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Tico Fissolo: “Mientras estemos dando batalla desde el teatro, nunca podrán con nosotros”

El actor, director y docente habla de “Fe ciega”, trabajo en el que dirige Juan Rodríguez, Juan Nemirovsky y Martín Fumiato, que se presenta todos los viernes en La Orilla Infinita, y que plantea una singular hipótesis acerca de la resistencia


En tiempos en los que resistir es una marca indeleble del clima de época que se vive en el país, un equipo artístico local, cuyos destinos comanda el actor, director y docente Francisco Tico Fissolo, estrenó recientemente en La Orilla Infinita Fe ciega, una metáfora que, a partir de un conflicto que se ramifica, indaga sobre el tema, porque hay un tipo de construcción dramática como es este caso donde la realidad siempre termina permeando las lógicas de los personajes, las acciones y los relatos.

En una concesionaria familiar, tres sujetos tratan de superar el abandono de su “vendedor estrella” y es así como recurren a una serie de embrujos químicos y conexiones estrambóticas para superar el mal trago. La pregunta es hasta dónde resistirán este experimento y si es que finalmente resistirán o terminarán bajando los brazos, toda una paradoja para los tiempos que corren.

Con las actuaciones de Juan Rodríguez, quien también tuvo a su cargo la dramaturgia, junto con Juan Nemirovsky y Martín Fumiato, con la asistencia general de Luz Battagliotti y dirección general de Tico Fissolo, la obra se presenta todos los viernes de abril y mayo en la sala de Colón al 2100.

Fe en la escena

La idea de un texto y sus potenciales derivas en el trabajo con los actores aparecen fuertemente el proceso creativo de Fe ciega. “Yo arranqué con algo propio, algo mío, de mi familia, más allá de que no llega a ser un biodrama, pero sí el disparador para adentrarme en ese universo tiene que ver con parte de mi familia”, contó Fissolo.

Y profundizó: “Mi abuelo paterno tenía una concesionaria de autos usados en la ciudad de Santa Fe y yo de chico pasaba mucho tiempo ahí, en el galpón de esa concesionaria, donde estaban todos los autos y también tenía una oficinita. A mí no me llamaba mucho la atención el tema de los autos en sí, más allá de que quizás no me daba cuenta que en realidad mi abuelo vendía autos. Yo pensaba que los autos eran todos de él, vivía en ese delirio, pero me atrapaba mucho la gente que estaba ahí, en lo de mi abuelo, en esa oficina que era como una especie de bunker o una sede social donde siempre estaban los mismos tres tipos que vivían cerca: el vecino, el diariero que tenía su puesto en la puerta de la concesionaria y otro tipo que era el socio de mi abuelo que era medio estafador. Mi abuelo no lo quería pero no sé por qué siempre estaba ahí. Entonces me atrapó ese universo y a partir de allí empezamos a entrenar probando algunas hipótesis de relato, después formas, ritmos y velocidades, y luego de eso necesitamos que aparezca algo de la de escritura que en definitiva fue como una excusa para terminar teniendo algo para decir”.

Relato y actuación

En el mismo sentido, y respecto de la importancia de la actuación, en cierta forma a modo de hipótesis de un largo proceso de ensayos donde hubo mucho material que quedó en el corte final y otro que no, pero donde todo era parte de un mismo universo, Fissolo amplió: “Para mí, principalmente el relato es la actuación. Me interesa sobre todo eso: que relate la actuación y que lateralice lo que sería el relato textual. Fue un proceso precioso, de mucho aprendizaje para todos, de mucha experimentación, sobre todo y como digo siempre, o como también dice Fito (Páez), «lo importante no es llegar lo importante es el camino» y el recorrido fue maravilloso, un gran viaje que nos trajo hasta acá”.

