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Libro y shows

Trascender los límites del rock

En su flamante libro titulado “Virus” Marcelo Moura, vocalista de la legendaria banda, explora sus memorias y se permite hilvanar una historia mucho más amplia para hablar del país desde la óptica de artista comprometido con su realidad.


“Normalmente, a los procesos dictatoriales, de opresión y falta de libertad les sigue un florecimiento en las distintas actividades, especialmente en el arte”, dice Marcelo Moura en Virus, el libro que acaba de editar y que esta tarde, a las 19, presentará en el Espacio Cultural Universitario (ECU, San Martín 750) en un acto que incluirá un minishow junto con Ana Naón (voz y percusión) y el local Gonzalo Aloras.

En Virus el músico y escritor platense, vocalista de la mítica banda, explora sus propias memorias de la agrupación que formara en el 79 junto con sus hermanos Julio y Federico y, desde donde, además, se permite escudriñar una historia mucho más amplia que trasciende los límites del rock o de la música en general para hablar de la vida de un país a través de su óptica, la de un artista siempre comprometido con su contexto y realidad.

Son dieciséis capítulos (y un álbum de fotografías familiares) en donde Moura, en primera persona y con los recuerdos a su alcance, comparte de forma personal y dinámica “El comienzo de Virus”; “La movida de los ochenta”; “La desaparición de Jorge”, su hermano; “La enfermedad de Federico”; “Los viajes”; y las “Letras y mensajes ocultos” de las canciones, entre otros tantos temas. Y entre “Picada de anécdotas” y “Consejos para futuros artistas” invita a su hermano Julio a seguir escribiendo la historia en una “Mouraleja” final que, aclara, “Sólo alguien que estuvo de principio a fin puede contar la historia desde adentro” y en ese sentido destaca: “sólo Julio y yo podemos hacerlo. Me encantaría que (él) relate la historia según como la vivió”.

En un diálogo profundo con El Ciudadano, Marcelo Moura repasó la historia de Virus y, desde allí, se permitió analizar el presente, la política y sus nuevas búsquedas artísticas.

—¿Cuál fue la motivación para escribir este libro?

—En primer lugar de más joven era muy lector y siempre me gustó escribir. Eso por un lado; por otro Virus me dio una vida híper movida que es condición fundamental para escribir una biografía.

—¿Cómo fue el desarrollo de este libro desde las primeras motivaciones?

—Me sirvió mucho anotarme los títulos de cada capítulo para usarlos como disparadores para empezar a hacer una catarsis tremenda.

—Hablabas de catarsis: ¿Te resultó triste o nostálgico haber vuelto sobre el pasado?

—Sí… porque el pasado tiene un montón de cosas hermosas y otras dolorosas. Fue revolver un estofado que por momento me generaba una alegría infernal y por momentos tenía que recordar cosas espantosas que me pasaron y dolía. Pero todo está escrito desde el corazón. Le dije a mi familia que no se preocupe si encontraba fechas incorrectas, no quise detenerme a cotejar si fue exactamente ese día o lugar: quise perpetuarlo como lo recuerdo yo.

—Pero no es todo historia, también ponés consejos para futuros artistas…

—Es un capítulo que tiene un costado humorístico pero cierto. De lo que digo en el libro nada es ficción. Me pasa que me paro en un bar y la gente me saluda pero algunos me empiezan a quemar el bocho; ahí tenés que tener respeto pero debés saber salir de eso.

—También decís que ya no existe el intercambio entre bandas que había en el pasado.

—Lo que digo es que, lamentablemente –y nosotros tenemos parte de la culpa–, en algún momento el rock empezó a ser negocio. Esa cosa de hinchada de fútbol que existe hoy con Los Redondos, Soda o Virus, entre nosotros, jamás existió; nos llamábamos, nos prestábamos equipos, colaboramos, siempre teníamos contactos y tocábamos juntos. No digo que eso no exista ahora porque sí existe en el under. Pero en los 80 el under fue lo que surgió, ahora el under siempre está ahí y nunca entra en el circuito comercial.

—Las canciones que compusieron en los 80 no dejaron de ser éxitos: vuelven a sonar en radios o nunca se fueron de ahí. ¿Por qué creés que se da ese fenómeno? ¿Tiene que ver con lo que definís en el libro como un “período cíclico”?

—Te lo resumo en una frase: si hoy saliera Virus no sería en absoluto revolucionario. Los períodos cíclicos sucedieron históricamente. El libro empieza diciendo que siempre después de períodos de opresión viene una etapa de florecimiento y generalmente sucede en el arte. Y eso es lo que pasó. Estuvimos en el lugar exacto en el momento justo. El último gran cambio fue The Police; después salieron miles de grupos buenísimos pero no distintos. No porque no haya artistas sino porque no existe la posibilidad.

