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“Siempre escribo para sanar mi propio mundo y para entender cosas”

En “Muriel y los peces”, el nuevo título de la Editorial Biblioteca de La Vigil, Virginia Beccaría Canelo describe la relación entre dos niñas y su reencuentro como jóvenes en un entorno tan bucólico como brutal donde se cuelan la incertidumbre, el descubrimiento, la ternura y lo inquietante


Guadalupe Carmona

“Siempre siento que escribo para sanar mi propio mundo”, dijo Virginia Beccaría Canelo, la joven escritora de Muriel y los peces. Esta novela breve es una de las últimas novedades de la Editorial Biblioteca, que pertenece a la tradicional institución rosarina La Vigil. Ganadora del 3er premio del Concurso Bienal Federal de Novela 2019, forma parte de la colección Prosistas Argentinos, junto a autores como Juan José Saer, Jorge Riestra, y en la etapa actual Laura Rossi y Ariel Aguirre.

Virginia Beccaría Canelo es una joven autora cordobesa. Es comunicadora y especialista en Procesos de Lectura y Escritura (UBA). También coordina ciclos, eventos literarios, y dirige Virginia BeC, donde ofrece recursos de escritura para mujeres. Escribe desde que tiene siete años. “Desde chica tengo cuadernitos por todos lados, uno para cada cosa, yo escribo todo”, contó.

<Muriel y los peces< logra acunar al lector y, a la manera de una ola calma en el mar, mecerlo en las páginas del libro sin ningún esfuerzo. En el fluir de las palabras está dibujada la infancia de las protagonistas y la añoranza de lo perdido. La soledad y el amor, la incertidumbre y el descubrimiento. La ternura pero también lo inquietante de la prosa de Beccaría hacen carne en la melancolía, en el deseo de un pasado lejano que no permite vivir el presente.

Una forma de procesar una ausencia

“Hacía ya unos años que tenía la intención de escribir novela. <Muriel y los peces< la empecé a escribir en el taller de Guillermo Saccomanno en 2013”, señaló la autora sobre el proceso de gestación del libro. “En noviembre de 2019 yo gano el premio y a los tres meses tengo un accidente con la bici. No sé cómo me salvé, no era mi momento.

Estuve meses sin poder moverme, me desfiguré la cara, no podía caminar. Y al mes pandemia. Esas dos cosas a mí me dieron un sacudón, dije «no tengo más tiempo que perder». Eso que uno siente que es realmente lo que querés hacer no puede esperar, porque vos no sabés hasta cuando vas a estar acá. Quise comprometerme con darle más lugar a la escritura, tomármela más en serio”, sostuvo.

Beccaría Canelo expresó que, hoy en día, puede hacer una lectura de aquello que probablemente inspiró la historia. “Yo le dediqué este libro a mi prima Marianela porque en un principio ella estuvo muy presente para mí. Creo que un poco tuvo que ver el reencuentro de ella con mis primas, un reencuentro que yo todavía no he tenido pero espero tener en algún momento. Por supuesto que ahora te lo puedo decir, pero en ese momento fue bastante inconsciente. Siempre siento que escribo para entender cosas.

El empezar a escribir esta historia tuvo que ver con una forma de procesar una ausencia, la ausencia de Marianela. Hay algo de la emoción que está por debajo, más allá de que la historia se nutrió de muchas otras cosas después”, relató.

Los paisajes en los que transcurre la historia, los campos y cordones montañosos de Córdoba, los valles de Catamarca, son reconstruidos en esta novela con el conocimiento de alguien que ha crecido en ellos. “Yo soy de San Francisco, que está rodeado de campos. Si bien no es que mi familia vivía en el campo, es un escenario en el que yo transcurrí mi infancia, salíamos a dar vueltas en bicicleta, a pasar el día, era como ir a la plaza. La verdad que los escenarios para mí siempre fueron lo cotidiano”, detalló la escritora.

