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Richard Bona tocó por primera vez en Rosario

El músico camerunés Richard Bona presentó el Dixon “The ten shades of blues”. Escribe Ernesto Avila/El Ciudadano

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Causa grata sorpresa que artistas de renombre aunque no masivos, que antes sólo recalaban en Buenos Aires, ahora también lleguen a Rosario. Por otra parte, no sorprende que exista en la ciudad un público como el del sábado a la noche en el Willie Dixon, adepto al jazz y tan bien dispuesto a disfrutar de un músico de características particulares como el camerunés Richard Bona. Con su toque africano entró y salió del jazz a la salsa o al reggae, en esa mezcla de estilos que engloba la denominada World music o World jazz. Junto a su banda, diversa como su propuesta, brindó un show de dos horas que fue una especie de viaje por distintos paisajes tropicales y que, por momentos, hipnotizó a los espectadores.

La primera visita de Bona fue toda una bienvenida. Un público atento y respetuoso posibilitó que la magia del bajista, con sus suaves climas y susurros, y sus melódicos cantos africanos, pudiera imantar al Willie Dixon. Si hasta hubo momentos en que se escuchaban al mismo tiempo las sutilezas melódicas de la banda y el rugido de los extractores de aire. Igual que la noche de enero ahí afuera, con un calor infernal, en el Dixon no se movía un aire y a la vez, adentro, era todo armonía: un silencio expectante bajaba por entre las mesas y subía a las gradas repletas.

Bona estuvo acompañado por el pianista holandés Etienne Stadjick, el trompetista neoyorquino Mike Rodríguez, el trombonista de la región estadounidense de Maryland Marshall Gilkes, el baterista de La Habana Ernesto Simpson y el guitarrista de la Isla de Guadalupe Jean Christophe Mallard.

Al promediar el concierto, la virtuosa banda dejó sólo frente al público al músico nacido en la pequeña aldea de Minta, que en la actualidad vive en Nueva York. Ese fue un momento muy especial porque Bona jugó con su máquina de voces hasta lograr un coro tribal que partía de sus propias cuerdas vocales, replicadas como un mantra, y que pareció transportar a los presentes hacia lugares impensados.

Entre tanto, durante todo el recital mostró además su carisma y entabló un diálogo constante, en inglés, con los espectadores. Entre tema y tema bromeó sobre el origen africano del tango, metió bocadillos en español y recordó el famoso partido del Mundial del 90 en el que la selección de fútbol de Camerún venció a Argentina 1 a 0. Bona habla siete idiomas, toca distintos instrumentos musicales además del bajo, y no tiene dificultades de encarar ningún género musical, pero cuando canta siempre lo hace en douala original, uno de los 227 idiomas que se hablan en su país natal.

Entre los homenajes del concierto –tocó además parte del material de su nuevo álbum The ten shades of blues–, se destacaron los momentos dedicados a Jaco Pastorius con la versión de “Donna Lee” de Charlie Parker y a su madre con un canto tradicional de iglesia.

De joven, Bona se formó en el puerto camerunés de Douala, luego emigró a París en donde lo descubrió Joe Zawinul. Luego recaló en New York en donde deslumbró al público en los clubes del Village y la zona media de Manhattan. El sábado pasado llegó por primera vez a conquistar con su música a un importante grupo de personas de un lugar remoto a orillas del río Paraná, llamado Rosario, que se rindió a sus pies y lo premió con una lluvia de aplausos.

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