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La soja y Brasil encienden una alerta para la Argentina

A un mes del cierre del 2011, la caída en el precio de la soja y la depreciación del real brasileño encendieron luces amarillas en el país.

A un mes del cierre del 2011, la caída en el precio de la soja y la depreciación del real brasileño encendieron luces amarillas en el país, ya que la evolución de estos dos activos fue y será clave para el futuro de la economía argentina. Se trata de dos variables que dependen de factores externos.

La oleaginosa, que nutre de dólares al país por la vía del comercio internacional, cerró noviembre a 415,7 dólares por cada tonelada en el Mercado de Chicago. Este precio significó una caída de 6,3 por ciento en el mes, 28 dólares por tonelada, y de 18,8 por ciento en el año, 96 dólares por cada tonelada.

La consultora Finsoport calculó en un informe que en los últimos meses las cotizaciones FOB del maíz, del trigo y de la soja disminuyeron entre 10 y 20 por ciento desde agosto de 2011. “Si este nivel se mantuviera a lo largo del 2012 los efectos sobre las exportaciones y los ingresos fiscales –retenciones o derechos de exportación, tal su verdadero nombre– serían menores”, anticipó. Pero dijo que si se repite la caída que registraron los granos en la primera fase de la crisis internacional (30/40 por ciento) tendría “efectos negativos muy graves sobre la economía argentina”.

En el primer caso, las exportaciones agroindustriales caerían 1.000 millones de dólares en 2012, mientras las retenciones mermarían en 400 millones. Sin embargo, en la segunda hipótesis de mayores pérdidas para los granos, las exportaciones disminuirían 7.000 millones de dólares en 2012 y los ingresos por retenciones cederían 2.200 millones, con un mayor impacto para las cuentas públicas.

La soja, ese oro verde para la economía argentina, no es la única preocupación del gobierno y el sector privado. La evolución del real brasileño, una moneda clave por la importancia del intercambio comercial con el país vecino, comenzó a preocupar a los agentes económicos locales.

La moneda de la principal economía de América latina cerró noviembre en 1,81 por dólar, con lo que registró un retroceso mensual de 6,3 por ciento que se amplió a 8,6 por ciento en los once meses transcurridos de 2011. En los mismos lapsos, el peso argentino se devaluó sólo 0,94 y 7,23 por ciento contra el dólar, respectivamente.

La pérdida de competitividad de la moneda argentina con sus principales socios comerciales quedó reflejada en los últimos dos informes del Banco Central sobre la evolución del Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM). El índice TCRM de la autoridad monetaria mide el precio relativo de los bienes y servicios de la economía argentina, aunque diverge respecto de la información del Indec.

En septiembre, el peso argentino perdió 4,5 por ciento de su competitividad relativa contra una canasta de monedas, y en octubre profundizó otro 0,5 por ciento. Si se compara la evolución contra el real brasileño, la situación es menos favorable. La moneda argentina se apreció 8,3 por ciento en septiembre y 0,5 por ciento en octubre, según el TCRM.

La cotización del real y la evolución de la economía de Brasil son fundamentales para la Argentina porque el vecino país es uno de los principales compradores de manufacturas locales. Cualquier variación afecta al sector industrial argentino y, por ende, al mercado de trabajo.

Precisamente, el Comité de Política Monetaria (Copom) del Banco Central de Brasil decidió este 30 de noviembre una reducción de 50 puntos básicos la tasa de referencia Selic, hasta 11 por ciento, en lo que significó el tercer recorte desde el 31 de agosto. Estos movimientos abaratan el costo del real brasileño e impactan sobre la competitividad argentina. Brasil tomó esta decisión porque su economía se desaceleró durante el tercer trimestre.

Los analistas no prevén un estancamiento de Brasil en 2012, pero sí han rebajado las proyecciones de la tasa de crecimiento hasta 3 por ciento anual.

Según Finsoport, habrá en Argentina impacto para las actividades proveedoras de la industria brasileña, pero mejor perspectiva para “aquellas que abastecen el mercado interno” de Brasil y las que están ligadas a la construcción, debido a que el país vecino organizará Juegos Olímpicos y el Mundial de Fútbol en los próximos años.

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