Una embarcación con 250 emigrantes afganos e iraníes que soñaban con ir a Australia naufragó anteayer en las costas de la isla indonesia de Java, causando probablemente la muerte de la mayoría de los pasajeros. De quienes iban en el barco, sólo 33 habían podido ser rescatados hasta ayer –30 hombres, una mujer y dos niños– y estaban recibiendo asistencia en la ciudad de Prigi, en el este de Java, a unos 30 kilómetros del lugar del naufragio.
Esta nueva tragedia –un año después del naufragio de otro barco de emigrantes que iban a Australia– provocó una ola de indignación entre las asociaciones australianas de ayuda a los refugiados, que cuestionan la política de inmigración de su país.
El barco naufragó el sábado por la noche. Los sobrevivientes, en el caso de que todavía los haya “no podrán aguantar durante mucho tiempo en el mar”, declaró Brian Gauthier, miembro del equipo de salvamento.
Al parecer la embarcación hundida era un pesquero en el que cabía un centenar de pasajeros, pero algunos de los rescatados señalaron que a bordo viajaban unas 250 personas.
Los sobrevivientes contaron que venían, como los que por ahora se dan por desaparecidos, de Irán y Afganistán. Pagaron a los traficantes entre 2.500 y 5.000 dólares (1.900 y 3.800 euros) por su viaje a Australia.
“Queremos tener una vida mejor en Australia”, explicó Kelik Purwanto. “No hay nada en Afganistán. Mucho terrorismo. No se puede estudiar, encontrar empleo. No tenemos futuro allá”, dijo.
Respecto de los otros pasajeros “es muy probable que se hayan ahogado”, declaró el portavoz de la Agencia Nacional de Rescate, Gagah Prakoso. “Enviamos cuatro barcos y dos helicópteros, pero no hemos visto a nadie”, señaló.
“Es imposible, incluso para un buen nadador equipado con chaleco salvavidas, regresar a la costa en tales condiciones meteorológicas. Cuando los barcos naufragan, los cuerpos suben a la superficie al tercer día”, agregó.
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