Ciudad

Una salida a la crisis

Una huerta que da trabajo a más de 100 personas en la ciudad

Como alternativa a la crisis económica, habitantes de los barrios Santa Lucía, La Palmera y Los Eucaliptos llevan adelante el espacio agroecológico


Como alternativa a la crisis económica, y para poder acceder a productos que garanticen una buena nutrición, más de 120 vecinos de los barrios Santa Lucía, La Palmera y Los Eucaliptos (zona norte) llevan adelante una huerta agroecológica, a través de la cual también encontraron un proyecto de vida y autonomía económica.

En el marco del Plan Abre, que llevan adelante la provincia de Santa Fe y la Municipalidad, se lanzó el programa “AcercaRSE”, que tiene por objetivo fortalecer las actividades productivas existentes en los barrios. En este caso a la huerta agroecológica se le dio un fuerte impulso a través de un aporte económico, que permitió la compra de herramientas para el trabajo diario y plantines. Las semillas son aportadas por el Programa Pro Huerta del Inta.

“La Provincia, la Municipalidad y Caritas Rosario comenzaron a recuperar el espacio sobre calle Aguilar, donde hasta el año 2000 estaba el conocido vivero de Flores Lalic. La crisis económica que empezaba a tomar forma en esos años, y que tuvo su detonante en 2001, dejó sin trabajo a cientos de empleados y sin ocupación a una gran parte de la infraestructura que hoy su dueño nos presta para trabajar junto a los emprendedores”, detalló la subsecretaria provincial del Plan Abre, Cecilia Mijich.

“Venimos articulando con diferentes organizaciones, y en este caso con Cáritas Rosario, distintas políticas sociales y proyectos vinculados a la integración. Queremos ofrecer un modelo de trabajo replicable en otros ambientes”, precisó Mijich.

Por su parte, la coordinadora municipal del Plan Abre, Lionella Cattalini, dijo que “las escuelas del barrio también están participando. Además hay un trabajo articulado con el centro de salud y el Centro de Convivencia Barrial. Creemos que estos espacios son muy importantes en estos tiempos donde las y los vecinos encuentran alternativas para mejorar su economía familiar y buscar su autonomía”.

Juan Pablo es el ingeniero agrónomo del Ministerio de Desarrollo Social provincial que capacita a los vecinos. Dijo que “el objetivo es establecer un sistema solidario de cultivo, basado en el cuidado del medio ambiente y la salud. Trabajamos con el concepto de soberanía alimentaria, donde no sólo buscamos que las personas tengan asegurado el alimento, sino que elijan que comer y orientamos el cultivo en base a eso”.

El padre Marcelo Sciavatti, de Caritas contó que cuando comenzaron eran unas 30 personas, y a partir de la invitación que se hizo en las mesas barriales el número se elevó a 120.

Mejores Vecinos

Soledad (33) asiste con sus hijas Xiomara y Magalí durante la mañana antes que vayan a la escuela. “Las nenas intentaron tener su huerta en casa, pero por el sol y el poco espacio las cosas no brotaban. Así que vinimos acá y les dieron unas parcelas para que puedan sembrar. Aprendimos muchas cosas juntas sobre como cultivar, y también a ser compañeros”, expresó.

“Acá las broncas quedan afuera, acá es el compañerismo, se ayuda, se comparte y somos mejores vecinos”, afirmó Soledad.

Ricardo (66) fue empleado del vivero y contó: “Acá podés encontrar todas las edades, los mayores como yo, madres con sus hijos y los jóvenes. Principalmente cultivamos verduras, pero ya estamos pensando en otro proyecto con plantas aromáticas y otras que podamos trabajar ahora que viene la primavera”.

Néstor (16) vive en frente de la huerta y cuando vio que llegaba gente se acercó a preguntar. “Me invitaron a mí y a mi mamá, nos dieron una parcela de tierra que limpiamos y ahí cosechamos las primeras verduras. Después lo invité a mi primo, y se copó también”, dijo.

“Venimos acá, nos despejamos y aprendemos. Conocemos a más vecinos, porque si no uno está dentro de su casa no los conoce. Acá vienen y se saludan todos” contó el adolescente.

Luisa (74) comparte una parcela de trabajo con otras señoras de su edad y cuenta: “Acá hay compañerismo, por ejemplo, nosotras que somos grandes no podemos trabajar la tierra de forma pesada, entonces los jóvenes nos ayudan a hacer eso y nosotras nos ofrecemos a regarles sus plantines cuando ellos no pueden venir”.

El objetivo primario de la huerta es la producción para el autosustento y la futura comercialización del excedente, pero las y los vecinos también encontraron un espacio para mejorar la convivencia y pensar a futuro. Los domingos por la tarde usan el espacio para matear en familia.-

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