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Vitamina Sánchez con El Hincha: su presente en Bolivia y las ganas de revancha en Central

El ex jugador y DT canalla conduce a Oriente Petrolero, que tiene como presidente a Ronald Raldes. Con mirada crítica, analizó aquel paso difícil como entrenador del equipo auriazul en 2008 pero es optimista para un regreso

Por Guillermo Ferretti y Enrique Genovar

Las charlas con Pablo Sánchez pueden atravesar distintos temas, pero cuando en el diálogo aparece la pelota, Vitamina se enciende. Aquel volante exquisito que con sus gambetas se metió en el bolsillo a los hinchas de Rosario Central a mediados de 1995 es un apasionado del fútbol y ese amor por jugar le dio paso luego al técnico. Hoy, después de 7 años como entrenador en la primera división del fútbol chileno, Vita dirige Oriente Petrolero, uno de los grandes del fútbol de Bolivia, y club que preside su amigo, el ex canalla Ronald Raldes.

En contacto virtual con El Hincha, Pablo Sánchez habló de su presente laboral. Pero también analizó su breve paso como DT de Central, cuando empezaba su carrera de DT, allá a mediados de 2008. “Pasaron cosas raras con la hinchada, y no me refiero al hincha sano”, recordó de aquel tiempo. Y también dejó claro su deseo de contar con una revancha. “Tengo la certeza de que en algún momento volveré a Rosario, y estando allá no me veo haciendo otra cosa que trabajando en Central”, dijo Vita.

-¿Cómo estás sobrellevando esta cuarentena en Bolivia?

-Santa Cruz de la Sierra está un poco más complicada que el resto del país, es la ciudad con más cantidad de contagios, por lo que hay cierta preocupación de parte de las autoridades. Estamos esperando para ver cómo avanza esto y qué instrucciones dan desde el gobierno para lo que viene. Lógicamente, como presidente del club, Ronald Raldes está muy preocupado por este problema. Pero tuvo la suerte que tanto el cuerpo técnico como los jugadores entendimos la situación y los problemas económicos que acarrea, y aceptamos recortes salariales.

-¿Qué cambió del Vitamina que empezó su carrera como técnico interino de Banfield allá por 2007, al de hoy?

-Disfruto mucho dirigir a Oriente Petrolero porque le tomé cariño allá por 2009, cuando me tocó estar por primera vez. Ni hablar con esto de que mi amigo Ronald es el presidente del club, lo que me hace sentir más cómodo aún. Antes de volver a Bolivia, estuve 7 años dirigiendo en Chile, me fue relativamente bien y creo que me consolidé y gané mucha experiencia.

-¿Repasás todavía aquel paso por Central en el inicio de tu carrera como DT?

-Reviso los 9 partidos que me tocó dirigir en Central y encuentro que no fueron malos. Especialmente si los analizo desde la propuesta, desde la intención de juego, desde el desarrollo. Los puntos que cosechamos en esos partidos, ocho, fueron pocos. Pero, a la distancia, creo que cometí un gran error. Acepté un contrato que me propuso Horacio Usandizaga (NdR. presidente por entonces) en el que, en caso de que me tuvieran que despedir, tenía derecho a cobrar hasta el último día trabajado, y no podía exigir el total del contrato, que es lo habitual. Con el paso del tiempo, me di cuenta que eso fue un arma de doble filo. Por un lado cae bien en la dirigencia de turno que uno acepte un contrato con ese formato, pero les permite que te puedan echar del club con mucha facilidad. Los técnicos generalmente somos el primer fusible cuando las cosas no andan bien. Después de mí, Central lo contrató como técnico a Gustavo Alfaro, que sumó 8 puntos en 18 partidos. Consiguió los mismos puntos que yo, pero estuvo el doble de partidos, porque era más difícil despedirlo ya que había que pagarle todo el contrato. No me arrepiento de lo que firmé en su momento. Pero les facilité las cosas a los dirigentes de turno. De otra manera, a lo mejor hubiera tenido un par de partidos más en el cargo tratando de revertir la situación.

-Decís que no te arrepentís de haber firmado aquel contrato. Pero, si pudieras retroceder en el tiempo, ¿repetirías cada paso que diste como técnico de Central?

-Puedo llegar a cambiar alguna decisión que tomé dentro de un partido, algo en lo deportivo, pero repetiría la decisión de asumir el cargo y del armado del plantel. Era joven, tenía 35 años y hacía poco que había dejado de jugar, pero creo que armamos un buen equipo. Había vuelto Ezequiel González, estaba el Kily, y contratamos a Andrés Franzoia, que venía de ser goleador del torneo anterior y era un poco la vedette del mercado. Pero a nosotros Franzoia no nos funcionó, terminaron jugando los delanteros del club, el Chino Vizcarra y el Cachi Zelaya. También lo teníamos a Jesús Méndez, que en ese momento tenía problemas personales y no le pude sacar lo mejor. No me arrepiento, armamos un buen equipo. Y recuerdo que le empezamos ganando a Estudiantes, que tenía un gran equipo. Pero después no nos salió nada. Perdimos partidos sin que los rivales hicieran demasiado para vencernos. Después llegó un partido con San Martín de Tucumán en el Gigante, que ganábamos 1 a 0 y teníamos sumamente controlado; pero en el final nos empataron con un zapatazo desde afuera del área y ahí sí sentí que me trataron mal, que ya estaba todo prácticamente sentenciado.

-¿Qué pasó ese día?