—¿Qué momento fue clave en la historia de Virus?

—Cuando empezamos teníamos una fuerza y seguridad de lo que estábamos haciendo que era imposible de contener. Ninguna agresión, ni todo el sistema en contra, nos iban a detener porque era una fuerza inconmensurable. De hecho Wadu-Wadu fue un disco con millones de críticas y por el que Sony nos rescindió el contrato, pero era imparable nuestra energía, confianza y, básicamente, nuestro placer. Fuimos la punta del iceberg, lo cual implicó comernos todos los palazos pero, afortunadamente, también nos permitió abrir puertas y gozar de una década que fue dorada. Fuimos los primeros en cruzar a Chile en la dictadura de Pinochet. Allí la Iglesia tiene un poder tremendo, los canales, las radios son de la Iglesia, y los tipos, como no podían pararnos, apostaron –con su mentalidad de estúpidos– a sobreexponernos para que la gente creyera que éramos unos pelotudos. Cuanto más nos sobreexponían más éxito teníamos porque nosotros tuvimos una muy buena educación y una familia con buena posición, lo que nos permitió abrirnos mucho e incorporarle al rock lenguaje, metáforas y dobles sentidos, algo que esos tipos no entendían. A veces nos censuraban una canción porque no entendían qué quería decir pero nos dejaban cantar otra que tenía un contenido mucho más fuerte.

—En esta cuestión de poder imaginar, ¿qué lugar creés que podría llegar a ocupar Virus, dentro de la música nacional y del rock, cuando ya no exista?

—La verdad es que nunca me preocupó. Cuando voy a las radios y me presentan como una leyenda del rock me siento muy mal. Yo digo que las épocas de bonanzas y éxitos son para disfrutar y los dolores para aprender. Yo aprendí mucho de dolores demasiado fuertes pero eso hizo que tuviera, siempre, los pies sobre la tierra. Nunca me creí una estrella; soy una persona muy sencilla: odio que me abran la puerta del auto. Hace una semana dije que no estaba en una lista del gobierno, porque no estoy, pero no soy un opositor tampoco, y me metí en un quilombo político sin querer. Se hizo una bola de nieve tremenda.

—¿Te sentiste usado?

—No llegaron, lo intentaron. No soy incondicional a nadie y las cosas que me parecen bien las aporto y las que no, no. Cuando me amenazaron (la señal de noticias), TN empezó a decir que me amenazó “Músicos con Cristina”, algo que yo nunca dije. Entonces tuve que salir a desmentir al gobierno y a la oposición. Eso para mi laburo es malo pero no te puedo explicar lo que me pasó en Facebook y en la calle.

—¿Hablás de reconocimiento?

—Sí. Entré a un quiosco a comprar cigarrillos y el quiosquero me dijo: “Señor Moura, lamentamos lo que le pasó”. Fui a cenar y me dijeron: “Es una invitación de la casa porque se necesita mucha gente como usted”. Eso no tiene precio. Me inundaron de apoyo.

—¿Hay posibilidades de un nuevo disco de Virus?

—En 2007 hicimos Caja Negra, cinco temas nuevos, y todas las radios pasaban “Luna de miel”. Uno debe aceptar cómo son las cosas y está todo bien. Todo lo que es mi necesidad artística es mucho más viable desde otro lado, como el disco Choque, que hice con Ale Sergi, o el libro que escribí. Me parece que no pasa porque hoy Virus no pueda componer un tema tan bueno como los viejos sino porque ya Virus está sellado y lacrado, y la gente quiere escuchar esos temas. Y está bien. Mi parte artística la descargo en otros proyectos. Ahora estoy haciendo un disco nuevo. Siempre tendré inquietudes pero me parece que las innovaciones no van a venir por el lado de Virus.

La dimensión íntima de Moura y Aloras

Además de la presentación de hoy en el ECU donde mostrará su libro y brindará un mini recital, Marcelo Moura llegará mañana al escenario de McNamara  para, junto a Gonzalo Aloras, hacer un repaso de su carrera y, unidos en una misma voz, repasar las mejores canciones del rock nacional. “Vamos a Rosario con un formato B que quiero explorar para tocar en una dimensión íntima trasladando el ambiente de mi casa a todos los escenarios”, contó Moura. Consultado por cómo nace esta interacción con Aloras, contó que surgió de un homenaje a Gustavo Cerati que realizaron en Mendoza el mes pasado. “Estuvimos juntos en el hotel, me mostró cosas y resultó ser un fanático de Virus; como yo viajaba a Rosario por el libro decidimos hacerlo por primero vez allá”.      En McNamara, Aloras presentará su concierto “Asolas” en donde propone un viaje por canciones propias y por sus  versiones del rock nacional.

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