Por Romina Sarti*
Este jueves se cumplió una semana del video que circuló por las redes, tv, portales, alterando la solemnidad del Jueves Santo. Esa mañana me desperté sabiendo que debía dar clases, que tenía que cerrar unas lecturas y combinar la organización con Berni del artículo del censo. Acto reflejo del “día de la marmota”, agarré el teléfono con un ojo aún entrecerrado. Empecé a ver como se repetía en estados y en muros de activistas que sigo, de amigues y conocides un video que tenía su origen en infobae.
El video es desgarrador, para quienes no lo vieron, son segundos en los que una nena de 6 años llorando le cuenta a su mamá que no quiere ir más a la escuela porque le dicen gorda chancha. Quedan los llantos de fondo hasta que termina la grabación.
Es difícil no indignarse: inevitablemente quienes maternamos pensamos en esa madre y el dolor y angustia de tener como herramienta filmarla para compartir su pesar con familiares (más allá de su posterior viralización). Es difícil no ponerse en el lugar de la nena, sobre todo para quienes fuimos siempre la gordita de prescolar, la gordita de 4to grado, la gorda de 3° año, la única gorda de una comisión de 40 en la secundaria, la otra gorda en la facultad y siempre, siempre, la única gorda en yoga, en zumba, en distintos trabajos. Cuando se posee ese nivel de protagonismo es difícil no sentirse el centro de las miradas crueles, burlonas, risueñas, cuyo fin simplemente es desconocer que el mundo, que la naturaleza, que las cuerpas son diversas.
La nena llora. También lloro y me enfurezco. Pienso en mí, en ella, en la mamá, en gordes amigues, en los lugares comunes: entrar en un local de ropa y que con un paneo te hagan sentir fuera de lugar; el mote de la gordita gaucha (sexualizada por morbo); la compensación mediante la simpatía o extravagancia. Una enormidad de artilugios, teoremas y fórmulas para, simplemente, desaparecer un rato, ser une más en la manada invisible a esa mirada social de rechazo o recibir afecto genuino, puro, merecido.
Entonces color negro, fajada de la papada a la rodilla, corsé japonés, abdominales hipopresivos, pastillas, yuyos, dieta de la luna, dieta del horóscopo, dieta de la sopa, dieta disociada, dieta escarlade, dieta del astronauta, la keto, la mediterránea, la proteica, la equilibrada, la intermitente, la neolítica, la mesolítica, la paleolítica y ¡la dieta de la recalcada concha de la lora!
Ey, ¡para!, ¡es por tu salud! ¡nos preocupamos por tu salud! ¡por eso querete, cuidate! Los talles de pantalones que están de moda no te van a entrar, los pibes o las pibas no van a gustar de vos, encima tenés una carita preciosa ¿y si te operas?
Lloré mucho de chica pero no por gorda, de grande sin embargo me quiebro por este tema. Quien diría que es justo al revés (o no) de lo esperable. Desde qué lugar de moralidad, ética o vanidad, los medios tratan esta temática que ellos mismos incentivan: cuantas gordas y gordos ves en la TV ¿en cuántas pelis les gordes hacen del amigue, del torpe, del desagradable y no del protagonista? ¿cuántas publicidades de dietas o planes nutricionales las hacen personas flacas?
No confundas, no es apología del sobrepeso, no es delgadez versus gordura, es visibilizar la hipocresía de quienes instalan y forman opinión, desligándose de su responsabilidad primaria al respecto. Infobae replica el video, una periodista describe la situación. No, no aparecen las voces que se necesitan escuchar para explicar la violencia de una sociedad gordofóbica que se escuda en el bullying infantil para no hacerse cargo.
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No hay escuelas donde no pase algo así
No hay calles donde no pase algo así
No hay trabajos donde no pase algo así
No hay clubes donde no pase algo así
No hay medios donde no pase algo así.
No hay ciudades donde no pase algo así
Falta Estado
Faltan Políticas Públicas
Falta Educación.
Es estigmatizante, discriminador e inmoral.
¡Basta!
(la casa no está en orden)
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*Gorda, aprendiz de las diversidades en todos sus niveles, mamá, docente y rockera IG: romina.sarti
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