Ciudad

Multisintomático

Una cruzada para hacer conocer el complejo síndrome de Cushing

Lorena lo padeció durante cinco años sin saber de qué se trataba. Operada, se recupera tratando de ayudar a otros. El aumento de la hormona cortisol provoca obesidad, facilidad para fracturarse, caída de la piel e insomnio.


Hace apenas unas semanas Lorena Garay tomó la decisión de hacer de su vida y cotidianeidad algo más: un motor de difusión del síndrome de Cushing, enfermedad que padeció durante cinco años. Lorena tiene 35 años y en cada reunión que tiene, en cada oportunidad que se le presenta, ella habla y trata de transmitir un mensaje “de salud y esperanza”. Con ese mismo objetivo cuenta aquí su historia para que otras personas en el mismo trance no permanezcan tanto tiempo sin poder ponerle nombre a sus síntomas.

Lorena tenía unos 30 años cuando su cuerpo empezó a cambiar. Aumentó veinte kilos en poco tiempo, empezó a fracturarse fácilmente, no podía dormir, se le caía la piel. Desapareció su menstruación. Los médicos le diagnosticaron hipertensión, colesterol alto y cada especialista que consultó quiso tratarla por un síntoma en particular. Nadie sospechó que se trataba de una sola cosa. “El síndrome de Cushing es un aumento de la hormona del cortisol, que es la que nos permite estar en situación de alerta. Al tenerla tan elevada se es más proclive a enfermarse. Por eso es una enfermedad que presenta mucha sintomatología”, explica Lorena.

La mayoría de los pacientes que padecen este síndrome, cuenta Lorena, coinciden en que tardan en ser diagnosticados pero pasan años sintiendo que tienen “algo adentro”.

“Es la sensación de que la sangre hierve y que hay algo o alguien extraño que te come por dentro. Dos cuerpos en uno. La fortuna es poder ponerle nombre: yo me sentí liberada cuando pude decir que somos Lorena y Cushing”, relató la mujer.

A principios de este año, una endocrinóloga le recetó a Lorena un análisis que nunca se había hecho: Cortisol Libre Urinario (CLU), y el 28 de enero recibió un llamado del laboratorio: habían encontrado algo. “Sentí una felicidad inmensa. Festejé, brindé, fue una alegría. Ese día es para mí un cumpleaños”, comenta.

La única solución al síndrome es operarse y la recuperación es muy lenta porque se está muchos años viviendo enfermo. Además, el síndrome de Cushing se origina por un tumor que es necesario extirpar en la glándula hipófisis o en la suprarrenal.

Lorena pudo operarse en Rosario hace dos meses. “Todo finalizó el primero de abril, cuando me liberé y le pude poner nombre a estos años de enfermedad: Cushing. Nunca estuve enojada con la enfermedad y el mensaje que quiero dar es de esperanza, de salud. Se puede”, menciona.

Desde el momento en que supo cómo se llama lo que estuvo padeciendo Lorena decidió hacer conocer la enfermedad. Hoy forma parte de un grupo de Facebook en el que hay gente que padeció o padece Cushing y entre todos difunden información para que los diagnósticos no lleguen tarde. Mientras tanto, Lorena vive. Sus valores de cortisol se normalizaron dos semanas después de operarse. Ahora está tomando una medicación y sólo le resta recuperarse físicamente. “Ahora todo es distinto. Hago las mismas actividades, pero hay un cambio absoluto. Primero porque podés saber: en la ignorancia está el miedo, la incertidumbre. Saber qué tenés es maravilloso y te libera. Y eso que acá estoy sabiendo algo feo, una enfermedad, pero nunca lo tomé así. Lo tomé con alegría, felicidad, porque se trata de saber lo que tenés a pesar de tantos años de sufrimiento”, dice.

“Me cuesta recordar cómo era antes. No recuerdo cómo es sentirse bien físicamente. Me cuesta recordarlo a mí y a mi cuerpo. Es muy pronto pero sé que la sensación de bienestar va a venir”, se esperanza.

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