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¿Se bifurcan los senderos?

Aunque las voces oficiales lo niegan, no son pocos los que pronostican rupturas entre socialistas y radicales. Una simple proyección política demuestra que la unión es una opción que presenta dificultades.

Daniel Zecca

El famoso libro “El jardín de los senderos que se bifurcan” era en realidad –según la pluma de Jorge Luis Borges– una historia que no terminaba nunca, cuyo autor se había propuesto construir un laberinto extremadamente complicado, que finalmente terminaba siendo el mismo libro. Los autores del libro del Frente Progresista parecen seguir el curso de los senderos que se bifurcan, aunque nadie puede acusar a Borges de haberlo escrito. Los derechos de autor parecieran querer cobrarlos varios, aunque los lectores santafesinos saben que nació en los 90, como una manera de intentar llegar a la Gobernación de la provincia, que tuvo como enemigo a la ley de lemas, la norma electoral que se lo impidió cíclicamente, hasta que un buen día el ex gobernador Jorge Obeid le dio pie a lo que fue la victoria de Hermes Binner en 2007, derogando la norma que tanto le había servido al peronismo para mantenerse en el poder.

En los últimos años ese Frente tenía un patrón claro, un jefe máximo, el único no peronista que podía tener aspiraciones a la Casa Gris: Hermes Binner. Su jefatura nunca fue discutida por los principales socios en el Frente (el radicalismo), que se conformaban con colocar algunos nombres en la administración, sin molestar demasiado.

Sin embargo, el aliado radical que prestaba la logística pero no se animaba a mucho más, afectado por las heridas que le dejó el helicóptero que se llevó a Fernando de la Rúa de la Casa Rosada a fines de 2001, empezó a levantar cabeza. Las figuras de Julio Cobos –después de la famosa resolución 125– y la de Ricardo Alfonsín, luego de la muerte de su padre, le insuflaron nuevos aires a lo que hasta ese momento era una sigla prohibida a la hora de pensar un gobierno nacional: la UCR.

Una buena gestión del intendente santafesino Mario Barletta y la normalización del partido también ayudaron. Ahora, con la vista puesta en el horizonte de 2011 los antiguos boinas blancas empezaron a pedir un poco más. “Institucionalización” le llama Barletta a la pretensión de que los candidatos santafesinos los deje de elegir el socialismo y el Frente se abra en sus discusiones internas a los demás socios.

El socialismo parece no escuchar los reclamos de sus socios, preocupado como está en la gestión, condicionada hacia abajo por los famosos rebeldes senadores justicialistas, y hacia arriba por las especulaciones presidenciales, un tema en el que no dan señales claras pero que podría ser el percutor que finalmente dispare la bala que hiera de muerte a una vieja alianza política.

Detrás de ese disparador aparecen muchas hipótesis que incluyen a Binner en la fórmula presidencial. Muchos lo tenían como compañero de Cobos, otros llegaron a decir que sería el vice de Néstor Kirchner, y en las últimas semanas el senador cordobés Luis Juez se animó a proyectar un espacio de centroizquierda con Binner y Pino Solanas como sus máximas figuras.

 Una pista radical

 El presidente de la UCR a nivel nacional, Ernesto Sanz, fue tajante hace unos pocos días con respecto al rol del PS en 2011: “Tendrá que definirse. Si su intención es formar parte de un espacio con Pino Solanas y Luis Juez, que lo decidan. Nosotros tampoco tenemos por qué quedar atados a eso: revisaremos nuestras alianzas en Santa Fe. En 2011 el radicalismo tendrá la misma estrategia en la provincia de Santa Fe y en la Nación”. Ante la pregunta de cuál sería la reacción si el socialismo decide diferenciar las estrategias en la provincia y en el país, Sanz dijo que eso “es muy lindo para el socialismo, pero no para el radicalismo”.

Lo que parece quedar claro es que si Binner no va tras Cobos, la UCR no iría tras Binner. Pese a que todas las voces del radicalismo insisten en desestimar una ruptura del Frente, con sólo proyectar hacia el futuro algunas situaciones los caminos, como en el libro de Borges, tienden a bifurcarse.

De los dichos de Sanz se desprende claramente que los armados políticos diferentes en provincia y Nación no son “buenos para el radicalismo”.

 Una opción difícil

 La opción que tiene el socialismo por delante, entonces, parece ser debilitarse en la provincia en aras de una candidatura a presidente por un espacio de centroizquierda o proyectar la alianza provincial a nivel nacional, aguardando que las internas radicales le asignen un lugar, desestimando el espacio que comenzaron a construir con el cordobés Juez y el porteño Solanas.

La segunda opción, mantener el Frente Progresista en la provincia, tampoco parece asegurarle un lugar de preeminencia. Si los reclamos del nuevo titular de la UCR provincial, el diputado Hugo Marcucci, y del intendente santafesino Barletta se concretan –y las internas se realizan en toda la provincia– podría pasar que el actor secundario dentro del Frente pase a ser el socialismo, con un radicalismo que tras la normalización del partido pone todas las fichas para llegar a la Casa Gris en 2011, “chupados” de lo que suponen será una buena elección presidencial de Julio Cobos o de quien fuere.

El radicalismo espera tener un candidato a presidente que traccione votos, estructura en el interior de la provincia y un intendente en una ciudad grande que puede exhibir una gestión aceptable, con ganas de ser gobernador. El socialismo no tiene un candidato definido para la Gobernación, aunque hay varios anotados. Puede ser el ministro de Gobierno Antonio Bonfatti y puede ser, también, el intendente rosarino Miguel Lifschitz. Uno arrastra las heridas de la gestión y el otro no pasa por los mejores momentos.

En ese marco el reciente encuentro entre Solanas, Juez, Binner y Giustiniani, pese al perfil bajo que se le quiso dar a la cuestión, parece ser una señal clara de la elección que podría tomar el PS.

Las declaraciones de los principales referentes no permiten vislumbrar todavía nada nítido, aunque está claro que la resurrección del partido radical en la Nación y en la provincia, y la imposibilidad de la reelección de Hermes Binner son claves de un nuevo mapa político, desconocido en la relación de estas dos fuerzas.

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