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Ciencia y rinde

Desde UNR y Conicet buscarán cómo aprovechar toda la planta de cannabis

Un grupo de investigación planea estudiar la potencialidad antioxidante y antipardeamiento de las hojas, que suelen ser descartadas, para hacer productos en cosmética y alimentación

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En algún momento de la historia, el alcaucil pasó de ser una hortaliza de la que solo importaba su fruto para comer, a ser una planta de la que se puede aprovechar hasta sus hojas para hacer protectores hepáticos, por ejemplo. En el medio, estuvieron quienes trabajan en la ciencia, que confirmaron sus potencialidades, abriéndola a nuevos usos y reduciendo su desecho. Este año un grupo de investigación de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) intentará hacer lo mismo con el cannabis. Analizarán componentes de las hojas que puedan ser parte de productos de cosmética y también de la industria alimenticia. 

La flor del cannabis ya es consumida y usada para hacer desde aceites y cremas hasta jabones. Sus ramas pueden servir para la industria textil, del papel o la construcción y también se ha probado el valor nutricional de las semillas como gran fuente de omega-3.

“En este caso queremos investigar sobre qué más puede aportar la planta de cannabis entera en momentos donde la industria mayoritariamente se queda en la flor y los cannabinoides más conocidos”, cuenta a El Ciudadano, Federico Rúa, doctor en Química, investigador de Conicet, docente de la facultad e integrante del Instituto de Investigación en Ciencias Agrarias de Rosario (IICAR).

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Qué hacer con las hojas de cannabis

Si bien hay quienes usan las hojas de la planta para hacer, por ejemplo, manteca, la hoja es uno de los principales descartes del cannabis al momento de la cosecha. Según explica el investigador rosarino, quien viene de trabajar con alcauciles, en ese desecho hay potencial más allá de los componentes más estudiados y conocidos: el THC y el CBD. “Ambos son cannabinoides, que son metabolitos secundarios importantes, pero no son los únicos en la planta con capacidades. También están los polifenoles, como la cannflavina A y B y demás flavonoides”, señala Rúa y apunta con su trabajo a poder comprobar que, como otros polifenoles, pueden servir como antioxidantes y hasta antiinflamatorios. 

Rúa trabaja junto a otro grupo de la UNR y la Asociación Civil para Investigación y Desarrollo del Cannabis y sus derivados (APIDC). Su investigación puede llevar a la industria alimenticia a utilizar las hojas del cannabis para evitar manchas en las frutas o verduras y en la industria cosmética para tratar las manchas en la piel, entre otros usos. Incluso es posible que pueda servir al agro para productos que controlen plagas.

“Intentaremos comprobar actividad en cuanto a inhibición enzimática de distintos extractos sobre diferentes targets, luego identificar/aislar los compuestos activos y focalizarnos sobre qué se puede hacer con ellos, más que seguir sobre los cannabinoides que ya están bastante estudiados”, agrega Rúa, quien adelanta que la industria también ha puesto su mirada incluso en el aprovechamiento de las raíces.

Federico Rúa, doctor en química y docente en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR.
Usar toda la planta de cannabis

Según Rúa, estamos en momentos donde la planta se encuentra con las lógicas del mercado y eso impacta en lo que hace la ciencia. “Entre los extremos de concentraciones –las plantas y derivados hechos con CBD o THC aislados– está la planta entera, cuya integralidad está comprobado que puede brindar bastante más”, explica Rúa y completa: “Por eso, avanzan los aceites de cannabis de full spectrum en buena parte de la sociedad contra los que tienen concentraciones mayoritarias de uno u otro cannabinoide”. 

El investigador habla del efecto séquito, donde distintos componentes de la planta trabajan en conjunto para diferentes objetivos en un balance. Entre estos componentes están los terpenos y flavonoides. En la farmacología es conocido como efecto sinérgico y fue reconocido en el mundo del cannabis por Raphael Mechoulam en la década del 90. 

El científico, que había logrado aislar e identificar componentes de la planta como el THC en la década del 60, descubrió junto a Shimon Ben-Shabat, que cuando ciertos cannabinoides se tomaban solos, tenían poco o ningún efecto. Mechoulam murió en 2023, pero su legado sigue en marcha con distintas investigaciones en torno a los potenciales de la planta.

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