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Desde adentro

“Un encuentro poético, esperanzador y metafórico”

El actor y director Roberto Chanampa filmó “Oliveros”, una docu-ficción en la que registra distintas experiencias dentro de la Colonia Psiquiátrica de Oliveros con la intención de poner en debate la problemática del encierro y la lógica manicomial.


En la jornada de hoy tendrá lugar en el Cine El Cairo (Santa Fe 1120) la avant premiere del film Oliveros, un proyecto audiovisual que surge en el seno del área cultural de la Colonia Psiquiátrica de Oliveros como respuesta a las inquietudes que algunos de sus integrantes han ido planteándose a lo largo de varios años de trabajo. La proyección comenzará a las 18, con entradas que podrán adquirirse, de manera libre y gratuita, en la boletería del cine.

Dirigido por Roberto Chanampa y producido por la misma Colonia Psiquiátrica de Oliveros, el Ministerio de Salud y el de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe; Oliveros comenzó como un proyecto de ficción, pero mientras realizaban las entrevistas que permitirían el posterior armado de los personajes los realizadores se dieron cuenta de que los testimonios tenían una riqueza inigualable. “Se tornó un documental, porque era tan interesante ver al actor como al personaje que lo inspiraba”, contó Chanampa a El Ciudadano.

Según el realizador, el objetivo principal del film es “poner en discusión toda la problemática del encierro y la lógica manicomial”. Y explicó: “Los que estamos ahí (él trabaja en el área cultura de la Colonia de Oliveros) sabemos cómo es pero gran parte de la sociedad tiene muchos prejuicios. Hay mucho desconocimiento de cómo viven y de los derechos institucionales que les corresponden, como a cualquier persona”.

“Intentamos, desde la cultura, hacer un pequeño aporte para que esto se ponga en discusión. Porque los cambios tienen que venir de una sociedad que lo ponga en discusión. La ley sancionada en 2010 (ley nacional de Salud Mental) puso en el tapete algunas cosas pero uno es ansioso y quiere que las cosas pasen rápidamente”.

El realizador trabaja como tallerista en Oliveros desde 2006, actividad de la que se desprende este proyecto audiovisual en el que las patas más importantes son “los usuarios o internos, los trabajadores (psiquiatras, psicólogos, enfermeras) y la gente del pueblo, dado que hay una relación muy directa”.

El proyecto quedó diagramado como “una película que filma la realización de otra película, una película dentro de otra película”, adelantó Chanampa. Por un lado está la ficción, “ese cuentito que justifica todo el otro andamiaje”, esa que centra su trama en cuatro niños que, buscando un refugio para el juego que les permita recrearse libremente y lejos de la mirada de los adultos, encuentran una tapera abandonada en el terreno de uno de sus padres. Allí surge el encuentro con un grupo de pacientes de la colonia psiquiátrica que tomó el mismo espacio para hacer sus escapadas nocturnas con el fin de hacerse de un mínimo espacio de autonomía y libertad por fuera del control del hospital. Esa es la película que se filma, y el registro de su filmación es el documental que dieron a conocer como Oliveros. “Es una película sencilla que cuenta desde el universo de la infancia, un encuentro poético, esperanzador, metafórico. A partir de ahí se desarrolla todo el relato”, introdujo el director. Es así que como un ojo entrometido en la filmación pueden verse las jornadas de rodaje, las entrevistas y las discusiones sobre “cómo queremos filmar la película y qué queremos decir”, confesó, para añadir: “Tiene el detrás de escena de lo que se está filmando y de repente irrumpe la ficción. Es un documental clásico, muy interesante por su contenido y la calidad de la imagen”.

Respecto de aquellas temáticas que fueron surgiendo a lo largo del recorrido del film, Chanampa destacó la “discriminación”, presente en los relatos de los internos. “De hecho hay una de las entrevistadas que en un momento dice: «A veces hasta nosotros nos discriminamos a nosotros mismos»”, contó, y agregó: “La idea es acelerar los procesos que ya están encaminados porque la desmanicomialización no es algo que se hace de un día para el otro ni con facilidad. Hay que ser creativos para que el pasaje sea como tiene que ser. Acá (dentro de los establecimientos) la cultura es muy importante y no está valorada como tendría que estarlo. Abre un campo de posibilidades que aún no está explotado”.

“Son personas que viven con horarios muy rígidos, los de levantarse, desayunar, almorzar; es muy enajenante ese sistema. El acercamiento a la cultura rompe con esa lógica, propone un encuentro más humano, creativo; ser otro o estar en otro lugar, como pasa con el teatro, por ejemplo, tiene un valor incalculable para nosotros”, concluyó.

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