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Una vida cantándole al amor

Sergio Arboleya / Télam. Fito Páez celebrará el miércoles 50 años de edad parado en la premisa de seguir haciendo sin detenerse en balances ni en reflexiones sobre el paso del tiempo. “Quiero que las cosas vayan andando porque no tengo planes de conquista”, dijo.


fito-dentroCon tres álbumes en ciernes y una primera novela a punto de publicación, Fito Páez celebrará el miércoles sus 50 años de edad parado en la premisa de hacer sin detenerse en balances ni en reflexiones acerca del paso del tiempo que sintetiza como “una vida en la búsqueda del amor”.

“Sin entrar en binarismos morales, hay una vida en la búsqueda del amor como una fuerza bienhechora y, también, de la identificación de la pasión como una fuerza no tan bienhechora, compleja y muy atractiva”, analizó Páez en una entrevista con Télam.

Haciendo equilibrio entre la reflexión y la piel, el rosarino propone “salirse un poco del estudio sociológico y de la ciencia para ir a la búsqueda del abrazo, del beso, de la mirada, del polvo, de aquello que fue lo que me gustó siempre”.

“Nací en el 63/con Kennedy a la cabeza/una melodía en la nariz/creo que el aire estaba raro/mediaba marzo/…/”, se desnudó un jovencísimo Fito en la canción inaugural que dio nombre a su álbum debut Del 63, editado en 1984.

Veintinueve años después de aquella confesión hecha canción, el artista asegura que “no hay balance ni a palos, ni tampoco hago reflexiones sobre el paso del tiempo”.

Mientras la tarde agobiante cede morosamente a la tentación de las primeras sombras sobre los ventanales de su departamento del barrio porteño de Recoleta, apenas accede a un repaso sobre el que apunta que “siempre tuve la vida que quise, nunca le pedí permiso a nadie”.

“Primero hay que satisfacer tu vanidad y tu satisfacción propia de esa etapa de la juventud en la que las testosteronas están muy revueltas y exigiendo, y donde hay mucho «ego-trip« y está bien que eso pase, pero después aparecen las otras personas y luego intereses más ligados a situaciones sociales y comunitarias, y no solamente importa tu viaje sino el viaje de los demás”, resumió evitando sonar didáctico.

Puesto a reflexionar sobre algunos axiomas rockeros acerca de “vivir rápido y morir joven”, el rosarino arriesga entre risas que “lo de vivir rápido se supone que puedo seguir haciéndolo” y enseguida propone “andar a una velocidad crucero porque los espíritus salvajes se queman rápido y yo creo que ese es un aspecto que hay que tratar de mantener”.

“Siempre me acuerdo –dijo– de una frase de Bukowski (poeta y escritor norteamericano nacido en Alemania) muy graciosa que decía «la resistencia es más importante que la verdad« y me parece una frase tan sabia y canchera”.

Como una postal de ese cambio de paradigma, cuenta que “con un colega que también tiene hijos pensábamos que el día arranca bien si los chicos (por sus hijos Martín y Margarita) están bien. Lo otro es como respirar, no pienso en eso y no tengo cuestionamientos afuera de lo que exige la propia disciplina: componer, ensayar, arreglar, la responsabilidad de hacer lo que uno hace y la responsabilidad del juego”.

En el mismo sentido, el hacedor de una discografía signada por títulos como Giros, Ey!, El amor después del amor, Moda y pueblo y Rodolfo, subrayó que “la prioridad está puesta toda en lo afectivo, en el amor hacia los niños y hacia la gente que uno ama. Ese es como un foco muy claro con cada vez menos boludeces”.

En ese camino vital y artístico que viene marcando las artes iberoamericanas, Páez señala que “me siento un tipo que me he permitido todo, me he salido de lugar un montón de veces y he regresado también y, entonces, cada vez la conflictividad es menor porque ya no me asusto de lo que hago. Es algo que vengo haciendo desde que soy chico. Y animarme a hacer cosas es una especie de materia esencial”.

