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Ya van 540 muertos en Río

Aumentaron las víctimas en la región montañosa carioca por los desbordes de agua y barro, en una de las peores catástrofes naturales del Brasil. La zona sigue en “estado de alerta” ante nuevas tormentas.

Más de 540 personas ya perdieron la vida en la catástrofe que asoló la sierra del norte de Río de Janeiro, donde los pobladores enfrentaban ayer un panorama de caos, búsquedas de cuerpos y ansiedad por la llegada de más lluvias que pueden provocar nuevos derrumbes.

La ciudad de Nova Friburgo, una de las más afectadas por la tragedia que pagó con más de 200 muertos, ofrecía un panorama de caos y desolación.

Largas filas de autos de vecinos intentaban abandonar la ciudad hundida en el barro y que no tiene ni agua ni luz, compitiendo por el estrecho espacio en la semiderruída carretera con bomberos y ambulancias que entraban para continuar las labores de rescate.

Mientras, algunos de los barrios periféricos, muchos aislados y abandonados tras la tragedia, eran fruto de saqueos, según denunciaron los vecinos.

“Me voy de casa porque no hay electricidad, no hay agua, no hay comida”, dijo a la AFP Marise Ventura, de 54 años, antes de abandonar la ciudad con su padre.

Según informaban anoche los diarios O Globo y Folha Sao Paulo 540 personas murieron en los municipios de Nova Friburgo, Teresópolis, Petrópolis y Sumidouro. La presidenta Dilma Rousseff anunció envió de 100 millones de reales para atender la catástrofe. La situación es tan grave que autoridades advirtieron que el número de muertos podría duplicar la actual cifra.

Torrenciales lluvias la madrugada del miércoles provocaron deslizamientos de tierra y ríos de barro que arrastraron todo lo que encontraron a su paso, incluidas casas donde los pobladores dormían.

El vecindario donde vivía Lucio Souza, en el norte de la ciudad, quedó destruido: “Había agua por todas partes, gente gritando «ayuda, socorro»”, explicó. “Mucha gente perdió la vida, familias enteras desaparecieron, ya no hay calles”, contó Souza, mientras hacía cola en la única estación de servicio abierta.

La región fue puesta en estado de alerta después de que los servicios meteorológicos previnieron a los bomberos que se esperaban nuevas y fuertes lluvias.

“La previsión de lluvias no es tranquilizadora”, advirtió el gobernador de Río, Sergio Cabral, tras visitar anteayer la zona con la presidenta Dilma Rousseff.

El gobernador llamó a la población a dejar sus casas en las zonas de peligro, “porque hay áreas donde hay riesgo de deslizamientos desbordes de ríos”.

“Las lluvias van a continuar al menos hasta el miércoles de la próxima semana. La previsión es de una lluvia débil pero continua, lo que es malo porque favorece nuevos deslizamientos”, informó ayer a la AFP Luiz Cavalcanti, responsable del Instituto Nacional de Meteorología (Inmet).

Y mientras cientos de personas todavía buscaban a sus familiares o intentaban reconocerlos en morgues improvisadas en locales públicos, como una iglesia y una comisaría, los familiares comenzaron a enterrar a sus muertos en lo que quedaba de los cementerios locales.

“No tienen noción de lo duro que es ver llegar tantos cuerpos de niños… Es horrible”, dijo a la AFP un bombero de Teresópolis, la otra ciudad en la que se perdieron más de 200 vidas, muchas de niños y ancianos, los que más difícilmente podían defenderse de las trombas de lodo y agua. Los gimnasios se han convertido en centros de acogida de la gente que lo perdió todo y que está a la espera del dinero prometido por el gobierno y las masivas campañas de solidaridad que han surgido en todo el país.

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