-Después del partido, Manuel Usandizaga (NdR. Hijo del presidente y manager del club) fue al vestuario a decirme que su papá se había descompuesto, que estaba mal por los insultos de la gente. En fin, después de esa charla quedaba claro que tenía el partido siguiente con Racing para tratar de cambiar la historia. Pero  el clima que se vivió en la semana previa a ese partido estuvo muy enrarecido, y eso hizo que juguemos contra Racing con los pelos de punta. Arrancó el partido y nos cobraron un penal en contra con expulsión del arquero, y se hizo imposible conseguir el resultado que necesitábamos. Pero el equipo a mí me gustaba, especialmente desde la intención. Y también hay que tener en cuenta que tampoco tuvimos tanto tiempo para trabajarlo.

-Reconocés que en esos partidos que dirigiste en Central no sumaron los puntos necesarios como para estar tranquilos. Pero, teniendo todo lo que habías hecho como jugador del club, ¿esperabas que te tuvieran un poco más de paciencia, o que te cuidaran un poco más?

-Había algunas cositas raras en las tribunas que me hacían ruido. No estaba todo bien con la hinchada, y no me estoy refiriendo al hincha sano.

-Definamos “cosas raras”.

-Ustedes saben a lo que me refiero. Se generó un clima en la tribuna que me hizo ruido. No podía entender que hubiera maltrato, destrato y tanta falta de paciencia conmigo. Sabía que tenía que andar bien porque corría el riesgo de que pasara lo que finalmente sucedió.

-¿Lo ves a la distancia a Central?

-Lo veo cuando puedo, hay que tener en cuenta que la geografía de Bolivia nos obliga a viajar mucho y hay viajes medio complicados, mucho avión. Si lo puedo ver, lo veo. También hay una realidad, esto me pasaba también en Chile cuando está la hora de la cena y hay un televisor en el comedor en el que comemos con los jugadores generalmente se ve el fútbol de la Liga nacional, el chileno o el boliviano. Por eso a veces lo veo en el celular y sin prestarle la atención que se merece un partido de futbol y más siendo Central, lo tengo ahí para ir prestándole atención en la medida que se pueda. Bien no lo pude seguir, no lo puedo seguir.

-¿Tenés ganas de revancha?

-Siempre digo que me gustaría volver a tener una posibilidad en el fútbol argentino. Me fue bien en Chile, me ha ido bien acá en Bolivia en 2009, ahora con este parate está todo medio enredado, no sabemos si el torneo va a quedar desierto o va a continuar. Pero sí que me gustaría el día de mañana poder trabajar en Argentina, ni hablar ojalá alguna vez en Central, no sé cuándo será el momento.

-¿Tenés la sensación de que te va a tocar esa revancha?

-Soy optimista. Mi profesión me alejó de la ciudad. Y sé que para vivir de nuevo en mi ciudad, con mi gente, mis amigos, mis hijas, mis viejos y mis hermanas, laboralmente tendría que trabajar en Central porque no puedo hacerlo en otro lado. Jamás trabajaría en Newell’s por cuestiones lógicas. Me encantaría y siento de alguna manera que voy a volver a estar en Rosario, necesito como ser humano estar en Rosario, me tira mucho. Ya he viajado mucho, como jugador y técnico viví en once ciudades, en seis países. Siento que en algún momento voy a tener la necesidad de volver.

-¿Te llamaron alguna vez para dirigir de nuevo en Central?

-Nunca. Escuché rumores, me decían estate atento que te pueden llamar, pero nunca.

-Sí como referente de consultas cuando los actuales dirigentes eran oposición.

-Sí, pero hace muchísimo tiempo. Me acuerdo que la reunión que tuvieron conmigo era para proponerme como manager o secretario deportivo, cargo que hoy tiene el Monito (Gordillo), y les dije que no porque mi ambición iba por otro lado. Sufro mucho con esta profesión pero siento que la necesito. Me acuerdo que también me preguntaron por el tema de inferiores y les hice tener una reunión con Hernán Lizzi que fue técnico de reserva cuando yo dirigía en primera, que les hizo una exposición de su proyecto. Me preguntaron quién les sugería como técnico y me acuerdo que en esa época por el carisma y la personalidad, lo propuse a Tito Bonano. Sé que hablaron con Tito que estaba viviendo en Barcelona y se quedó allá, y estaba con otra idea más parecida a la mía. Eso fue hace muchos años atrás, antes de que ganen las elecciones.

-¿Te sorprendió lo de Coudet en Central?

-Me sorprendió para bien lo del Chacho. No a todos los técnicos que arrancan les va tan bien como le fue al Chacho. Chacho estuvo dos años, el primero fue maravilloso, fue un acierto permanente en las contrataciones. Las contrataciones fueron muy buenas y eficaces, y provocaron que los chicos que venía preparando Miguel (Russo) funcionaran como Cervi, Lo Celso, Montoya, Salazar. Lo que trajo como refuerzos hicieron que lo que puso de abajo funcione a la perfección, de hecho fueron todos bien vendidos. Pero los mercados siguientes del Chacho no fueron del todo buenos. Sí creo que generó un cambio, hizo que el hincha de Central volviese a creer. El hincha estaba un poco apagado, escéptico, y logró encenderlo nuevamente. Y hoy se mantiene esa llama, y al tiempo se logra la obtención de la Copa Argentina como para coronar ese proceso más allá de que no lo logra él.

-Esa llama que encendió Coudet, ¿generó más exigencia para cada técnico que vino después?

-Sí, no es fácil reemplazar a un entrenador exitoso. Pero, en definitiva, nosotros los entrenadores tenemos que saber que si nos contrata un club es porque a un técnico le fue mal o porque le fue muy bien. Uno llega a un lugar y la vara está muy alta; o llega a otro y el equipo está un poco desacomodado. Es muy raro llegar a un lugar donde esté todo bien o que no esté la vara alta. Eso sí que es difícil. Eso se puede dar en otra liga, pero no en Argentina.

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