Enfermedades mentales como la bipolaridad, que lleva consigo muchos impedimentos en la vida diaria, también actúan en la esfera de la sexualidad.
Un trastorno bipolar se caracteriza por dos fases: la maniática, en la que se tiende a ser más hiperactivo y a estar eufórico –tiende a mayor deseo sexual–, y la fase depresiva, cuando hay menor deseo y práctica sexual.
De las dos fases mencionadas, la maniática es la que produce el aumento de dopamina, que es el neurotransmisor de la motivación y es fundamental en la excitación sexual, mientras que la depresiva la disminuye.
Por lo tanto, los problemas que puede tener una persona con este tipo de enfermedad mental son los cambios del deseo sexual.
Pero el aumento de este neurotransmisor suele conllevar a conductas promiscuas, y pueden arriesgarse a contraer enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados.
Muchas personas con este trastorno se ven afectadas en este sentido por sus dificultades de mantener una pareja estable. La promiscuidad puede generar rechazo social y familiar.
La psicoeducación y la rehabilitación cognitiva son clave para tratar el transcurso de esta enfermedad. Los fármacos también pueden influir negativamente en las relaciones sexuales de pacientes con enfermedades mentales, ya que los psicofármacos producen alteraciones en su actividad sexual.
Por otro lado, los fármacos son esenciales para mantener la calidad de vida de los pacientes y controlar la enfermedad, pero en algunos casos puede ocasionar anorgasmia, retraso de la eyaculación o impotencia, efectos, por otro lado, reversibles.
El trastorno bipolar es una enfermedad mental muy común y tratable si se diagnostica a tiempo. Existen soluciones para los cambios indeseados en el disfrute de una vida sexual sana y plena; para ello hay que ir a especialistas, los cuales están preparados para aconsejar y tratar estos cambios.
La interrelación entre enfermedad mental y disfunción sexual no es un tema nuevo. Entre el 20 y el 50 por 100 de los pacientes hospitalizados por trastornos mentales consideró en un estudio al respecto que su trastorno psiquiátrico interfería en el funcionamiento sexual, que problemas en el funcionamiento sexual podían haber contribuido a su trastorno psíquico, y consideraban la mejoría de esa actividad como un factor relevante en la posible mejoría del cuadro.
La sexualidad es una parte normal de la experiencia humana. Sin embargo, los tipos de comportamiento sexual y las actitudes acerca de la sexualidad que se consideran normales varían mucho en las diferentes culturas y entre éstas.
Por ejemplo, la masturbación, que durante un tiempo fue considerada como una perversión e incluso una causa de enfermedad mental, es ahora reconocida como una actividad sexual normal durante la vida. Se considera que más del 97 por ciento de los varones y el 80 por ciento de las mujeres se ha masturbado.
Aunque la masturbación es normal y es a menudo recomendada como una opción de “sexo seguro”, puede causar culpabilidad y sufrimiento psicológico originado por la actitud desaprobadora de otros. Esto puede producir un considerable sufrimiento y puede incluso afectar al desarrollo sexual.
De forma similar, la homosexualidad, que una vez fue considerada como anormal por la profesión médica, ya no es considerada una enfermedad; está ampliamente reconocida como una orientación sexual que está presente desde la niñez.
La prevalencia de la homosexualidad es desconocida, pero se estima que cerca del 6 al 10 por ciento de los adultos tiene exclusivamente relaciones homosexuales a lo largo de sus vidas.
Un porcentaje mucho mayor de personas ha experimentado actividades sexuales con personas de su mismo sexo en la adolescencia, pero como adultos tienen un comportamiento heterosexual.
Las causas de la homosexualidad y de la heterosexualidad son desconocidas. No se han identificado influencias hormonales, biológicas o psicológicas que contribuyan sustancialmente a la orientación sexual de la persona.
Los homosexuales descubren que son atraídos por personas del mismo sexo, al mismo tiempo que los heterosexuales descubren que son atraídos por personas del otro sexo.
La atracción parece ser el resultado final de influencias biológicas y ambientales y no una elección deliberada.
Por lo tanto, la expresión popular “preferencia sexual” tiene escaso sentido. Una polémica siempre abierta.
Los problemas de salud y el sexo están íntimamente relacionados.
Sexo y edad
La demencia es uno de los problemas en sociedades con mayor expectativa de vida. Estudios sobre su incidencia según el sexo son disímiles: unas indican mayor incidencia en mujeres.
¿Sexo y riesgo?
Enfermedades sexuales que se conocen como perversiones, que son la práctica sexual con aditamentos que van más allá del placer natural, como golpes, a veces llegan a la muerte.
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