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Tula, bombista de Perón, de Central y de Francisco

El personaje rosarino se refirió a su encuentro con el Papa Francisco. “Sentí lo mismo que el 17 de octubre de 1971, cuando, me presenté en Puerta de Hierro, Madrid, para verlo al general Perón”, afirmó.


El papa Francisco estaba por saludar a las delegaciones de Argentina e Italia el pasado martes en ocasión del amistoso que jugaron ayer y preguntó si era cierto que afuera estaba el mítico Tula con su bombo. Ernesto Cherquis Bialo, vocero de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) le respondió que sí y de inmediato el pontífice preguntó: “¿Y por qué no lo hacen pasar?”. El personaje rosarino e hincha de Central hizo su ingreso a la Sala Clementina del Vaticano batiendo el parche y también tuvo su momento de gloria. Aprovechó la ocasión para regalarle a Francisco su libro El bombo de Perón, Central y la Argentina. “Le di un beso en la mejilla y le dije: estuve con Perón, estuve con vos, ya no me queda más nada en la vida, ya estoy hecho, y se cagó de risa y me bendijo el bombo”.

En diálogo con El Ciudadano desde Italia, Tula atiende eufórico y de la emoción él mismo se interrumpe: “Positivo, positivo,  y pasé porque él ya sabía quien era. Con Francisco pasó lo mismo, al Vaticano no ingresa cualquiera, él ya me conoce. Le hice el aguante tocando el bombo 24 horas en la Catedral Metropolitana cuando fue elegido Papa, en realidad, lo conozco como Jorge Bergoglio”.

No es la primera vez que “el bombo de la resistencia peronista”, como le gusta definirse, está en la Santa Sede: “Lo conocí en el año 90, en una audiencia que el papa Juan Pablo II daba los días miércoles, lo saludé, le di la mano y quedé petrificado. Después, en el 2000, le toqué el bombo en la plaza San Pedro en el Jubileo; ya lo había hecho cuando vino a la Basílica de Luján, otra vez más en el Mercado Central, cuando estuvo con Saúl Ubaldini”. Consultado sobre cómo llegó hasta Roma, Carlos Tula, pronto a cumplir 73 años, aclara que él se mueve solo: “Acompañado por mi bombo, con la imagen de Perón y Evita ­–ahora le sumaré la de Francisco–, siempre fue así, yo soy austero como pide el Papa, cobro una pensión de 1.840 pesos y me banca el pueblo, tengo muchos amigos, que si no fuera por ellos no podría vivir. Francisco en Brasil llamó a los jóvenes a que hagan lío y mi espíritu siempre es jovial… Él quería que hiciéramos lío y bue… le hice caso e hicimos un poco de ruido con el bombo ahí adentro. Este es un Papa revolucionario, le está dando a la Iglesia una inyección que le faltaba, la iglesia católica estaba muy apaciguada, muy apagada, y creo que le está dando impulso desde el ejemplo”.

La Guardia Suiza no salía del asombro cuando el mismo Tula se acercó y les dijo que le avisaran al Papa que estaba esperando para pasar. Cuando Francisco se enteró que estaba allí de inmediato pidió que lo dejaran ingresar. “Estuvo con las dos selecciones, la de Italia y la Argentina, y dijo una breves palabras, se refirió a la importancia que tienen los futbolistas como ejemplo para los jóvenes y su rol en la sociedad y también habló de las hinchadas y ahí es cuando me nombra, como «el Tula, que alienta y da alegría a la selección nacional». Para mí fue lo máximo”, siguió el rosarino, que le entregó además el libro escrito por el periodista porteño Roberto García Lerena y una camiseta canalla junto a un llavero. “Como argentino y peronista tuve el honor de tocarle el bombo a Francisco, otro argentino y peronista. Me volvió a pasar lo mismo que cuando estuve con Perón, que me quedé sin palabras, emocionado”.

El Tula aprovechó para mandar saludos a su ciudad natal: “Pasó una de las peores semanas de su historia, estoy al tanto de todo porque mi hermano sigue viviendo en Rosario”. Consultado sobre el rol de los hinchas y la diferencia que había en sus tiempos en el paravalanchas de Arroyito, el bombista dijo categórico: “En el 74 yo presenté un proyecto para terminar con la violencia en el fútbol, uniendo a las hinchadas de Central y San Lorenzo, la de Chacarita, y por eso fui preso. Mirá, los mejores presidentes que yo conocí de Central fueron Federico Flynn, Adolfo Boerio y Víctor Vesco y nunca, a ninguno, le pedí ni me dio nada, ni una entrada, ni pasajes, todo lo conseguí a corazón. Por Central, en el año 65, quedé con una pierna menos, que reboté con la pierna en un puente de Palermo… eran otros tiempos; el mundo ha cambiado. Antes tomábamos un poco de vino y nada más, ahora está la falopa que es mortal y está matando al hincha, que va al frente sin saber las consecuencias”.

En el año 55 comenzó a golpear el parche sin parar. Ha sido el latido del peronismo, y sobre la elecciones del pasado domingo señaló: “Todo positivo, soy peronista, no soy afiliado, no se quién va a ser el presidente en 2015, lo que se sabe es que va a ser peronista”, asegura.

Desde 1974, en Alemania, no faltó a ningún Mundial de fútbol, alentando por la selección, y recuerda cuando en el debut de la Argentina frente a Polonia en Stuttgart el árbitro tuvo que parar el partido por ese ruido extraño que nadie sabía de donde venía y afirma con orgullo: “Fui el primer bombo en un Mundial, era la novedad, me puse atrás del banco de suplentes de los polacos y los volví locos. No falté a ninguno: paradójicamente, en el Mundial 78 que se jugó en la Argentina, los milicos me metían preso antes de los partidos y los escuchaba en la radio de una comisaría”, concluyó el hombre al que Francisco le bendijo el bombo.

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