Metido de lleno en el hacer que lo rige, el autor de los films Vidas privadas y ¿De quién es el portaligas? espía el futuro inmediato surcado por tres placas (ver aparte) y adelanta: “Yo no hago músicas para los discos, todos los días voy cocinando algo”.

Aunque su profusa labor artística tiene el eje puesto en la música –aunque este año se probará en la literatura (ver aparte)– Fito asevera que “también me dejo los silencios que son muy importantes”.

Al respecto, apunta que “los primeros silencios te meten un poco de miedo pero eso no existe, les digo a los pibes que están empezando que eso nunca se acaba, no existe la crisis de la página en blanco. Lo peor que te puede pasar es sentarte en una plaza a escribir lo que te rodea. Lo fundamental es que no escribas para la historia, escribí para vos”.

Del consejo general a su propio universo creativo, señala que “los discos, las pelis y ahora la novela es toda la obra. Puede no gustar un disco pero para mí es todo”.

“De todas maneras, no pienso mucho en esas cosas –redondea– solamente las pongo en marcha y es hermosa esa incertidumbre que en lugar de generarme angustia me genera placer. Quiero que las cosas vayan andando porque no tengo planes de conquista”.

A distancia de toda posible reseña biográfica, insiste con que “yo no me escucho una vez que hago un disco porque no me da ganas, para mí ya está. Hubo un momento en el que comprendí algo y me dije «si no te gustó hacé otro«, y me parece que si en ese momento fuiste eso, amate”.

Canciones románticas, sórdidas y del último año

“Estos materiales ya están adobados y me queman”, confesó Fito Páez para explicar, más que para justificar, un 2013 donde agregará tres nuevos álbumes a su discografía. La serie comenzará en los próximos días con Sacrificio, un material al que presenta como “un disco de canciones malditas que es como mi álbum negro”.
El artista dijo que Sacrificio es un disco “poco amable” que reúne “canciones sórdidas que compuse entre 1989 y 2013”: “Tiene letras muy explícitas y muy duras como la que cuenta un asesinato en una isla del Paraná”, dijo acerca del cd al que se podrá acceder sólo desde la plataforma digital de i-tunes.
Metido en una imaginaria línea de producción donde trabaja codo a codo con Diego Olivero (al que define como “el jefe de mi banda”), dice que “después va a salir un disco nuevo con canciones del último año y otro que se va a llamar Dreaming Marietta de canciones románticas, de canciones de amor”.
Con ganas de desentrañar el universo de esa placa, revela que “en principio incluía un par de covers como una versión de «La casita de mis viejos» con Gerardo Gandini, pero retomé la decisión y estoy haciendo un disco más corto con todas canciones mías”.
“Siento –arriesga– que es un trabajo paralelo a Sacrificio con canciones a las que no les encontraba contexto pero que son todas muy líricas”. Al asomarse a algunas piezas de ese repertorio, cuenta que “Dreaming Marietta es como la contracara de Boquitas pintadas, de Manuel Puig, porque acá la que se muere es ella. “Música en libertad” es sobre Juan L. Ortiz y una especie de fábula que les escribí a Cecilia (Roth) y a Martín cuando él nació”.
Ante semejante andanada de músicas, confesó que todavía no tiene idea sobre cómo va a montar esos discos en vivo: “Pero lo importante es registrar”.

Faceta literaria

Sin descanso y con ganas de contar, Fito Páez no solamente es un músico esencial y un cineasta decidido sino que, en breve, mostrará su faceta literaria con un libro que anuncia como “una especie de ensayo sobre la pasión y el amor”.
“En el libro abordo todo el andamiaje posible que puede haber sobre la pasión y el amor, todas las conexiones y los túneles que existen entre ambos”, dijo sin querer contar más.
Páez consignó que al volumen “le falta el final. Es como cuando estás mezclando un disco”, ejemplificó.
Metido en la recta final de este proyecto inédito, celebra estar a punto de publicar a través de la editorial Mansalva a la que define como “una factoría medio Warhol”. “Llegar a Mansalva -alertó- te da la sensación de estar entrando en un lugar mítico contemporáneo. Es un espacio muy lindo que está lleno de artistas y es salvaje como los de antes”.

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