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Un film que busca entre la realidad y la ficción un verdadero tesoro

Alejo Moguillansky, director junto a Fina-Stina Sandlund de “El escarabajo de oro”, dió detalles de este, su cuarto largometraje.


Rodada en forma independiente de créditos o subsidios oficiales por voluntad propia y en base a la estrategia encarada por la productora El Pampero Cine, y tras su exitoso paso por el Bafici, donde fue premiada como mejor ficción este año, el jueves llega a las salas locales El escarabajo de oro, cuarto largometraje del director, montajista y guionista Alejo Moguillansky, esta vez compartido con la sueca Fina-Stina Sandlund. El film tendrá su estreno oficial en la ciudad el jueves (a partir de las 20.30) con proyecciones previstas también para el viernes (a las 18), sábado y domingo (a las 20.30) en el cine público El Cairo (Santa Fe 1120).

“No somos chicos con plata a los que les gusta hacer cine”, aseguró Moguillansky en diálogo con la agencia de noticias Télam a poco de su estreno en Buenos Aires el mes pasado y en referencia a su singular estilo de producir cine por fuera de las ventajas otorgadas por la ley de Cine, obras que casi sin excepción tienen lanzamiento en el Bafici y optan, como en este caso, por circuitos no convencionales de exhibición.

“Por un lado hacemos cine publicitario, con el que sumamos fondos que después invertimos en hacer un cine propio que, por su forma de trabajo menos estructurada, no encaja en la metodología con que se maneja el Incaa. No impulsamos la idea de que todos deben hacer lo mismo que nosotros, sino sólo que es la que nos permite este tipo de obras”, explicó el realizador.

De esa forma, Moguillansky se refería a otros miembros del grupo, que siguen reglas de producción sui generis parecidas, como Mariano Llinás, autor de Historias extraordinarias, o Santiago Mitre, responsable de la exitosa película El estudiante, que asumieron con todas las letras la definición de independientes.

Por esa misma concepción del cine, el film muestra  a Rafael Spregelburd (dramaturgo, director de teatro y actor argentino) acompañado por quienes participan detrás de las cámaras, también personajes de la historia con fronteras, adrede, poco precisas, que el mismo Moguillansky define como “invisibles”, a los que el film brinda un espacio por ser “un documental sobre sí mismo”.

Conocido por su trabajo como director de obras como La prisionera, Castro, según explica el guionista y director, inspirada en Samuel Beckett, y el documental que deviene ficción El loro y el cisne, Moguillansky acredita pruebas suficientes de su talento, que una vez más expone en este juego que parte del rodaje de una extraña coproducción, que de golpe es alterada por la posibilidad de encontrar un verdadero tesoro en una localidad misionera.

Según sus autores, el film, que está inspirado en el relato homónimo de Edgar Allan Poe y también en La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson pero “en una versión contada por los piratas”, cuenta la historia de los auténticos directores, uno aquí (Moguillansky), la otra muy lejos (Sandlund), que tienen en sus manos la historia de una escritora real.

Se trata de una biografía de la sueca Victoria Benedictsson, feminista y suicida del siglo XIX,  un film que cuenta con apoyo de un festival en Copenague para ser filmado en Buenos Aires pero que, cuando el rodaje está a punto de comenzar, el motivo de la película es desbancado por la sorpresiva aparición de un actor amigo del director con un plan para encontrar una fortuna perdida.

La arremetida de Rafael Spregelburd (como él mismo) con la pista de un tesoro que brasileños depositaron en las proximidades de un pueblo llamado Leandro N. Alem, en Misiones, hace cambiar unilateralmente el proyecto por otro delirante, insostenible, con el fundador de la primera Unión Cívica en versión “libre” como protagonista de una historia en un lugar en el que nunca estuvo.

“Es una historia con muchos personajes, una comedia de equívocos, como en el cine de Ernst Lubitsch. En El escarabajo de oro vuelve del diálogo de lo real con la ficción. Necesito que la película pueda, en algún momento, delirar, y esta vez el tema del tesoro atraviesa lo real. En mis últimas dos películas hay como un ida y vuelta de lo documental a la ficción, es decir, se alimentan todo el tiempo de elementos documentales, pero no diferencia mucho entre lo que es documental y ficción”, explicó Moguillansky.

Es así que la película comienza tras la interrupción de un rodaje; y comienza a girar en torno a un mapa. Es Spregelburd quien llega con el plano de un tesoro bajo el brazo, un plano que cayó en sus manos tras el frustrado rodaje de una película acerca de la Guerra del Paraguay en la que el actor hubiese encarnado a Bartolomé Mitre.

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