Pasada la sorpresa, no extraña –vista la conveniencia electoral– el diseño de las decisiones de anteanoche. Responden a la necesidad que debe ser urgente porque lo que han evitado los Kirchner ha sido cambiar de equipos. Veamos:
-Lo más importante es el cambio en Seguridad, de donde se va una Nilda Garré que acumuló conflictos en donde era mejor no tenerlos, como el entuerto por los sueldos de las Fuerzas Armadas y de Seguridad. Se desacató, y fue lo más grave, con la autoridad que había puesto Cristina de Kirchner en la cartera con esa fruición con la cual se los debilita a los ministros en este gobierno. Cada uno de ellos tiene su Guillermo Moreno para vigilarlo y esmerilar su autoridad.
-El secretario Sergio Berni, a quien elogió anteayer la presidenta en un acto en Lomas de Zamora en el cual pidió más rigor en tratamiento de los criminales, actuaba con agenda propia y había desestabilizado a la ministra en varias ocasiones. Ni ocupaba su despacho en la sede del Ministerio; este militar-médico en actividad y de licencia es un guardián del kirchnerismo desde hace años y despacha en una oficina en Gendarmería desde la cual despliega operativos y atiende emergencias, muchas de ellas junto a la presidenta, de los cuales Garré ni se enteraba.
-La designación de la ex viceministra de Federico Storani durante la Alianza tampoco permitió superar la percepción de inseguridad que, más allá de las constancias formales que defiende el gobierno con encuestas propias e internacionales, está al tope de las demandas del público. Especialmente en los grandes distritos en donde se deciden las elecciones y en donde en este turno electoral el gobierno tiene desafíos más que serios para imponer su mayoría.
-La salida de Garré se conocía en Cancillería desde hace una semana. Allí, estaba preparada la documentación para designarla en la OEA, una embajada de contrafrente vacante desde que la dejó Victorio Tachetti. Pero ella se enteró dos horas antes del anuncio. La presidenta la llamó a su despacho y le dijo: “Voy a hacer estos cambios. Necesito que vayas a la OEA de embajadora”. La ministra, atónita, le respondió: “¿La OEA? ¿Sola? Tengo hijos, a mis nietos grandes. ¿Cómo hago?”. Final: “No me podés decir que no, vos sos un cuadro político”. Entró ministra, salió embajadora. Asume su destino frepasista al ir a este cargo (ya fue fugaz representante en Venezuela). La diplomacia es un empleo que el kirchnerismo le reserva especialmente a los seguidores de Chacho Álvarez.
-La OEA se trata, para mayor escarnio, de un organismo que no está en el radar del oficialismo, que cree es un ente obsoleto, dependiente del imperio en donde tiene su sede y que ha postergado a favor de otros sellos terceristas y que evocan mejor a la América Morena como Unasur o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (llamada la OEA sin Estados Unidos). Se le atribuye a un canciller haber dicho, cuando se le preguntó sobre el destino del primer embajador en la OEA (el hoy opositor Rodolfo Gil, heredado de Eduardo Duhalde): “Si Néstor se llega a enterar que existe una embajada en la OEA, la elimina”. La expresión ilustra también sobre qué piensan los Kirchner de la diplomacia, ciencia y arte en cuya función nunca han creído mucho.
-El anuncio de su salida se supo pocos minutos después de que Cristina elogiase a Berni en un acto en que estaba también Daniel Scioli, uno de los victimarios de Garré, que había jugado toda su gestión a confrontar con el formato de seguridad del gobernador y que maneja Ricardo Casal, uno de los ganadores de ayer.
-Arturo Puricelli, ex gobernador de Santa Cruz y que en el pasado tuvo peleas y reconciliaciones con los Kirchner puede considerarse de los más comprometidos por la decisión de ayer. Defensa es una cartera de contrafrente, que no le presenta problemas al gobierno, que usa a ese ministerio para su combate en el túnel del tiempo. Ha logrado aplacar todos los residuos de la rebeldía militar y ha comprometido a sus mandos en tareas pacíficas y humanitarias, una especie de colimba para superar los maleficios de sus antecesores, comprometidos muchos en atrocidades durante la represión clandestina de las guerrillas. Ser ministro de Defensa de este gobierno es un cargo manso y tranquilo, con viajes y gratificaciones por el formato ceremonial de la vida castrense, que exalta la autoridad por encima de todo y le da un ornamento brillante y marcial.
-Pasar al Ministerio de Seguridad es un llamado a las armas para Puricelli. Tiene experiencia con militares y se llevará seguramente mejor con Berni, a quien conoce de Santa Cruz y sabe de la familiaridad de la presidenta con lo que piensa, dice y hace este uniformado que bien puede aparecer un día vestido de enfermero, otro de rescatista, otro de bombero. Berni percibe bien la demanda de seguridad y quizás pueda satisfacerla mejor sin Garré, que privilegia las posiciones garantistas sobre la eficiencia en la gestión. Le espera mucho trabajo y mucha exposición a un Puricelli que hasta la semana anterior dedicaba sus días a negociar la designación de los nuevos mandos militares y a recoger los restos de una tumultuosa campaña antártica.
-Es clave en lo político la exaltación del diputado Rossi al Ministerio de Defensa. Ante nada es un premio; es la señal del kirchnerismo de que a los leales se les paga en el momento de necesidad. Prueba la lealtad de arriba hacia abajo, que es la verdadera lealtad en política, y no al revés como creen los aficionados. Defendió todos los proyectos del oficialismo, fuera cual fuese, con argumentos muchas veces costosos en lo político. Le tocó dar noticia malas y eso castigó su posición electoral en Santa Fe. Buscaba una renovación en la banca en octubre en puja por el primer lugar de la lista con el ex gobernador Jorge Obeid, quien ahora seguramente la encabezará.
-Anteanoche, cuando se conoció la noticia, el consejero presidencial Juan Carlos Mazzón, que viene de Santa Fe, decía no saber nada cuando discutía en Casa de Gobierno, a metros del despacho presidencial, con apoderados partidarios el armado de las alianzas en ésa y en otras provincias. La noticia le mejoró el panorama: con la salida de Rossi de la pelea, la liga de intendentes que tiene como jefe real a Juio De Vido, y si se pacifican las relaciones con María Eugenia Bielsa, las chances del peronismo de enfrentar a la alianza PS-UCR y al macrismo de Miguel del Sel se ven favorecidas.
-Nadie apostaba por un cambio fuerte en la jefatura del bloque oficialista, que será asumida hasta nuevo aviso por la vicepresidenta Juliana Di Tullio. La semana que viene es la última sesión prevista para este año porque toda la dirigencia entrará en campaña. Tampoco tiene mucho sentido designar a alguien en una cámara que cambiará la mitad de los integrantes en diciembre. No les dejó la presidenta tampoco a los diputados tiempo a especulaciones: nadie en la cúpula del bloque sabía nada hace 48 horas, cuando compartieron un asado. Di Tullio pertenece a la provincia de Buenos Aires, que ya ocupa la presidencia de la Cámara, por lo cual el cargo del bloque debería ir a un legislador de otra provincia para compensar poderes territoriales, como indica una ley no escrita. Nadie sabe, además, cómo quedarán mayoría y minoría después de octubre en la cámara que preside Julián Domínguez, a quien la noticia también lo sorprendió cuando estaba en Salta.