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Egipto vivió otra jornada sangrienta: 300 muertos

El gobierno desalojó por la fuerza campamentos que en El Cairo reclamaban la libertad del ex presidente Mohamed Mursi.


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Policías y soldados egipcios desalojaron ayer a sangre y fuego, incluso con helicópteros, dos campamentos de protesta que seguidores del derrocado presidente Mohamed Mursi mantenían en El Cairo, lo que generó choques en todo el país que dejaron al menos 278 muertos y 2.001 heridos. Versiones de la oposición hablan de más muertos.

En medio de la jornada más sangrienta que vivieron los egipcios desde el golpe de Estado cívico-militar del pasado 3 de julio, el gobierno de facto decretó el Estado de sitio en todo el país durante un mes y toques de queda desde las 19 a las 6 por tiempo indefinido en gran parte del territorio.

Según explicó el vocero del Ministerio de Salud de facto, Mohamed Fath-Allah, de los 278 muertos que dejó ayer la ola de violencia y represión, 82 fallecieron en los desalojos de los campamentos de protesta que la Hermandad Musulmana, el movimiento de Mursi, en El Cairo, que comenzaron por la madrugada.

Un total de 43 policías también murieron durante los desalojos en la capital, según informó el ministro del Interior.

En pleno caos desatado por los operativos de represión, la policía cerró las principales rutas y accesos a El Cairo, y suspendió la circulación de trenes para evitar que los seguidores de Mursi intentaran marchar hacia la capital y copar las calles de la ciudad, donde se concentran los medios internacionales.

En consecuencia, poco se sabe sobre los enfrentamientos que se desataron en el resto del país a lo largo del día y que se cobró la mayoría de las víctimas que fallecieron ayer en Egipto.

La violencia en las calles y la lluvia de críticas que provocó la represión entre los aliados internacionales, como Estados Unidos, llevó además a que el vicepresidente interino Mohamed el Baradei, una de las figuras internacionalmente más respetadas del gobierno de facto egipcio, renunciara a su cargo.  En una carta dirigida al presidente de facto, Adly Mansour, el premio Nobel de la Paz presentó su dimisión y pidió “a Dios el altísimo que preserve nuestro querido Egipto de todo lo malo, y que cumpla las esperanzas y aspiraciones de pueblo”. El movimiento civil Tamarrod, el mismo que lideró las multitudinarias marchas contra el gobierno de Mursi y celebró el golpe que lo derrocó, acusó ayer a El Baradei de “escapar a su responsabilidad”. Los sucesos también dejaron a dos periodistas muertos. Habiba Ahmed Abelaziz trabajaba para el grupo Gulf News. La cadena británica Sky News también confirmó la muerte de un camarógrafo.

Gran rechazo de la comunidad internacional a la “violencia”

La comunidad internacional, con Estados Unidos a la cabeza, condenó ayer la represión del gobierno de facto de Egipto contra manifestantes opositores, que dejó unos 300 muertos en enfrentamientos en distintas partes del país africano, a la vez que reclamó diálogo entre las partes.

Desde que fue derrocado el presidente islamista Mohamed Mursi el 3 de julio, Washington evitó definir el hecho como un golpe de Estado debido a que, de acuerdo a sus normas jurídicas, esta admisión lo obligaría a interrumpir la ayuda anual de 1.500 millones de dólares que brinda a Egipto, fondos que en su mayoría se destinan al Ejército, cuyo rol es determinante en este país.

Pero ayer, la Casa Blanca condenó la violencia contra los seguidores de Mursi y también manifestó su oposición a la decisión del gobierno de facto de decretar el estado de emergencia, que había sido derogado en 2012 luego de ser impuesto durante tres de décadas, un hecho celebrado como un avance hacia la democracia.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, lamentó que el gobierno de facto “haya elegido usar la fuerza para responder a las manifestaciones” y llamó a los egipcios a concentrar sus esfuerzos en promover una “reconciliación genuinamente inclusiva”. En el mismo sentido, la Unión Europea (UE) deploró los sangrientos hechos de ayer.

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