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Hermetismo y dudas en el caso del secuestro extorsivo

La Policía admitía no tener pistas firmes para dar con el paradero del joven supermercadista oriental.

El hermético caso del secuestro del supermercadista chino de Riccheri 1050 sumó ayer más datos desconcertantes, por lo cual los investigadores decidieron mantener abiertas todas las hipótesis en danza, desde el autosecuestro hasta un secuestro extorsivo con todas las de la ley, con una especie de mix en el medio: “Privación ilegítima de la libertad con extorsión”, tal como la definió el jefe de la Tropa de Operaciones Especiales, Cristian Sola. Es que ayer por la mañana Osvaldo Luna, quien atiende su carnicería dentro del súper en cuestión, sorprendió al anunciar que el caso estaba a punto de resolverse: dijo que había hablado con la madre de la víctima, quien le había confiado que el joven se había comunicado con el padre, que está en China, y que “le había transmitido un mensaje de tranquilidad”, según refirió el propio Sola, por lo cual el trabajador luego debió declarar ante la Policía. Anoche, el comité de crisis evaluaba los pasos a seguir en este rapto, en el cual los captores piden 2 millones de pesos para liberar a la víctima, de acuerdo con lo que dicen off the record los voceros de la pesquisa, aunque el dato aún no está asentado en el sumario que está a cargo de la Justicia federal.

La investigación del caso está en manos del juez federal Marcelo Bailaque, junto con el fiscal Mario Gambacorta, quienes dispusieron que se formara un comité de crisis por el hecho del que fue víctima Lin, a quien en el barrio conocen como Víctor y tiene 25 años. Está integrado por el titular de la Policía local, Marcelo Casajus; y los jefes de Unidades Especiales, Néstor Arismendi; de la comisaría 6ª, Miguel Oliva; de las TOE, el mencionado Sola, y de la sección Seguridad Personal, Guillermo Morgans.

Anoche, según un investigador, en ese comité se analizaron todas las hipótesis en danza, las mismas que ya se habían perfilado anteanoche. “Hasta que no tengamos declaración formal que diga que le pidieron plata, ésa es sólo una hipótesis más. El carnicero del súper salió a decir a los medios que ya estaba todo arreglado por lo cual mañana (por hoy) el local abriría sus puertas. Y que se lo había dicho la madre de la víctima, luego de que el padre de Víctor (Lin Su Zhu), hubiese recibido en China (adonde vive) un llamado de su hijo. Así que hay que ver si brinda algún detalle más, porque los familiares no dialogan con la Policía. Eso hace que el caso resulte muy complicado de resolver”, reveló en la tarde de ayer un comisario de la Policía provincial.

Pese a que no hay denuncias de aprietes o extorsiones anteriores asentadas en un sumario, ayer el propio jefe de las TOE habló por radio de que un familiar les refirió que Víctor había recibido amenazas antes del hecho. En ese sentido, había información de que la víctima pretendía abrir otro local comercial –su hermana posee uno en barrio Acíndar–, por lo cual pudo haber sido víctima de una extorsión a cargo de la denominada mafia china.

Otro vocero policial informó que hasta el momento las diligencias practicadas en los peajes de las rutas que llegan y salen de Rosario no habían arrojado resultado positivo con respecto a la Partner, por lo cual se sospecha que la Peugeot no habría salido de Rosario. “Dentro de la comunidad china local ya descartamos que haya un vehículo de esas características”, reveló este oficial de la fuerza la hipótesis más firme: un enfrentamiento comercial entre integrantes de la colectividad asiática como los que en el pasado han dejado tres homicidios sin resolver.

El que parece ser un hecho de secuestro extorsivo inédito en las últimas dos décadas en el sur provincial comenzó en la noche del pasado lunes, cuando dos hombres que se movilizaban en una Peugeot Partner con vidrios polarizados y un tercero que caminaba por Riccheri al 1000 redujeron a Lin, de 25 años, y se lo llevaron cautivo luego de disparar un tiro de advertencia. El joven salía del súper ubicado en esa cuadra y se dirigía a su vivienda, ubicada a pocos metros, junto con una de sus hijas mellizas, de tres años, que quedó llorando en la vereda y fue asistida por vecinos. Según voceros policiales, hay al menos dos testigos que vieron la mecánica del secuestro y uno de ellos dio cuenta de que al menos uno de los captores tenía rasgos orientales.

En los minutos siguientes al hecho, los captores se comunicaron al menos dos veces con familiares de Lin. La propia víctima les informó que pedían 2 millones de pesos para liberarlo y, desde ese momento, al menos por los teléfonos cuyas líneas están interceptadas por los investigadores, hubo silencio de radio, dijeron fuentes del caso. O al menos lo pareció, ya que hasta el momento no se ha conseguido un traductor que pueda entender el dialecto que hablan los familiares de la víctima.

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