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Una fábula satírica acerca del empoderamiento y la supervivencia de una mujer

“The Serpent Queen” (La reina serpiente) toma la figura de Catalina de Médici en su juventud y madurez durante su ardua y compleja permanencia en el trono de Francia a partir del uso de un tono irreverente y un efectivo humor no exento de feroz malicia


The Serpent Queen se estrenó en la cadena Starzplay el 11 de septiembre. Basada en el libro Catherine de Medici: Renaissance Queen of France, de la investigadora Leonie Freida, es llevada adelante para la plataforma por Justin Hayte y Stacie Parsson, y contará con ocho episodios que se irán estrenando semanalmente. En su reparto cuenta con los protagónicos de Samantha Morton y Liv Hill, interpretando a Catalina de Medici en su madurez y en su juventud, respetivamente. En el rol del Papa Clemente, el veterano Charles Dance. Todo, desde el comienzo, se dirige a buen puerto.

La serie toma a la figura de Catalina desde una perspectiva que se corre de ciertos moldes, jugando con un tono irreverente y con un efectivo humor no exento de feroz malicia. Sin salirse por completo de cierta lógica de la representación convencional del drama de época, pero con agudeza y ferocidad, The Serpent Queen desbarajusta cierto estándar y se liga estilísticamente a destacables propuestas satíricas recientes como la película La favorita, de Yorgos Lanthimos, y la serie The Great, de Tony McNamara.

Una suerte de Maléfica

El relato de The Serpent Queen aborda, en primera instancia, a Catalina de Médicis en Francia, ya firmemente asentada en el poder, y con todo el peso ya cargado en la histórica ferocidad de su actitud. La Catalina madura de Morton luce verdaderamente como esa “Reina Serpiente” del mito, oscura y maliciosa, enigmática y cruel, y ataviada con un traje de elegante negro riguroso que la acerca a la figura de una misteriosa villana de cuentos de hadas. Una suerte de Maléfica, podría pensarse, y siendo este un personaje con el cual, por cierto, podría guardar ciertos aspectos similares, sobre todo en lo referido a la reformulación que aquí se propone de los estereotipos habituales en relación a la malicia de la mujer.

Esta sofisticada y retorcida Catalina, en un juego algo extraño, toma como protegida a una criada del palacio y en sus diarios encuentros le relata la historia de su ascenso al poder, en lo que parece ser una especie de educación para la adversidad de ese mundo en el que ella, por vía de las brutalidades de la astucia, ha triunfado. Y es ese relato, en lo que va emitido hasta ahora, lo que