Este viernes se cumplió un mes del crimen del pastor y ex edil Eduardo Trasante. Un hombre que en la última década batalló contra las adversidades. Con un espíritu inquebrantable inició una lucha por justicia tras el crimen de su hijo Jeremías en 2012. La investigación de ese homicidio y el de otros dos jóvenes acribillados en una cancha de fútbol de Villa Moreno marcó un antes y un después en la historia judicial y social de la ciudad. Trasante era un hombre de convicciones que tuvo la grandeza de vincularse pastoralmente con dos de los involucrados –un menor de edad y otro joven que admitió su responsabilidad en un procedimiento abreviado– en el crimen de su hijo Jeremías mientras estaban detenidos. Aquel 1° de enero de 2012 fue el principio del fin: Trasante se mantuvo estoico y, abrazado a su fe, soportó los embates de una vida injusta que terminó cuando dos sicarios le quitaron la suya.
El 1° de enero de 2012 Jeremías, de 17 años, estaba sentado en un banco en una cancha en Dorrego y Presidente Quintana, frente a su casa de Villa Moreno, junto con otros tres jóvenes cuando cinco hombres llegaron a bordo de una Renault Kangoo buscando a Ezequiel Villalba por un tiroteo previo, donde había sido herido Maximiliano “Quemadito” Rodríguez. Si bien los pibes no tenían nada que ver, los atacantes arremetieron contra ellos incluso con una ametralladora. Sólo una de las víctimas logro esquivar las balas mientras corría. Jeremías, Claudio “Mono” Suárez y Adrián “Patóm” Rodríguez resultaron heridos y murieron poco después.
Tres nuevos allanamientos en la causa que investiga el asesinato del ex concejal Eduardo Trasante
En el juicio oral y público por el triple crimen, que tuvo lugar a fines de 2014, fueron acusados Sergio “Quemado” Rodríguez –padre de Maximiliano–, Daniel “Teletubi” Delgado y Brian “Pescadito” Sprío, como coautores de los homicidios mientras que Mauricio “Maurico” Palavecino fue acusado de una participación necesaria por ser el chofer del grupo. En ese debate Eduardo Trasante declaró como testigo.
Aquella primera madrugada fatídica
El religioso prestó juramento y dijo: “Siempre digo la verdad”. Se presentó como pastor evangélico y capellán del Servicio Penitenciario. Contó que tras festejar el primero de año con su familia se fue a dormir. Cerca de las 4, una de sus hijas le golpeó y le dijo que habían baleado a Jeremías: “Salimos corriendo a la cancha”.
“Nos encontramos con mucha gente, (Jeremías) estaba tirado frente a un banco de material que linda con la cancha. Su cuerpo temblaba, sus ojos estaban desorbitados. Escuchamos gritos y a unos 40 metros estaban los familiares de Claudio”, relató entonces. Contó que fue un momento de dolor, confusión, donde algunos decían que les habían querido robar, otros que los balearon a mansalva y salieron corriendo.
“Un vecino me ayudó a cargar a mi hijo a la chata de la Policía, me lo sentaron encima. Iba orando, abrazado, pidiendo por la vida de Jere”, describió. Una vez en el hospital Eduardo contó que esperaron junto con los familiares de los otros chicos.
“Si hubieran matado a un concejal de clase media estarían todos queriendo esclarecer el crimen”
A los primeros que llamaron fue a los Suárez: “Fue uno de los dolores más grande que tuvimos que vivir como padres, tratamos de abrazarnos. Casi inmediatamente llamaron a Rodríguez; hicimos silencio, tratando de escuchar. La reacción de los padres denotó que Adrián había muerto. Nos parecía una locura, un sueño pero era una realidad”. Luego fue el turno de ellos. “El médico nos hace saber que Jeremías había ingresado muerto al hospital; él murió en mis brazos”, rememoró.
Trasante fue uno de los referentes del reclamo de justicia por la masacre de Villa Moreno, que por primera vez hizo público el vínculo del negocio del los narcotraficantes con sectores de las fuerzas de seguridad con jóvenes de sectores populares como víctimas.
Los familiares de Jere, Patóm y Mono fueron acompañadas desde un primer momento por el Movimiento 26 de Junio que salió al cruce de las primeras versiones que hablaban de un ajuste de cuentas. Durante el juicio plantaron una carpa en la entrada de Tribunales, “la carpa del aguante”, que permaneció acompañando a los familiares las 24 horas mientras duró el debate.
Dolor en el sepelio de Eduardo Trasante: “Le arrebataron la vida injustamente”
El 4 de diciembre de 2014 llegó el veredicto. Los acusados fueron condenados a penas entre 24 y 32 años. Afuera había una gran manifestación. Cuando los familiares salieron, con Eduardo a la cabeza, la gente estalló. Llantos, cánticos, risas, abrazos, se cerraba una etapa de lucha titánica. Pero la cosa no terminaba ahí. La Cámara Penal revisó las condenas, redujo la pena de Delgado a 21 años, de Palavecino a 19 y Pescadito fue absuelto. La única condena que confirmaron fue la sentencia a 32 años de cárcel impuesta al Quemado Rodríguez.
Las otras pérdidas
Adriana, la esposa de Eduardo, murió en 2013 durante la tramitación de la causa. En el juicio el pastor dijo que había fallecido a causa del dolor que le causó la pérdida de Jeremías. El 2 de febrero de 2014 Eduardo emprendió otra lucha, esta vez por el crimen de su hijo Jairo, también de 17 años.
El chico había ido con otro de sus hermanos y unos amigos a un boliche y se produjo un disturbio adentro que después tuvo una segunda pelea en la puerta. Los pibes se subieron en dos motos pero un auto siguió la moto en la que iba Jairo. Los corrió y les disparó. Su amigo se detuvo en la esquina de Dorrego y Zeballos, donde el chico murió.
Por el hecho Ramiro Rubén Urrutia fue condenado, a través de un juicio oral, como partícipe secundario en el año 2017. Quedó sindicado como la persona que condujo el coche del que partieron los disparos: fue condenado a 8 años y 6 meses de cárcel.
Eduardo Trasante, el hombre que convivió con la muerte hasta que lo ejecutaron
Trasante siguió su lucha y también acompañó a familiares de otras víctimas de hechos violentos. El hombre fue tentado por el partido Ciudad Futura y fue uno de los candidatos a concejal. Llegó a la banca en 2017, aunque en diciembre de 2018 renunció tras una denuncia de acoso.
En un comunicado del partido contaron que se activó el protocolo preventivo de violencias de género. Trasante continuó en las filas pero en un lugar menos visible y continuó con su tarea pastoral hasta este 14 de julio cuando fue asesinado en su casa.
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