Primero fue Mandi. Tenía 28 años, había sido madre dos veces y cursaba su tercer embarazo. El verano de 2012, fue asesinada, la misma tarde en que su hijo mayor festejaba su cumpleaños número diez. A su muerte siguió la de su madre, dos meses después. De tristeza, asegura la familia. Este invierno, dos condenas por homicidio cerraron ese círculo de dolor pero abrieron otro. Esta vez fueron tres disparos en la cabeza del hermano de Mandi, El Oreja, un albañil de 30, que fue alcanzado por los proyectiles mientras pedaleaba bien temprano rumbo al trabajo. No parecía un robo.
Quedó tendido al lado de su bicicleta. Tampoco un ajuste, porque es un obrero de la construcción sin antecedentes penales ni cuentas pendientes. Fueron sus allegados quienes relacionaron el cruento episodio con las sentencias a prisión impuestas a los agresores de Mandi.
El pasado 7 de septiembre, Sebastián Caraballo se dirigía al trabajo en bicicleta. Había salido a las siete de su casa de barrio Plata y casi llegaba al predio de viviendas en construcción de Matienzo y Garibaldi, cuando dos pibes en moto lo interceptaron en Avellaneda al 5200. Le dispararon tres veces en la cabeza y huyeron. Los plomos fueron extraídos en una cirugía donde los médicos salvaron su vida, tras constatar daños irreversibles en la masa encefálica. El albañil sobrevivió, aunque nadie garantiza que pueda volver a ver.
“Está vivo de milagro. Pero muy nervioso porque no ve y tiene fuertes dolores de cabeza. Todavía no sabe lo que le pasó, ni que puede quedar ciego. Piensa que tuvo un accidente de tránsito”, dijo una persona allegada a Sebastián, quien desde entonces se encuentra internado.
“Seba estaba re bien, muy contento porque había conseguido ese trabajo hacía menos de una semana. Gracias a Dios todos en la familia trabajan. Era un muy alegre, re jodón, es muy duro lo que pasó”, agregó.
El ataque fue relatado por algunos medios locales como un robo y hasta motivó un reclamo de seguridad por parte de la Unión Obrera de la Construcción (Uocra). Su referente local, Sixto Irrazábal repudió el hecho y dijo que “los ladrones lo abandonaron como si estuviera muerto pero no le robaron nada”.
Pero ni esa hipótesis, ni la de ajuste de cuentas convencieron a sus allegados, que leyeron en la tentativa de homicidio del albañil una respuesta a las dos condenas dictadas por la Justicia.
Balas con nombre
“En estos años desde que mataron a Mandi, todo el tiempo nos amenazan por la calle. Pero en los últimos días empeoró. La bronca es porque en agosto les dieron 13 años de cárcel a los asesinos. Trece años no es nada. Ella estaba embarazada de tres meses, tenía dos hijos que hoy tienen 5 y 13 años. Arruinaron una familia. Su mamá murió dos meses después, de depresión. Y ahora le pasa esto a Seba. Hacía pocos días que estaba en blanco, re contento. Lo estudiaron. Lo tenían marcado”, dijo a <El Ciudadano> una allegada a la familia.
Otra persona del entorno de los Caraballo recordó tres amenazas sufridas en el último tiempo, la última en una red social, que le atribuye a la misma familia con la que se enfrentaron en febrero de 2012 en una tarde que terminó a los tiros y con la vida de Amanda: “La condena salió en agosto. Pocos días antes del ataque a Sebastián. Está todo relacionado. Rodrigo P., (uno de los imputados en el homicidio de Amanda de 2012) salió en libertad y lo primero que hizo fue amenazarnos por Facebook”, contó un muchacho en relación al muro de un joven que escribió: “Tenemos funda llena de billete de 100. Bala con nombre y las herramientas”.
La misma persona relató dos amenazas anteriores, una en la vía pública con un arma de fuego y otra por medio de una persona en común y la mentó que el ataque sufrido por El Oreja, como le decían al albañil, haya sido tildado por algunos medios como un ajuste de cuentas. “¿Qué ajuste. Si no tenía antecedentes, trabajaba todo el día. No tenía armas, nunca robó, era albañil”, dijo para agregar que tampoco le sacaron nada: “Tendrían que estar todos presos. No se puede andar por la calle matando a todo el mundo e hiriendo a todo el mundo. Cómo es posible que anden a los tiros como panchos por su casa”.
Dos condenas, un posible móvil del ataque
Amanda Victoria Caraballo, alias Mandi, fue asesinada a balazos el último sábado de febrero de 2012. Ese día festejaba en barrio Plata los diez años de su hijo y una de sus sobrinas tuvo un incidente cuando fue al quiosco a comprar gaseosas. Según dijo su familia en ese momento, un vecino quiso manosear a la adolescente y resultó ser el mismo hombre con el que Mandi había discutido porque su hijo solía pasar en moto a toda velocidad y una vez casi atropella a su niño de dos años. Los roces desencadenaron una tragedia. Primero dentro de la casa de la mamá de Mandi, a donde ocurrió un primer round con golpes de puño y armas blancas y luego otros dos en la vereda donde también se trenzaron en lucha mujeres de las dos familias.
El desmadre duró más de cuatro horas y fue tal que intervino la Policía, con un rol lamentable, ya que se fue del lugar sin evitar el saldo fatal, con el que pusieron fin a los tiros los asesinos de Amanda.
“Un mes y medio después que la mataron, Sebastián sufrió un accidente grave. Iba en la moto y chocó con otra más grande. Los dos se prendieron fuego. Él sufrió quemaduras graves y le tuvieron que injertar piel. Eso terminó de golpear a su mamá, que falleció un mes después. Prácticamente se dejó morir, ya estaba muy deprimida por la muerte de Mandi”, concluyeron en el entorno de los Caraballo, tras expresar no estar conformes con las condenas dictadas a Víctor Manuel Á. y José Luis F. a 13 años de prisión.