Luego de varias reuniones y charlas de capacitación al personal femenino del Servicio Penitenciario, anteayer se realizó el primer traslado de una reclusa transexual a un penal de mujeres, dando un paso más en la aplicación en la provincia de la ley de Identidad de Género.
Priscila aguarda a reporteros sentada en la escuelita de la Unidad Penal Nº5 de Mujeres. La custodian dos empleadas penitenciarias y una celosa abogada que por motivos privados anuncia que su clienta no dará la entrevista. En el viejo pizarrón de la salita todavía se alcanza a leer: “Nadie puede definir tu identidad. Al fin y al cabo cada uno es responsable de quién y cómo es”. La frase es parte del programa de adaptación lanzado hace dos meses por autoridades provinciales para poner en marcha la ley de Identidad de Género dentro de las cárceles santafesinas. Y Priscila, una joven de 28 años que hace escasas semanas recibió su nuevo DNI, se convirtió en la primera trans alojada en una cárcel de mujeres.
Ayer, tanto internas del pabellón de la planta alta como empleadas penitenciaras volvieron a expresar su tranquilidad y buena predisposición para una convivencia que en las últimas semanas dio lugar a numerosos debates por cuestiones puntuales plasmadas en mesas de diálogo.
Aunque para algunas cuestiones, todavía se notaba cierta resistencia: “Está todo bien, lo único es que duerme y se ducha con nosotras y habíamos acordado que lo haría en forma separada”, dijo una de las internas.
Al respecto, el secretario de Asuntos Penitenciarios, Pablo Cococcioni, argumentó que la decisión no fue por cuestiones edilicias sino porque las internas no mostraron oposición, como sí lo hicieron las mujeres detenidas en la Unidad 4 de Santa Fe, que se prepara para recibir a otra trans actualmente alojada en Coronda (cuyo traslado no se hizo efectivo porque volvió un día más tarde de una salida transitoria).
“Es un pabellón común que tiene habitaciones separadas pero sin puertas y Priscila duerme con otra joven embarazada que se manifestó conforme”, dijo Cococcioni tras reconocer que se venció “el grado de resistencia inicial” aunque todavía hay mujeres con “mejor ánimo que otras, pero son conflictos normales”. En ese sentido, el funcionario recordó que también se debieron sortear discrepancias con empleadas del servicio penitenciario, en especial porque algunas no consideraban justo hacer las requisas.
“Alcanzamos cierto consenso durante los cursos de capacitación que incluyeron un refuerzo en cuestiones de seguridad, ya que plantearon que las trans tienen biológicamente la fuerza de un hombre. Es por ello que la primera requisa a las trans la hará la directora de la Unidad para predicar con el ejemplo”, dijo Cococcioni.
Por su parte Graciela Rojas, presidenta de la ONG Mujeres Tras las Rejas, remarcó que si bien es una “ley buena y progresista en cuanto reconoce el derecho a la identidad de la personas permitiéndole que estén en prisión de acuerdo a su género”, sin políticas públicas de inclusión no se puede poner en práctica.
En ese sentido recordó que las mujeres privadas de la libertad “no están sólo recluidas sino también excluidas” y aclaró que el caso de Priscila es aún más complejo y hace necesario “afinar estrategias de inclusión” ya que la cárcel “es un espejo de la sociedad y dentro del encierro se replican las mismas reglas del afuera”.
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