Con relación al trabajo junto con tres actores de gran potencial y presencia escénica, y de aquello que queda y aquello que no, con un peso específico propio que permite tomar caminos y atajos para llegar al estreno luego de esos tramos donde premia la improvisación, Fissolo evaluó: “Fue un proceso muy largo, incluso tuvimos que sortear una serie de cuestiones para poder ensayar, pero eso es lo que más me interesa; es esta idea de indagar y experimentar y considero que para buscar un lenguaje, para poder encontrar hipótesis de relato y situaciones que nos permitan por ahí explayarnos en escena, se necesita mucho tiempo, poner el cuerpo. En ese sentido, en lo personal, fue una bendición el cruce con estos tres actores a los que admiro mucho porque, primero, me dieron la posibilidad de generar un intercambio muy intenso, poder jugar dentro de la escena y devolvernos y seguir jugando. Segundo, porque también pudimos marcar y tener el tiempo para experimentar y ver qué queríamos y qué no queríamos, y tercero porque confiamos mucho en los ensayos, incluso nos dimos el lujo o la posibilidad de ensayar aquello que no iba a quedar. Decíamos: «Esto no lo vamos a usar, esto no nos interesa mucho, pero igual lo probamos», porque eso aportaba a un todo. Siempre de eso que pensamos que no va, terminamos trayendo o rescatando algo que aporta a la escena”.

Resistir hasta el final

Respecto de una lógica que atraviesa el material en términos temáticos y que está vinculada con la idea de resistir sin saber bien cuáles serán los resultados de ese proceso, en un tiempo donde a diario hay muchos más “perdedores” que “ganadores”, con un rescate del teatro argentino de esos supuestos “perdedores” devenidos en personajes, el director analizó: “Esa idea del rescate ya está planteada desde el título, Fe ciega; nos dábamos cuenta en este último tiempo, cada vez que ensayábamos, particularmente desde la asunción de este gobierno, cómo la sociedad argentina en su totalidad vive obnubilada, con una supuesta fe respecto de algo que es a prueba de balas, a prueba de críticas, a prueba de ni siquiera hacerse preguntas. En la Argentina, vivimos un tiempo en el que pareciera que caminamos ciegos; un tiempo en el que caminamos sin ver lo que pasa alrededor. La sociedad argentina va ciega hacia adelante y no solamente, por ejemplo, desde la pasión popular por el deporte, por el fútbol, en esa demencia. En ese sentido, la obra tiene mucho que ver con el momento actual, donde estamos viviendo desde el desfinanciamiento de la cultura a no parar de despedir gente que trabaja en el Estado, todos más empobrecidos. Sin embargo, conozco un montón de gente que lo votó a este tipo (Javier Milei) y que dice: «La verdad es que nos está destruyendo, pero está bien porque había que hacerlo y vamos a llegar a buen puerto», y sabemos que eso no es así. No existe la posibilidad de pensar en una idea vinculada a que esto que pasa en la Argentina pueda resultar esperanzador o pueda tener un buen final”.

Todos perdedores

“Le decía a los actores apenas antes del estreno que frente a tanta ignominia no nos queda más que resistir, el teatro es eso, resistencia –planteó Fissolo finalmente–. Mientras estemos dando batalla desde el teatro, nunca podrán con nosotros. Mientras estemos luchando y produciendo, ante la desfinanciación, ante la atropello, ante el empobrecimiento, ante la desigualdad, vamos a seguir activos y vivos para que alguna vez podamos estar de pie nuevamente. De hecho, yo hago teatro porque no soporto las leyes de la realidad. No soporto que un tipo me diga «no hay plata para la cultura», y que los pobres sean más pobres y que se termine la clase media; no soporto todo eso. Y siento que con el teatro se afirma la existencia de una realidad dentro de la escena que permite discutir esta realidad trémula que nos avasalla. Entonces, es desde ese lugar que uno siempre termina rescatando a los perdedores, todos somos un poco perdedores en la Argentina. Yo me siento muy representado por los personajes y por lo que ellos disputan en escena”.

Para agendar

Fe ciega se presenta en la sala La Orilla Infinita, en el corazón del barrio República de la Sexta, de Colón 2148, todos los viernes de abril y mayo, desde las 21. Las entradas anticipadas se encuentran disponibles a la venta en https://laorillainfinita.com.ar/productos/fe-ciega/

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