Ciudad

Un almacén sonoro hecho en Rosario y al alcance de todos

Un equipo lleva más de cinco años registrando “paisajes” urbanos y naturales de la ciudad y de todo el país.

Por: Guillermo Correa

A veces un sonido es mucho más que eso. “Tiros” y “ladridos” era lo que más decían escuchar por las noches hace una década y media los chicos que crecían en el bonaerense y hoy parcialmente demolido barrio Ejército de los Andes, más mediáticamente conocido como Fuerte Apache. “Máquinas, sierras y martillos”, es lo que recientemente refirió un diputado nacional del oficialismo para dar cuenta de cómo volvía el trabajo, hace poco más de un lustro, a otro barrio que venía de años de silencio. Para muchos, son sólo ruidos; para tantos, son una molestia, y para casi todos, las dos cosas. Pero hay otros que lo valoran como un testimonio de espacio, tiempo y lugar. Y aun como mucho más: “Registrar dos ventiladores que funcionan al mismo tiempo me emociona”, confiesa Adolfo Corts, creador y director de un equipo que, desde hace más de cinco años, viene registrando sonidos y construyendo una suerte de biblioteca para el oído. “Sonidos de Rosario” se llama el proyecto, y una parte –pequeña entre una gran vastedad– está almacenada en internet y al alcance de cualquiera en www.sonidosderosario.com.ar: se puede escuchar desde el registro de un bar porteño a dos cuadras de Plaza de Mayo durante el velorio del ex presidente Néstor Kirchner hasta los sonidos de las Salinas Grandes, en Jujuy.

Curiosamente, los tres niveles del Estado atesoran registros documentales, escritos, fotográficos y fílmicos, pero nada que tenga que ver con los sonidos. Y salvo los relatos de Historia Oral, en los diferentes programas –por ejemplo de la Universidad de Buenos Aires o de la propia Universidad Nacional de Rosario– que resguardan testimonios directos de personas comunes que de otro modo se perderían, no parece haber mayor interés en lo que se oye ahora, lo que se escuchó antes y lo que se oirá. Así, sin contar con recursos públicos ni tampoco despertar mayor interés en los privados, el staff que encabeza Corts y que secunda Diego Colomba sigue trabajando más por convicción que por auspicios.

“En nuestro mundo urbano, del que se dice habitualmente que está dominado por la cultura de la imagen, se despliega una red de relaciones entre silencios y sonidos que se podría considerar casi infinita, inagotable. Nuestro sitio se propone inicialmente trazar algunos hilos de esa compleja red”, dice, a modo de presentación, el sitio web que almacena sonidos de Rosario, como su nombre indica, pero también de otros territorios de la provincia, y de otras provincias.

Y no se detiene ahí. Otro sector del sitio alberga grabaciones de textos, en su mayor parte poemas, leídos por sus propios autores. “Son 40 de Rosario, tres de Santa Fe y seis de otras partes del país”, explica Corts, que indica que esa parte del proyecto, llamada “Salón de Lectura”, está al mando de Colombo. No se asemeja al resto, pero las voces de los autores se integran a un espacio dedicado al sonido, cuyas últimas actualizaciones, el mes pasado, incorporaron el registro del río Carcarañá y la zona rural de Carmen del Sauce hasta el Café de la Plaza de Zavalla, la Terminal de Ómnibus de Venado Tuerto y un vendedor de pescado fresco de Santa Fe, entre una treintena de nuevos registros, sólo de la provincia.

Y el resto, no para de crecer: “Hay 5.000 horas de grabación en wav y mp3”, se enorgullece Corts. No es para menos: sentarse a escuchar todos los registros sin levantarse ni para ir al baño y sin dormir llevaría siete meses.

“Por ahora somos cuidadores de sonidos”, responde Corts a la pregunta de cómo sigue el proyecto, que arrancó hace cinco años, en 2005. Menciona que, aunque la idea es novedosa en el país, en otras latitudes no sólo existe sino que es más valorada. Y afirma que en España incluso se están “reconstruyendo sonidos” para que no se pierdan. “Lo hacen con maquinaria vieja, bocinas de barcos, sonidos de puerto. Por lo general tienen que ver con cosas que no están más”, explica.

También cuenta Corts que en Brasil hay personas trabajando en “paisajes sonoros”, y que no son pocos los músicos que suelen nutrirse del ambiente. “Salen al campo y usan esos registros para componer. Samplean y empiezan a trabajar”, ilustra. Y cuenta que una acción análoga han emprendido también grupos ecologistas. “Registran lugares en el mundo que van a desaparecer. Y si se pierden, se van a perder también los sonidos de esos lugares”, advierte, y da como ejemplo lugares de Brasil, donde el canto de los pájaros y otros sonidos de la naturaleza ya no están. “Pasan aviones, pasan helicópteros, y cambian”, dice.

Con todo, la página de internet, aún poco difundida por otros medios, está comenzando a ser paso obligado de muchas personas que se interesan en el proyecto, pero más en la diversidad de sonidos que pueden escuchar con sólo un click. “Hay 200 visitas diarias. Siempre funciona en ese rango”, refiere Corts. Y adelanta que, por ello, en 2011 el proyecto va seguir por otros carriles: “Se va a frenar un poco la actualización de internet y trabajar en otros recursos. Trabajar más en el campo”, adelanta, dejando en claro que, pese a la falta de recursos, todo continúa.

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