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9 de julio de 1816: las ideas y las crisis

Por: Eduardo Pace

El proceso independentista más significativo de Sudamérica fue el emprendido en la antigua colonia del Virreinato del Río de la Plata, por el contexto en que se dio y por sus contradictorias formas intrínsecas, en el propio devenir del monopolio económico español.

Un lento reacomodamiento de intereses tras la pugna de 1810 se sustanció en las ideas que los congresales de Tucumán pusieron sobre el tapete tras largas sesiones de preparación. La cuestión en sí se sustanció en dejar de lado el interés real de empujar a su antigua colonia rioplatense al descrédito total con el imperio británico y por otra parte subordinarla a relaciones comerciales precapitalistas, es decir, la transición a la formación de un nuevo aparato de dominio junto a la vanguardia del posicionamiento militar establecido.

En este caso España pecó de su propia ingenuidad de tratar de salir airosa del período post napoleónico europeo con la vasta presión del conservadurismo agrario y por otra parte de convertirse en un modelo antiliberal frente a la opresión manifiesta y formalizada del constitucionalismo librecambista, sin contar con los componentes necesarios para llevar a cabo, por ende, una transformación económica de jerarquía. Inmersa en un contexto desgastante, España reacomodó su coyuntura política en el facilismo, la transgresión y la burocracia del consistente y para nada desconocido absolutismo, amparado momentáneamente por los altos cuadros de las fuerzas armadas.

En un contexto donde la crisis de identidad política y económica de la colonia coadyuvó a un complejo replanteo de cómo independizarse y darle al país en ciernes un contexto político legítimo que reconociera los derechos e intereses de cada una de las regiones económicamente productivas, se debatieron posturas en donde el federalismo autónomo y naciente sólo fue defendido por la enérgica disposición del Litoral y Artigas, sin enviar sus representantes a Tucumán, donde la burguesía porteña acaparó el interés de la mayoría reorientando el modelo de subordinación al monopolio británico, jerarquizando el peligro realista y destacándose, en la tercera mención que agregamos,  la “conciliación americanista belgraniana” con cierta tendencia monárquica y un fundamento institucional endeblemente definido: esta postura luego fue readoptada sagazmente por el sector burgués de Buenos Aires, en la unitaria y contradictoria Constitución de 1819.

El Congreso de Tucumán determinó el fin del hito español en una variable entendible de intereses en pugna, que se vieron reflejados con posterioridad en los inicios de la Anarquía del Año 20.

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