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Un mundo postapocalíptico y una ardua lucha de sobrevivientes contra las criaturas que lo habitan

La serie basada en un exitoso videojuego homónimo describe las peripecias de una niña y un hombre tras una pandemia devastadora que deben cuidarse de horrendos mutantes caníbales, pero principalmente de otros humanos dispuestos a todo para seguir con vida


Se estrenó recientemente la gran apuesta de HBO para comenzar la temporada de series 2023. Se trata de The Last of Us, un proyecto que venía generando grandes expectativas, principalmente entre quienes son adeptxs a los videojuegos, ya que se trata de una adaptación en formato de serie del popular juego homónimo lanzado en 2013, y que había supuesto, aparentemente, un desarrollo algo sofisticado de ciertos aspectos técnicos novedosos y un cuidado inusual de las derivas narrativas y el tratamiento de los personajes.

Tanto aquel videojuego como la serie, claro, presentan un mundo postapocalíptico en el que una pandemia ha devastado a la humanidad, dejando apenas aislados grupos sobrevivientes en una tierra habitada por una suerte de mutantes caníbales, horrendas criaturas que navegan entre el imaginario zombie y el alienígena. Desde ya, nada nuevo, sin embargo las expectativas eran grandes.

Los responsables de la serie son Neil Druckmann, creador del videojuego, y Craig Mazin, quien llevó adelante, también para HBO, la destacable y exitosa Chernobyl. El nombre de este último daba al proyecto un aval de importancia, dado el logro de aquella multipremiada miniserie estrenada en 2019. No así el de Druckman, incorporación tomada en algunos ámbitos con cierto recelo, por considerar algo inadecuada la intromisión de un desarrollador de videojuegos en el mundo de las series.

De todos modos, para bien o para mal (por decirlo de un modo amable), es sabido que estos dos mundos (el del cine, podríamos decir, y el de los videojuegos) vienen estableciendo un diálogo desde hace años, alimentándose mutuamente, y no sólo por el hecho de relacionarse en adaptaciones, sino también por el de incorporar ciertos recursos, tanto de un lado, como del otro. Si los videojuegos más sofisticados se nutrieron de la narrativa cinematográfica (empobrecida), el cine se nutrió de su imaginario.  De ese diálogo, quizás, los videojuegos hayan podido extraer cierta riqueza, pero lo contrario es de esperar que suceda con el cine.

Un espectáculo efectivo y una intriga en tensión

Desde ya, The Last of Us se asienta sobre el estándar ya conocido de la cadena HBO. La producción y la realización, en general, son impecables. Lo mismo para las actuaciones. Todo está dispuesto con firmeza en su debido lugar. Indudable. El espectáculo efectivo y la tensión de la intriga son cosa segura.

Sin embargo, aquí, hay que lidiar con esa base narrativa ya remanida: el grupo de sobrevivientes luchando en un mundo postapocalíptico, donde la amenaza no se cierra solamente sobre las criaturas que ahora lo habitan, sino también y quizás principalmente sobre los distintos grupos  humanos que también luchan por sobrevivir. Sí, todo esto ya suena conocido y transitado hasta el hartazgo. Y ni hablar, claro, de ese referente del tema aún cercano que es The Walking Dead, un producto al comienzo destacable que terminó por convertirse en una penuria inagotable.

¿Cómo lidia The Last of Us con la amenaza de estos lugares comunes del tema que tanto ha proliferado en los últimos años? La verdad es que, en los cuatro episodios emitidos hasta el momento, no se da de un modo muy satisfactorio. En el primero, se presentan los personajes y el rapidísimo estallido de la pandemia (se trata de un hongo que muta y puede atacar a humanos), haciendo luego una elipsis de 20 años que nos lleva al nuevo mundo reconvertido tras el desastre, ese en el que transcurrirá todo el relato.

En el segundo capítulo, ya ubicados en ese presente postapocalíptico en el que un caótico estado dictatorial (Fedra) se ciñe en lucha con un grupo revolucionario (Las luciérnagas), se presentará lo que será el eje de todo el desarrollo: el duro sobreviviente Joel (Pedro Pascal) deberá emprender un peligroso viaje a través de una Norteamérica devastada junto a Ellie (Bella Ramsey), una niña de 14 años inmune a la infección cuya condición podría contener la cura para la pandemia. ¿Suena conocido? Sí, también. Teniendo en cuenta, además, que como no podía ser de otra forma, Joel y Ellie al comienzo no se toleran, y que de seguro irán estableciendo en ese viaje una relación filial intensa que los ayudará a sobrevivir.

Un constante deja vu

Si bien la realización es impecable, The Last of Us no logra hasta el momento escapar a todos los lugares comunes del género (o subgénero). La apuesta, claramente, tiende a profundizar en el drama de los personajes y a focalizarse en su relación, que tiene resonancias en la tragedia vivida por Joel al desatarse la pandemia. El dúo protagónico lleva adelante el relato con cierta solvencia, pero hasta ahora eso no alcanza. Nada sucede más allá de lo evidente, nada más allá de lo estrictamente esperable.

The Last of Us es un constante deja vu, un reciclaje de momentos y situaciones de manual. Como la escena de apertura del primer episodio, un desayuno familiar de presentación en el que los personajes interactúan con una dinámica veloz, se sirven los cereales y la leche, se levantan, corren apresurados por llegar al trabajo, a la escuela o a donde sea, se trenzan en breves diálogos esgrimidos con humor, con entradas y salidas de vodevil.

¿Cuántas películas o series comienzan con esa misma escena familiar de manual presentando a los personajes? Infinidad, y de The Last of Us comienza así, de ese mismo modo, presagiando en este caso y de modo ostensible la tragedia (la del personaje principal y la de la serie). Allí, en cierta forma evidente, en el primer minuto, ya todo está puesto sobre la mesa: la leche, los cereales, el jugo y el café. La utilería básica de la sagrada familia norteamericana.

The Last of Us / HBO / 1era. Temporada

Creadores: Neil Druckmann y Craig Mazin

Intérpretes: Bella Ramsey, Pedro Pascal, Anna Torv, Gabriel Luna 

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