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Fuerzas federales en Rosario: “Podemos caminar por la calle”

En el sur y en el norte de la ciudad vecinos ven con alivio el despliegue de las fuerzas que desembarcaron el miércoles. “Dos viejitos aplaudían el paso de los gendarmes, los querían tocar”, se sorprendió un referente barrial de Empalme.


calles-tranquilas-dentorLa camioneta de Gendarmería Nacional pasa lentamente por la esquina de Previsión y Hogar y España, en barrio Las Flores. “Ahora podemos caminar por la calle”, dice Javier, con su chiquita en brazos. “Se ve mucho movimiento, pero estaría bueno que paren a las motos, a los pibes que van de a dos. Porque si patrullás y no parás no sirve de nada, pasan pibes que los conocemos todos, y no los paran”, completa. A pocos metros, don Vicente acomoda los cajones en su verdulería y suelta su escepticismo: “No necesitamos gendarmes, necesitamos trabajo”, sentencia con voz de sabio.

El Ciudadano recorrió las zonas donde las fuerzas federales se instalaron desde el miércoles, en el megaoperativo encabezado por el secretario de Seguridad, Sergio Berni. La mayor parte de las opiniones reflejaron un cauto optimismo, pero todas dejaron entrever que por una u otra arista, hace falta un plus.

Alejandro y Mara están sentados en la vereda a la espera de clientes, atienden una granjita de barrio, típico blanco de potenciales asaltos de un tiempo a esta parte. Ambos saludan el paso de los gendarmes: “Está bien, estando ellos estamos más tranquilos, la vagancia no se ve yendo y viniendo”, dicen. Y agregan que a ellos, que les robaron “varias veces”, el despliegue los pone un poco más tranquilos: “Ahora se ve un cambio cien por cien, porque el problema en Las Flores era la Policía, que estaba involucrada en todo”. Como ejemplo señalan una vivienda, ahora abandonada, donde funcionaba un búnker: “Eso era un desfile de gente. Era terrible, por suerte ya no están más”.

Norma atiende su quiosco en Alice y Gutiérrez, en los monoblocks del barrio Municipal, pero ella no vio ningún gendarme: “Acá está tranquilo, pero la verdad que no vimos patrullar a nadie. La Policía, olvidate”, dice con resignación. Sin embargo, a sólo cien metros, por el corredor de avenida Grandoli, pasa una combi verde de Gendarmería y marcha escoltada por un patrullero.

Mario atiende una gomería al 4700 de la avenida que lleva el nombre del abanderado y afirma que el “territorio”, como lo definió el secretario nacional Berni, se calmó. “Se ve presencia, vamos a ver hasta cuándo”, desconfía.

Cerca, una mujer prepara los insumos de su carrito de venta de hamburguesas y panchos sobre uno de los estacionamientos del Fonavi. “Por ahora no vi nada. Pasarán por la avenida, pero por esta parte del barrio no vimos nada”, marca, pero concede: “Igual, ahora está tranquilo”.

En Las Flores, padre e hijo, se vienen de Villa Gobernador Gálvez para atender la verdulería y admiten “que está buena” la presencia de los gendarmes: “En Gálvez también están. La violencia que hay se tiene que parar, la sufrimos los que queremos trabajar”, resume.

En el otro extremo de la ciudad, la situación se replica. Osvaldo Ortolani, referente vecinal del barrio de Empalme Graneros, confiesa que una imagen “muy fuerte” se le quedó grabada: “Dos viejitos aplaudían el paso de los gendarmes, los querían tocar. Fijate a lo que hemos llegado”, se sorprende.

Es que Empalme es considerada una de las “zonas calientes” de Rosario, donde hace una semana un Jardín de Infantes fue arrasado y destruido “por pibes de acá”. El dirigente barrial dice que para explicar el avance de las fuerzas nacionales en zonas puntuales de la ciudad “hay que saber cómo llegamos a esto”. Y completa que en la víspera “con operativo y todo” igual “hubo robos a taxistas, gente apuñalada, tiros”.

Ortolani, relata que hay madres que están desesperadas en Empalme: “Hasta ruegan que el hijo esté preso porque así no hace daño y no se hace daño. La droga está haciendo estragos en los pibes. Mirá, tenemos casos de chicos que dejaron la escuela porque ya les robaron tres veces las zapatillas y la mochila, o tipos que dejaron su trabajo porque ya les robaron tres bicicletas”.

“Llegamos a un punto de acefalía y anarquía, de zonas liberadas a propósito o no, los corredores seguros que también son inseguros, la gente que denuncia que los patrulleros pasan una vez por semana por el búnker… Todo eso hizo que se llegue a esta intervención y la gente lo aplaude. Ahora hay que ver quién lo maneja, quién lo dirige, hasta dónde van a llegar, hasta cuándo. Pero bueno: hoy quiero ser optimista, porque ya no daba para más”, concluye.

El Concejo puso el ojo en las cámaras

El Concejo Municipal aprobó en su última sesión dos proyectos para incorporar nueva tecnología al sistema de videovigilancia: se trata de piezas de software para aprovechar las capacidad técnica con que cuentan los dispositivos instalados para detectar vehículos robados, y dominios que hayan sido denunciados por actividades illícitas.

Las dos iniciativas, que van en el mismo sentido, fueron presentadas por el radical Jorge Boasso y el justicialista Diego Giuliano, titular de la comisión de Seguridad del Palacio Vasallo. Se trata de dos decretos que encomiendan al Ejecutivo la adquisición –o el desarrollo con expertos de la propia plantilla– de un sistema de reconocimiento de caracteres en las imágenes captadas de patentes de vehículos –las que captan los dispositivos instalados tienen la definición suficiente para ello–, que además los compare en tiempo real con una base de datos en la que figurarán los dominios de vehículos denunciados como robados o los reconocidos por haber actuado en la comisión de ilícitos, que en rigor también suele tratarse de vehículos que han sido robados.

“La tecnología tiene especial incidencia en el combate contra la inseguridad, por ello los avances en su implementación son una forma real y concreta de aportar desde el municipio a la lucha contra el delito”, destacó el edil Boasso.

“Rosario es una gran metrópoli por lo cual el uso de la tecnología se vuelve imprescindible. Pero, además, Rosario está pasando por una situación de emergencia en materia de seguridad y de violencia como nunca antes, que la vuelve mucho más demandante en recursos y dispositivos tecnológicos y en la aplicación de medios que permitan perfeccionar los que ya existen”, abundó por su parte Giuliano.

“El municipio es el primer mostrador al que llega el vecino y como tal, conoce ampliamente los conflictos y las necesidades de la ciudad. Y una de las necesidades prioritarias de Rosario es la seguridad. Por eso es indispensable que colabore y optimice todos los recursos de los que dispone, con más y mejor tecnología para la prevención del delito”, concluyó el titular de la comisión de Seguridad.

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