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Con las manos del alma

Conscientes de que “la unión hace la fuerza”, diez rosarinas se asociaron en 2008 para crear un taller de bordado, con el que le ponen el pecho a los constantes vaivenes económicos que sufre el país

Ex alumnas de un curso de bordado, hoy estas mujeres gestionan su propio proyecto.
Ex alumnas de un curso de bordado, hoy estas mujeres gestionan su propio proyecto.

Una crisis como la de 2001 abarca a toda la sociedad y cada uno está destinado a responder. Los libros que garantizan el éxito rápido hablan de ser aniquilados o adaptarse a las nuevas reglas del juego. Pero las necesidades de inventiva de las grandes corporaciones deben también aplicarse a aquellos que no tienen nada y que deben subsistir generando recursos donde nunca los hubo.

Toda crisis acarrea consigo una necesidad de superación que permita salir de una situación que genera malestar y le pone barreras a la prosperidad. Una crisis personal se resuelve introspectivamente, una crisis política mediante el diálogo y una crisis económica se resuelve apelando al ingenio. Así lo vieron diez mujeres que en noviembre de 2008 decidieron asociarse para crear un microemprendimiento que les permitiera sobrellevar la crisis financiera global.

Originariamente, la sede del Servicio de Gestión de Empleos perteneciente a Cáritas tenía pensado brindar un curso de bordado con hilo y piedras para que las asistentes pudieran tener una herramienta más al momento de buscar trabajo. Pero como la unión hace la fuerza, terminado el curso ocho de las alumnas y las dos capacitadoras decidieron continuar trabajando juntas. Mediantes Cáritas obtuvieron un crédito de la Dirección de Prácticas en Oficios Populares (Dipop), dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. El dinero fue utilizado para comprar máquinas de coser, remalladoras y materiales que utilizan para confeccionar boinas, bufandas, cofias y vinchas para después de la ducha, chales, individuales y mantelería institucional. Todos ellos realizados con materiales de primera calidad. Cáritas sigue muy de cerca el proyecto ya que lo ve como una prueba piloto para otros microemprendimientos.

“Lo más importante es el grupo humano”, relata Ana María Maldonado, capacitadora en bordado con piedras. Y agrega: “Realmente logramos generar un equipo de trabajo. Estamos todas muy comprometidas con el proyecto y esto se debe no sólo a la necesidad personal de cada una sino al sentimiento de solidaridad que hay en el grupo”. Nora Lázari, docente para bordado con hilo, concuerda con Maldonado y rescata esa conciencia colectiva de la necesidad ajena.

Estas emprendedoras saben que lo que Cáritas les ofrece es un medio para salir adelante, para capacitarse en otras cosas y ampliar así sus posibilidades laborales. Pero no trabajan pensando en futuros trabajos, sino en el presente. Alicia Ríos, una de las bordadoras, aclara: “Acá exigimos mucho la prolijidad y las buenas terminaciones en las prendas. Una de las cosas que aprendimos es a apreciar nuestro trabajo. Sabemos que si hacemos las cosas con ganas tenemos más posibilidades de mejorar y crecer”.

Este proyecto en crecimiento, que aún carece de nombre, sirvió para levantar el autoestima de diez mujeres rosarinas. Sirvió para demostrar que aún hay personas con las que vale la pena asociarse. Que no hay edad para dejar de aprender, que no hay oficio que no gratifique y que no hay pesar que no pueda sobrellevarse con voluntad y sacrificio.

DÓNDE ADQUIRIR LOS PRODUCTOS

Por el momento los productos que realizan las diez mujeres del taller de bordado se encuentran a la venta únicamente en la sede del servicio de Gestión de Empleo de Cáritas, ubicada en Presidente Perón 3461. Allí realizan también trabajos por encargo, como mantelería institucional o cofias con logotipos.

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