a la sociedad”, añadió.

El decano se refirió a los derrumbes en la costa rosarina, como ocurrió el pasado viernes: “Evidentemente hay una relación directa entre los derrumbes de la barranca y la sequía. Hay una pérdida de sustentación del suelo y se generan estos derrumbes que ya ocurrieron en distintos espacios a lo largo de los años. Los procesos de abarrancamientos, de sedimentación son normales, son naturales, pero la forma en la que hacemos uso y construimos en los espacios naturales está trayendo estas consecuencias”.

Para Sciara, la construcción de terraplenes implica “la muerte del humedal, del ecosistema del Delta como lo conocemos y esto agrava la situación en la que estamos: accedemos al suelo, construimos, llevamos maquinarias y éste es el punto donde como sociedad debemos poder tomar otras decisiones”.

Finalmente, el doctor puntualizó el problema las construcciones humanas en en lugares que son llanuras inundables: “Por ejemplo, toda la cuenca del Ludueña que fue construida y luego hubo que hacer la represa porque el agua inundaba la zona norte. Las sequías e inundaciones son flujos que ocurren de forma natural pero el humano interviene estos procesos. Ahora se hacen barrios abiertos o cerrados, seguimos construyendo en lugares que originalmente son cuencas inundables para llanuras. Las represas no impiden estos eventos sino que modulan picos menos altos y bajantes menos pronunciadas. Toda esta actividad del hombre genera desequilibrios”.

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