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Una ilusión monetaria

En 2010, los salarios crecieron un 26,3 por ciento en promedio, un incremento que es 15 puntos porcentuales más que la inflación.

Si bien los salarios se incrementan, con ellos no se consiguen más bienes que antes.

En 2010, los salarios crecieron un 26,3 por ciento en promedio, un incremento que es 15 puntos porcentuales más que la inflación, ambos datos según índices elaborados por el Indec. Así, el IPC oficial llegó a 10,9 por ciento durante el año pasado pero aún si se consideran mediciones privadas, que lo ubicaron en torno a 25 por ciento, el incremento de las remuneraciones fue mayor.

Sin embargo, es útil tomar otros datos, como el que elaboró el Instituto de Estudios Económicos del Banco Ciudad de Buenos Aires para evaluar la verdadera mejora en los bolsillos de los argentinos. Según el estudio que realizan, en 2010 las remuneraciones tuvieron una mejora en términos reales, esto es, tomando en cuenta el impacto de la inflación de sólo 2,8 por ciento. Claro que el IPC que se considera para elaborar este indicador no es el índice elaborado por el organismo de estadística oficial, sino uno privado, el de la Fundación Fiel. De esta manera, los salarios recuperaron recién en 2010, después de “nueve años, los niveles de poder adquisitivo promedio de fines de 2001”, indica el informe.

De esta manera, es fácil advertir, una vez que transcurrió el año y que se pudieron elaborar los números de cómo evolucionaron los salarios y cómo lo hicieron los precios, la verdad acerca del poder adquisitivo del ingreso mensual familiar. Sin embargo, en el devenir de los días no es tan sencillo advertir que las mejoras en las remuneraciones sólo intentan recuperar la pérdida que sufrió el salario en términos reales y que en verdad no se posee más dinero, ya que este puede comprar menos cosas. Esta impresión que se tiene de haber aumentado la capacidad de adquirir bienes se denomina ilusión monetaria, ya que sólo se toma en cuenta el incremento nominal de los salarios pero no el impacto que los precios provocaron sobre este. Es decir, cuando se cae en la “ilusión” de creer que se tiene más dinero cuando, en realidad, este sirve para conseguir menos bienes que antes.

En ese sentido, desde que terminó la Convertibilidad sólo el sector privado registrado, conocido como “en blanco”, logró mejorar el poder adquisitivo del salario con una suba real del 16 por ciento, en promedio. “En este segmento, con fuerte representación gremial, se han ido realizando un creciente número de acuerdos, cada vez a más corto plazo, para hacer frente a la escalada inflacionaria”, señala el informe del Banco Ciudad.

Además, detalla que en el sector privado informal, que se lo denomina como “trabajo en negro”, se registró una baja de 3 por ciento en la capacidad de poder de compra cuando se la compara con diciembre de 2001. Ocurre que, al no tener representación sindical, estas remuneraciones ajustan de manera descoordinada. Este es un dato para nada menor, ya que es importante remarcar que este sector emplea a más de más de un tercio del total de ocupados. Así, con alrededor de 4 millones de trabajadores que no lograron recuperar el nivel salarial de 2001, son más las personas que no llegan a cubrir las necesidades básicas y pasan a la pobreza.

Sin embargo, el caso más dramático quizás sea el del sector público, donde a pesar de contar con representatividad gremial, los salarios vienen corriendo sistemáticamente de atrás a la inflación y acumulan una pérdida de poder adquisitivo de 27 por ciento desde la devaluación, según advierte el informe de la entidad monetaria. Es que lo que buscó el gobierno es optimizar los recursos con los que cuenta: minimizó los aumentos salariales y destinó los mayores recursos a la contratación de más personal. “Esto marca que el robusto avance del consumo de los últimos años se explica principalmente por la recuperación del empleo (se crearon 5 millones de puestos de trabajo en el período), más que por un salto en el ingreso laboral por trabajador”, concluye el informe del Banco Ciudad.

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