Ciudad

Un fuego que va de la Tierra al Sol

Por Laura Hintze.- La escuela Manuel Musto y el Centro Cultural El Obrador llenaron de chispas la noche del viernes, cumpliendo con un rito milenario que surge de la llegada del invierno en el Hemisferio Sur y del verano en el Hemisferio Norte.


Dos fuegos que iban más allá de las copas de los árboles iluminaron la noche del viernes. Una en la zona sur, otra en el oeste, las fogatas sirvieron para aplacar el fresco –que no molestó como en otros días–, quemar deseos y conmemorar, como todos los años, los festejos de San Pedro, San Pablo y San Juan. Las sedes de los festejos fueron la Escuela de Artes Plásticas Manuel Musto, que encendió la fogata de San Pedro y San Pablo, y el Centro Cultural El Obrador, a cargo de celebrar San Juan. En éste última, además, se realizó la Quema de Palo Santo, tradición del pueblo qom.

En El Obrador los preparativos comenzaron al mediodía. Los chicos amasaron panes caseros y le dieron distintas formas: de estrellas, gatos y personas; armaron los muñecos cabezudos que luego arderían con la fogata y algunos hasta se disfrazaron. Cuando bajó el sol, comenzaron las primeras chispas de lo que sería un fogón gigante; mientras que desde un micrófono, Marcela Valdata, coordinadora del Centro Cultural El Obrador, invitaba a los chicos a pedir deseos: “Pasar de grado”, dijo una chica, que está en tercero. “Aprender rapeo”, deseó otro pibe.

Desde 2008, El Obrador realiza la fogata de San Juan. “Antiguamente se hacía en la zona oeste, en todas las esquinas”, relató Valdata. “Con el paso del tiempo se perdió, hasta que comenzamos a implementarlo acá. Es nuestra gran fiesta, la que nos identifica. Toda la gente espera este día con mucho entusiasmo”. La festividad de San Juan es un ritual de fuego para celebrar la llegada del solsticio de verano en el Hemisferio Norte y su ceremonia consiste en encender una hoguera para dar más fuerza al Sol. En el Hemisferio Sur el rito se conservó, pero fue adquiriendo otros sentidos.

El fuego de San Juan del Obrador ardió en el centro de una ronda de chicos de entre seis y trece años, que se divirtieron tirando ramas y troncos sobre las llamas. “Cada vez más ardiente se pone, ¿viste?”, decían cuando volvían de estar recerca de la fogata, con los cachetes colorados. Una vez pedidos los deseos, comenzó otra parte de la fiesta, una nueva que, en realidad, también es tradición en la historia de estas tierras. Y es que desde el año pasado, en la fiesta de San Juan también se quema Palo Santo. La tradición Qom fue guiada por Ruperta Pérez, referente toba en el Oeste. “Lo nuestro siempre fue el fuego. Tenemos una relación espiritual muy cercana al fuego. La gente ahumaba y ese fuego contenía algunas fragancias; justamente, era con el palo santo que se curaban los ambientes. Por eso, desde que empezamos a participar en San Juan, le llamamos la noche perfumada”, contó Ruperta. “El fuego es para que se lleve todo lo malo y que vengan buenos augurios”, explicaba, mientras repartía, de mano en mano, un puñadito de Palo Santo. Después todos los presentes dieron una vuelta al fuego, pensaron qué era lo que querían que se lleven las llamas y lanzaron la madera.

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