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A puro pulmón

Un centro de día corre riesgo de cierre y una decena de mujeres y niños quedarían desamparados

El dispositivo, que lleva el nombre “Nora Cortiñas”, viene sosteniendo su funcionamiento a través de subsidios erráticos, pero con el año electoral los plazos se estiraron y los tiempos apremian al espacio que atiende a más de 10 mujeres y a sus hijos en situación de vulnerabilidad


Foto: Celina Mutti Lovera

El centro de día “Nora Cortiñas” es uno de los pocos establecimientos que acepta a madres con niños para la realización de un tratamiento ambulatorio en relación con situaciones de consumo problemático en la ciudad, pero su situación financiera se encuentra al borde del quebranto. Dependen de subsidios provinciales y de la ayuda de la sociedad, con la cual pueden entregar 3 de las 4 comidas diarias a más de una decena de madres y niños, que podrían quedarse sin atención ni refugio, en caso de que el centro cierre.

Guillermina Sviser, bachiller en Letras, docente y coordinadora del centro de vida ubicado en Urquiza 2217 (casi esquina con Oroño), advirtió  que el espacio atraviesa una situación crítica, pero que no negociarán la salud de las personas: “El problema es y sigue siendo que no contamos con un presupuesto estable acorde a las necesidades de los trabajadores y de las usuarias de este dispositivo, ya que, muchas veces, se sostiene a partir de la convicción militante de quienes sostenemos este proyecto”. El Norita, como le dicen cariñosamente al centro, debe afrontar mensualmente un alquiler (según lo dicho por los operarios) de 250 mil pesos, sumado a los gastos comunes y el sueldo de quienes día a día sostienen el espacio.

“Trabajamos a partir del despliegue de estrategias que tiendan a la autonomía progresiva de las sujetas e interactuamos con diversas áreas del estado para conseguirlo”, dijo Sviser, que integra un equipo interdisciplinario de profesionales en formación constituído por psicólogos, docentes, estudiantes de trabajo social, estudiantes de medicina, acompañantes terapéuticos y estudiantes de humanidades que desarrollan las diferentes actividades y atenciones del centro: “El objetivo es, en resumen, brindar las herramientas para que las sujetas puedan encarar sus trayectorias vitales con otra perspectiva que les permita proyectar a futuro”, apuntó la bachiller en Letras.

Jornada de corte de pelo con la organización Tijeras Solidarias Rosario llevada adelante en El Norita

“Un lugar como este, no puede sustentarse a través de subsidios”, afirmó Sviser, quien explicó a El Ciudadano que el centro se ha financiado siempre, desde el inicio de sus actividades, con subsidios de diferentes entidades. El dispositivo renovó recientemente el subsidio anual que el ministerio de Igualdad, Género y Diversidad de la provincia les administraba, pero aún no ha sido autorizado para el ciclo 2023, mientras que el mes de marzo significó el fin del convenio con la Agencia de Prevención del Consumo de Drogas y Tratamiento Integral de las Adicciones (Aprecod) que también les adjudicaba una cantidad de fondos que permitía el sostenimiento tanto de los sueldos de los talleristas y operadores del centro como también el alquiler y los gastos comunes del hogar. 

“No tenemos presupuesto fijo por parte de ningún organismo del Estado y trabajamos con personas que se encuentran en situación de criminalización y vulneración permanente”, denunció la coordinadora. El Norita abrió sus puertas en abril del año pasado, apadrinado por la organización sin fines de lucro “Empoderar para transformar”. Actualmente, recibe a diez madres, 11 niños de entre 3 y 15 años y a una mujer trans, de lunes a viernes entre las 9 y las 18.

Al ser consultada sobre las formas de financiamiento del centro, Sviser respondió: “El centro no depende de ninguna área del Estado, es autogestivo y eso es una elección porque nosotros trabajamos de una manera integral, acompañamos cada situación de manera particular y sabemos que los organismos que trabajan en el Estado no se manejan de esa manera”, y agregó: “Necesitamos un presupuesto anual que asegure el tránsito y la concreción de los planes terapéuticos y de acompañamiento sociocomunitario de todas las usuarias y de sus hijos e hijas”.

El centro, además de entregar desayuno, almuerzo y merienda a las personas que se acercan a sus instalaciones, ofrece terapia semanal individual a cada una de las usuarias, talleres de arte, lectoescritura y costura, al tiempo que sostiene un espacio de cuidados colectivos con los niños que transitan por el lugar y se ponen a disposición durante todo el día dispositivos de escucha activa. Guillermina Sviser aclaró que el acompañamiento se da en todos los planos: desde el nutricional hasta la realización de acompañamientos de urgencia por situaciones de crisis subjetivas, crisis producto de los problemas de consumo de las mujeres que son abordadas en el Norita.

Según lo difundido por los propios operadores del centro de día, si el Norita no puede seguir sosteniendo su propuesta de cambio, 11 mujeres y 10 niñxs serán arrojados a la calle, obligados a volver a la casa de sus agresores, a reincidir en prácticas de consumo problemático y en actividades de narcomenudeo para lograr sustentar ese consumo, así mismo, también serán obligados a incurrir en intercambios que ponen en riesgo su salud física y mental para poder sobrevivir.

“No es una opción para nosotros dejar de trabajar”, sostienen los trabajadores del Norita, pero para que esto no suceda piden a los diferentes resortes del Estado con competencia en situaciones de violencia de género, vulnerabilidad y consumos problemáticos que intervengan: “Queremos un financiamiento seguro y permanente para poder sostener y proyectar esta experiencia. Queremos que la vida de las maternidades más humildes deje de ser objeto de cambio”.

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