 

Las cosas que hay que saber para contar

La escritora apuntó que en el proceso de dar forma a la historia el entorno estuvo íntimamente imbricado con el universo femenino de las protagonistas. “Todo lo que se muestra es lo que ve la protagonista, incluso lo que se muestra de Muriel, es lo que ella ve y piensa, no sabemos otra cosa. Lo mismo con el entorno, lo que sabemos es lo que ella vive y siente de ese entorno, lo que conoce o interpreta. Creo que es el entorno interiorizado, el entorno dentro de su universo femenino”, expuso.

“En mi propia búsqueda de escritura, y esto lo he trabajado tanto con Guillermo como con Tere (María Teresa Andruetto), yo quería poder sacar mi propia voz, pero siempre quise que fuera una voz sin escollos, que las capas de lectura tuvieran que ver con el contenido y no con que fuera difícil de entender o que tuviera ornamentos”, manifestó la autora en relación a la construcción del tono y el fluir de la historia. Y añadió: “Algo que me enseñó Tere es que la literatura no explica, la literatura no juzga, la literatura muestra. Entonces mi intención era que el lector pudiera ver la historia a medida que la leía, que se quede adentro de la historia y no afuera”.

El trabajo previo de elaboración del texto fue, para Beccaría Canelo, un paso esencial a la hora de escribir esta novela. Comentó: “Yo parto de una voz narrativa absolutamente definida, yo sabía exactamente cómo era mi narradora. La novela va sola porque yo sé quién la está contando, cómo ella siente, qué le gusta comer, cómo mira, a qué le tiene miedo, todas esas cosas que no están expresadas en la novela pero que aparecen”.

Técnica y contacto con el alma

Sus grandes maestros han sido aquellos que la han acompañado y marcado en el camino de convertirse en la escritora que es hoy. María Teresa Andruetto es una de ellas.

“Yo a Tere la conocí hace muchos años trabajando en una feria. Desde ahí nos adoptamos. Siempre admiré lo que escribía y quería trabajar con ella. Empezamos a trabajar juntas en la escritura, yo he ido a su casa en Córdoba, ella ha venido a mi casa en Buenos Aires, cuando venía a lecturas o eventos yo la acompañaba. Me fui construyendo, pero no solo desde lo técnico”, expresó la autora.

En esta línea, la autora de Muriel y los peces sumó: “Siempre digo que la escritura se basa en la técnica y el contacto con el alma. Sobre esos dos pedales se asienta el arte. A mí no me hubiera servido jamás alguien que solamente me enseñara la parte técnica. Tere me puso también en cuestión, fue formar a quien quería ser yo como escritora”.

Guillermo Saccomanno también se convirtió en un referente clave para ella. “Llegó un momento en que yo necesitaba hacer clínica, ir a corregir. Y di con el taller de Guillermo que era la mejor clínica que podías encontrar en Buenos Aires. Guillermo tenía una capacidad de ver bien finito algo que vos no ibas a ver nunca en el texto, era un impresionante maestro.

Le dije que quería escribir novela y no encontraba la forma. Entonces me dijo: «Para escribir una novela vos tenés que hacer de cuenta que es como correr una carrera, si querés correr 10 kilómetros de golpe no vas a poder, pero si vos un día corrés 100 metros, y otro día corrés 1kilómetro, así vas a ir llegando a los diez, con la escritura pasa igual, es un proceso». Y ahí yo fui afinando mi propia voz. Él me enseñó eso, como ir a lo profundo de mi voz”

Que las mujeres hagan oír su voz

Virginia Beccaría Canelo dirige, en Virginia BeC, el programa Soy Escritora, un espacio que ofrece recursos de escritura para mujeres. Explicó: “Yo quiero que otras mujeres puedan hacer oír su voz, ayudar a que otras mujeres que todavía no pudieron escribir pero quieren hacerlo puedan. Es una formación integral para escribir un libro, es para las mujeres que no han tenido una formación específica, o sí, pero nunca se han puesto a escribir”.

“A mí la literatura primero me salvó la vida, yo escribo porque si no me muero. Y estoy convencida de que la literatura, como todo lo que es arte, transforma el mundo. Y creo que en este momento puede ser muy transformador y muy sanador que las mujeres se animen a hacer esto. Por ellas mismas, porque hay un montón de cosas que nos silencian como mujeres”, concluyó la autora.

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