Conciertos

Festival Nacional de Folklore de Cosquín

Santa Fe celebró presente y pasado en un sentido homenaje

La delegación santafesina descolló con un espéctaculo musical y coreográfico centrado en un tributo a Los Originales Trovadores, una propuesta arriesgada que reafirmó la tradición de los años 60 sin olvidarse de innovar. Carlos Pino, miembro original del grupo, estuvo presente.


Foto: Gentileza Prensa Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe.

El Festival Nacional de Folklore de Cosquín es un escenario que sirve para visibilizar y en buena parte legitimar, casi como ningún otro en el país, la cultura popular del continente. Se trata de un lugar de encuentro para el heterogéneo universo de la música popular argentina, y como en cada edición desde hace una década, Santa Fe volvió a decir presente con una delegación que ofreció un espectáculo sustentado sobre una propuesta arriesgada. Es que propuso adentrarse en un terreno de la historia, desconocida por algunas generaciones y negada, en algunos casos, por otras: la historia de los convulsionados años 60. Lo hizo proponiendo un recorrido musical y estético que reivindicó el valor de la memoria, ese terreno también muchas veces resistido por el mainstream. La actuación se llevó encendidos y cálidos aplausos de un público que llenó la Plaza en una de las veladas más convocantes de la 58° edición del festival.

La propuesta se centró en brindar un homenaje a Los Originales Trovadores, y desde allí se propuso reflexionar sobre aquellos días de hace más de medio siglo en que se presentaban grandes conjuntos musicales argentinos, tiempos de renovación vocal y nacimiento de innovadores compositores que aportaron su belleza, riesgo, estilo, compromiso y visión social a la vida e historia de los pueblos.

Corría el año 1956 cuando se formaron Los Trovadores del Norte y con el correr del tiempo, en 1963, llegaron a Cosquín y fueron consagrados con Bernardo “Bolito” Rubín, Sergio “Chato” Ferrer, Francisco “Pancho” Romero, Eduardo Gómez y el mismo Carlos Pino.

Hoy, más de medio siglo después, el Ministerio de Innovación y Cultura de Santa Fe homenajeó aquella consagración con Los Originales Trovadores, que integran las voces de Carlos Pino, Eduardo César Impellizzeri, Gustavo Rubén Gentile y Eduardo Luis Catena.

La emoción de Carlos Pino (“un bronce que canta”, lo describió el periodista Marcelo Nocetti, también coordinador general de la propuesta provincial), el único integrante original de aquel cuarteto que debutó en Cosquín casi como adolescente, ya se evidenciaba desde el día previo al gran regreso. Qué pasaría por la cabeza de ese joven de 77 años que a los 22 había estado en ese mismo escenario. Sólo él puede saberlo. Apenas pasadas las 23, en un fecha privilegiada por la gran cantidad de artistas convocantes como es el caso de Soledad y Jorge Rojas, la música coral de Los Trovadores volvió a sonar en la plaza Próspero Molina.

De elegante smoking negro con moño, los cantores interpretaron su repertorio con la escolta virtusosa de un ensamble de lujo liderado por Marcelo Stenta (dirección y guitarra), Julián Cicerchia (guitarra), Marcos Montes (bandoneón), Charly Samamé (bajo) y Cristián Vega (percusión); mientras que de la partida contaron con Agustín Matías Pistone y Vanesa Baccelliere, como invitados.

Fueron cinco las postales elegidas para interpretar e invitar a esa multitudinaria plaza a viajar por el tiempo y, como no podía ser de otra manera, “El Paraná en una zamba” fue la canción elegida para inaugurar la actuación. Le siguieron “Cambá Poriajú” y “Malambo”, esta última con la que además de las voces se destacó la danza a cargo de un cuerpo de ballet conformado por 24 bailarines del Instituto Provincial de Danzas Isabel Taboga que exhibieron una coreografía contemponánea de gran virtuosismo donde fue consolidado ese leitmotiv original que, desde el minuto cero, se propuso pensar un espectáculo que reinvindique el pasado sin ser nostalgioso.

Mirá la galería de imágenes y hacé click para agrandar

Imanol Muñoz y Elizabet Bellini fueron los encargados de diagramar la puesta coreográfíca reinvindicatoria de las banderas actuales, resaltadas por el diseño de vestuario de Paola Fernández. Con esa batería de herramientas conceptuales y escénicas nutrieron al baile de cierta urbanidad impensada para los días en que estas canciones fueron creadas.

“Pensamos una Latinoamérica que late en la mezcla afro, originaria, gitana y musulmana”, dijo en conferencia de prensa Bellini, codirectora de coreografía, quien afirmó que, junto a Muñoz, pensaron en mostrar “cuerpos urbanos santafesinos de aquí y ahora”. El armado tuvo que ver con esa actualidad “y con romper con cierta pieza de museo que están en el imaginario del bailarin folclórico”.

Con ese impulso, para el final de la performance santafesina de casi media hora de duración, se llegó al momento del cierre con dos éxitos: “Chayita del Vidalero” y la recordada “Puente Pexoa”.

En esa búsqueda que mira hacia atrás para entender el presente y diagramar el futuro es donde se inscribió la propuesta de este año. “No podés reafirmar la tradicion si no innovás; no es cierto que la tradición se quede quieta y (Carlos) Pino sea el mismo que en los 60. No hay tradicion sin innovación y no hay memoria sin afirmación tratando de defender las glorias de los que fueron”, le había dicho la propia Ministra de Innovación y Cultura, María de los Ángeles “Chiqui” Gonzalez a El Ciudadano esa misma tarde.

Cosquín es un escenario amplio que reúne las más diversas expresiones de la música popular latinoamericana. Tal es el valor que a lo largo de más de medio siglo se erigió entre las fiestas populares más importantes de la Argentina. La visibilidad hizo que Santa Fe, desde hace una década, decidiera como política de Estado decir presente con una delegación oficial que le permitiera mostrar y visibilizar lo que muchas veces no es necesariamente comercial. Más allá de sus hijos pródigos que celebra, como el caso de Soledad (actúo también este viernes), que nacieron en sus tierras y alcanzaron la fama nacional por su propio recorrido abriéndoseles las puertas al Atahualpa Yupanqui, ha establecido, como política, mostrar qué sucede más allá de las fronteras del éxito de audiencias.

En tiempos en que la política cultural nacional tiende a desaparecer como lineamiento oficial (se banaliza de tal forma de lograr su desarticulación movilizadora y es el primer eslabón en la cadena de ajustes), hay estados como el santafesino que, con vocación e impulso, apuesta por su profundización y lo hace con ideas que van más allá de la bombástica búsqueda de rating. Es con esa mirada que este año la delegación santafesina apostó por ahondar en la memoria porque ella es la que le permite caminar para adelante, hacia el progreso –y sin olvido–, a cualquier sociedad.

Así con Los Originales Trovadores a la cabeza, volvió la vista atrás para recuperar la memoria y reivindicar las raíces del folclore, celebrando con ellos y con los jóvenes su camino y nuestra historia. Una propuesta arriesgada por lo que significa la memoria para un escenario que aplaude los fuegos artificiales y premia al consagrado.