El Hincha

Una balacera mortal

El hijo del ex líder de la barra brava de Central tenía 34 años. Para los pesquisas fue un ajuste.

Por: Ana Laura Píccolo

 “¿Quién sos? Sacate el casco”. Eso fue lo último que dijo Tito Bustos, uno de los hijos del Chapero, ex líder de la barra brava de Rosario Central, antes de ser ejecutado en la puerta de su casa de zona oeste por un desconocido que antes de sacarse el casco desenfundó una nueve milímetros y le asestó cinco plomos antes de darse a la fuga. El Chaperito, como también le decían a Juan Alberto Bustos, de 34 años, quedó tendido en la vereda frente a la mirada de su esposa y sus dos hijas que hicieron lo imposible para salvarlo. Para los pesquisas fue un “ajuste” y no descartan que esté vinculado con la interna que divide a la hinchada de Arroyito. Es que una vieja rivalidad ya lo había enfrentado con Andrés Pillín Bracamonte y ahora el nombre del actual jefe de la barra canalla volvió a ser mencionado por los familiares del Chaperito, quienes ayer aseguraron que “se la tenía jurada”. Su abogado defensor negó que Bracamonte tuviera algo que ver con la muerte del Chaperito, y dijo que “está a disposición de la Justicia”.

Tito tenía 34 años y vivía junto a su esposa de 30 y sus dos hijas, de tres y once años, en una amplia casa ubicada en barrio Godoy, en el oeste de la ciudad, en la misma que funcionaba una tienda de ropa.

La noche del jueves, alrededor de las 22.30 y poco después de cerrar el negocio, la familia se preparaba para llevar mercadería a otra tienda que pensaban inaugurar ayer, en la esquina de Provincias Unidas y Córdoba. Pero en esos momentos, alguien que cubría su cara con un casco llamó a la puerta de Cerrito 6778 y fue atendido por la nena de 11. Cuando su padre salió, según relató su esposa a los pesquisas, dijo: “¿Quién sos? Sacate el casco”. Fue entonces que el desconocido le disparó cinco tiros a quemarropa al Chaperito, que cayó tendido en la acera. Los gritos de su hija y las detonaciones movilizaron a varios vecinos, uno de los cuales ayudó a la esposa de Bustos a subirlo al auto, un Peugeot 206 gris, y llevarlo al Heca, donde llegó sin vida.

 El relato de los testigos

Según varios testimonios, en el domicilio del ex barra de Central se presentaron dos hombres, cada uno en una moto. Luego de la ejecución, ambos fugaron en direcciones contrarias.

El velatorio de Bustos comenzó ayer pasadas las 16, en una casa de sepelios ubicada a metros de las cuatro plazas, en el corazón de barrio Belgrano.

Pero las horas anteriores, decenas de personas se acercaron al domicilio de calle Cerrito, pintado de un amarillo brillante, uno de los colores que despertó pasiones y dolores en la familia Bustos, para solidarizarse con la familia.

Allí, visiblemente angustiada, estaba la hija de Tito, quien recibió a sus compañeros de escuela, que cursan con ella el último año de la primaria. La niña, que fue quien atendió a los asesinos de su padre, no prestó declaración porque al ser menor de edad necesita la asistencia de un gabinete especializado, confiaron fuentes del caso.

Su mamá permaneció toda la mañana y las primeras horas de la tarde en el interior de la casa, y aunque no se asomó a la vereda, recibió varias visitas. Sus familiares indicaron que se encontraba desconsolada y que pasó de la alegría de la inminente inauguración de un nuevo emprendimiento comercial con su marido –que hacía varios años se había alejado de la hinchada de Central, fue un barra activo y junto a su hermano César formaron los chaperitos– pasó a la tristeza de perder al hombre que amaba.

Una fuente de la investigación dijo que la mujer, en su primera declaración, apuntó como asesinos de su esposo a “Pillín” y “El Bocha”, porque se la tenían jurada. No obstante, el hombre apuntado como Bocha se encuentra preso en la cárcel de Coronda, por lo que se descarta que haya participado materialmente del crimen, aseguraron los voceros.

En tanto, el abogado de Andrés Bracamonte, doctor Carlos Varela, dijo que su cliente no tiene ninguna relación con el homicidio y adelantó que presentará un escrito en el juzgado de Instrucción en turno para poner al actual líder de la barra auriazul a disposición de la Justicia.

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