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Aprovechar el turismo para salvar la cultura

Una comunidad guaraní organizó una empresa que explotará mostrarse tal como es.


Con la organización de una empresa turística de base comunitaria la comunidad mbya guaraní Yyryapú, próxima a las cataratas del Iguazú, está a punto de alcanzar un hito en su batalla por conservar su cultura y su forma de vida. “Estamos en la etapa de definir el papel de cada uno: quién administra, quién se ocupa del mantenimiento, quién atiende a los visitantes”, detalló Claudio Salvador, coordinador del Proyecto Mate (Modelo de Autogestión para Turismo y Empleo), que acaba de cumplir siete años acompañando esta experiencia.

El proyecto apunta a que, tras capacitarse, los propios indígenas se organicen para explotar en forma autónoma la recepción de visitantes en su territorio, y puedan obtener así una porción del millonario negocio turístico que rodea a las Cataratas.

“El negocio no es la prioridad –aclaró Salvador– sino conservar su propia cultura; que les permita seguir viviendo según sus pautas culturales. Se busca reproducir la vida, no el capital”.

En la aldea, cuyo nombre significa “ruido del agua”, viven unas quinientas personas, de las cuales unas quince o veinte tendrán empleo directo en la empresa comunitaria, mientras que unos cincuenta artesanos podrán aprovechar el movimiento que se genere para vender sus productos.

“La comunidad definió que parte del dinero que se recaude irá al fondo comunitario, para atender las necesidades que se determinen, como instalar una bomba de agua o pagar un remís para llevar a una parturienta al hospital”, explicó Salvador.

La nueva empresa, cuya actividad se viene ensayando en forma embrionaria, organizará visitas a la selva a través de senderos, con guías aborígenes que no sólo  mostrarán su milenario conocimiento de la naturaleza sino también aspectos de su cultura.

La maduración de la iniciativa requirió un largo camino previo, en el que otro hito fue la creación, en 2007, del Centro Intercultural Bilingüe Mbya Guaraní Clemencia González Jachuka Yvapoty, también llamado “Escuelita de la Selva”, cofinanciado por los gobiernos de Canadá y de Misiones.

Allí, en un aula edificada en el territorio de la aldea Yyryapú, profesores de las dos culturas formaron a jóvenes y adultos para desarrollar las tareas turísticas, desde el guiado hasta la administración.

En cinco años pasaron por aquí unos 120 alumnos, de los cuales unos treinta certificaron sus capacidades con el aval del gobierno de Misiones a través del Servicio de Enseñanza Privada.

“Siguiendo su línea y su propio modelo de diálogo intercultural respetuoso, el proyecto promueve la capacitación y la ampliación del capital social preexistente en el territorio, tendiendo a la autogestión comunitaria de los bienes y servicios que se ponen en juego con la actividad del etnoturismo”, dijo Salvador.

“Yyryapú no transformará el sistema, pero agregará una tonalidad diferente al conjunto de atractivos locales”, concluyó.

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