Astrid tenía 12 años y hace sólo uno había dejado la casa de sus padres para vivir con una de sus tías. Nadie sabe en la cuadra de Lima al 2900 cómo fue que la nena llegó al barrio, pero cerca de la medianoche la vieron discutiendo con dos conocidos en el barrio y también en los Tribunales por sus causas penales. Fueron los perros callejeros los que ladraban sobre los gritos y la pelea. Por la mañana temprano, también fueron los perros los que avisaron. Entraban y salían de una precaria construcción abandonada que servía como aguantadero. Un vecino siguió a los canes y encontró a la nena semidesnuda sobre el colchón con su ropa a un costado y llamó a la Policía. La nena tenía signos de abuso, golpes y estrangulamiento. Los vecinos reaccionaron con indignación y decidieron demoler la construcción. Una versión sostiene que los autores del hecho podrían ser dos jóvenes de la zona que son parte de una banda que siembra terror en la barriada cuyos nombres aparecieron en varias crónicas policiales.
Un pasillo sinuoso tiene ingreso por Lima 2970 y lleva al centro de la manzana. Por allí se llega a una pequeña construcción de material donde la nena fue asesinada. La precaria vivienda de ladrillos rojos y sin revoque estaba desocupada hacía aproximadamente un mes. En su interior había un colchón y sobre él un vecino encontró el cuerpo de la nena.
Cuando el sol del día patrio comenzó a asomar, los perros callejeros del barrio no paraban de ladrar e intentaban ingresar a la casilla. Los vecinos explicaron que ello llamó la atención de un lugareño que se asomó y vio a la nena tirada sobre el colchón. No tenía puesta sus zapatillas, que quedaron en el lugar; tampoco llevaba puesta la calza ni la ropa interior, que fue también hallada allí. La muerte se había producido durante la madrugada, porque la víctima estaba rígida, mientras que otros agregaron que pasada la medianoche habían escuchado el ladrido de perros a la altura de la casilla, que más tarde fue derrumbada por vecinos.
Se llamaba Astrid Villalba y tenía 12 años. Según lo que los padres contaron a los investigadores, la pequeña dejó hace un año la casa de sus padres en Nuevo Alberdi y se fue a vivir con su tía a Villa Banana.
Fuentes policiales refirieron que un llamado al 911 dio el alerta y al llegar los uniformados encontraron el cuerpo de la nena que fue identificada recién en la tarde de ayer. Su rostro estaba golpeado, “como si la hubieran dado contra la pared”, explicó un vecino. Su menudo cuerpo contaba con aparentes signos de abuso y ahorcamiento, y los investigadores esperaban la autopsia para conocer la causa de la muerte. De todos modos, los pesquisas aseguraron que había sido víctima de un abuso sexual. Este hecho indignó a los vecinos que demolieron la casa y prendieron fuego el colchón donde la adolescente fue violada y asesinada.
Astrid no era del lugar, los vecinos no la conocían. Pero un rumor que fue de boca en boca en la zona sostuvo que la vieron discutir con dos muchachos, cuñados entre sí y miembros de la llamada banda de Pandu que asola el lugar. Uno de ellos fue condenado en un abreviado por amenazas en el marco de una investigación de homicidio donde un pariente y presunto jefe del grupo se encuentra detenido. A poco de salir en libertad, este joven quedó bajo la lupa policial por otro crimen. A su vez, los dos sospechosos de matar a la niña están señalados por una violenta entradera ocurrida a metros del lugar en marzo de este año. En esa oportunidad las pertenencias sustraídas fueron halladas en la casa de uno de los buscados y la pareja de uno de ellos los señaló como los autores del atraco.
Si bien la Fiscalía maneja esta versión, aún no cuenta con elementos concretos sobre los autores de este brutal femicidio y no descarta ninguna hipótesis.
Esa precaria vivienda
Habitantes del barrio contaron a El Ciudadano que hace unos 3 años un muchacho que vivía en la casilla donde se produjo el crimen de la nena apareció muerto. Los vecinos lo identificaron como Franco Cáceres y refirieron que la noche de su muerte el joven estuvo en una cena y se fue sin problemas. Al día siguiente fue hallado sin vida, sentado en una silla, con el pie sobre la cama y con un cable enroscado al cuello. En homenaje, sus allegados levantaron un pequeño altar en forma de casa y de color azul en el pasillo a metros de la vivienda donde lo encontraron muerto. En su interior no faltan fotos y flores plásticas para recordarlo.
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