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¿Quién recuerda a Lenin en la Rusia de hoy?

Vladimir Ilich Lenin, fundador de la Unión Soviética para los más cultos o simple “estatua” para los más jóvenes, cuyo 140º aniversario se conmemoró ayer, va pasando al olvido y deja lugar a Iosif Stalin, símbolo de la autoridad del Estado, un tema de moda desde hace unos diez años en Rusia.

Vladimir Ilich Lenin, fundador de la Unión Soviética para los más cultos o simple “estatua” para los más jóvenes, cuyo 140º aniversario se conmemoró ayer, va pasando al olvido y deja lugar a Iosif Stalin, símbolo de la autoridad del Estado, un tema de moda desde hace unos diez años en Rusia.

En menos de veinte años el número de rusos que designan a Lenin como la “personalidad más notable del mundo” disminuyó en más de la mitad, pasando de 72 a 34 por ciento, según el centro ruso independiente Levada.

Paralelamente, tres veces más de rusos (36 contra 12 por ciento) dan a Iosif Stalin el título de sucesor de Lenin.

“Stalin simboliza las conquistas del imperio soviético y por eso seduce a los rusos más que Lenin”, del cual hay todavía más de 16.500 estatuas en Rusia, explicó Denis Volkov, sociólogo del Centro Levada.

Fue en 2000, con la llegada al poder de Vladimir Putin –que buscaba afirmar su autoridad después de los tumultuosos años 1990– que la popularidad de Stalin aumentó en detrimento de Lenin, cuya momia sigue en un mausoleo al pie del Kremlin.

“La propaganda estatal abandonó a Lenin dando preferencia a Stalin, presentado como un líder más fuerte y autor de la victoria de los soviéticos contra los nazis, acontecimiento positivo que es, de lejos, el más importante del siglo pasado para los rusos”, agregó el sociólogo.

Pero “la oposición entre los dos tiranos es artificial”, estima el analista Valéri Jomiakov, director general de la ONG Consejo de la Estrategia Nacional, para quien “Lenin es el autor del terror rojo que ordenó ejecuciones en masa y preparó los crímenes del stalinismo”.

Sin embargo, hasta el fin de la Unión Soviética en 1991, la reputación del padre de la revolución bolchevique se mantuvo inalterable, a diferencia de Stalin, cuyo culto fue denunciado en varias oportunidades después de su muerte en 1953.

En la escuela primaria, los niños soviéticos aprendían de memoria poemas sobre el “abuelo Lenin”, ejemplo de sobriedad y de altruismo, bajo retratos donde aparecía cuando era bebé, con el rostro radiante bajo sus cabellos rizados y dorados.

Luego en la universidad, el quebradero de cabeza era el eterno enigma del régimen que afirmaba que Lenin, fallecido en 1924, estaba “más vivo que todos los vivos”, o aprendían que el examen de su cerebro, cuidadosamente conservado, permitía explicar de dónde venía su genio”.

“Fue la perestroika la que destronó a Lenin”, destacó el politólogo Gleb Pavlovski. “La nueva Rusia ya no quería más que sus orígenes remontasen a la Revolución de 1917 y quería olvidar a Lenin”, agregó.

Revolucionario, antimonárquico, enconado ateo e internacionalista, Lenin no moviliza a las masas en Rusia, contrariamente a Stalin, imagen de un Estado nacional fuerte, destacó este politólogo allegado al Kremlin. Si la retirada de sus restos de la plaza Roja y su inhumación provocan aún encendidos debates, Lenin parece haber sido definitivamente enterrado por los jóvenes.

“Lenin es una estatua cerca de nuestro almacén”, escribe Dacha, en el primer curso de primaria, durante una prueba escrita organizada recientemente en una escuela moscovita. Para Tania, es un “hombre con un gorro” y para Alexandre “un cosmonauta”.

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