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Secuelas post covid: aumentan las consultas médicas por síntomas prolongados

Hospitales, sanatorios y centros médicos atendieron un incremento de consultas por síntomas que persisten después de la enfermedad. La pérdida del olfato, la distorsión de los sabores o la dificultad para respirar son algunas de las más habituales. Un infectólogo explica de qué se trata


“En alguna casa lindera alguien está cocinando algo que no me gusta, con ese olor que siento desde hace ocho meses”, dice Bianca mientras graba un audio para El Ciudadano en el patio de su casa. En agosto de 2020 dio positivo de covid y al día de hoy no termina de recuperar el sentido del gusto y del olfato.

A más de un año del inicio de la pandemia en la ciudad, aumentan las consultas médicas por síntomas que continúan en pacientes bastante tiempo después de cursar la enfermedad. Damián Águila es infectólogo e integra el Comité Operativo de Emergencia de la Secretaría de Salud de la Municipalidad de Rosario. Habló con El Ciudadano sobre los distintos tipos de secuelas que registran. El caso de Bianca entra entre quienes continúan con síntomas leves incluso meses después de tener el alta por la enfermedad.

“Son síntomas sistémicos e inespecíficos. Hay una larga lista de síntomas que persisten y están asociados al coronavirus. Sin embargo, no quiere decir que a un paciente se le vayan a presentar todos juntos. Las recomendaciones médicas hasta ahora sólo se centran en dictar mayor reposo y no hacer actividades que exijan un sobre esfuerzo. No sabemos si son secuelas que van a persistir o no y tampoco podemos recetar ningún fármaco”, explicó Águila.

Bianca tiene 30 años y cuando cursó la enfermedad tuvo síntomas leves: apenas un poco de temperatura, algo de cansancio y pérdida de olfato y gusto durante cerca de siete días. Explicó que las secuelas fueron progresivas y empezó a detectarlas en el sabor de algunas bebidas como el café y comidas como la cebolla y el ajo.

“No es un gusto feo u olor que me recuerde a otro que conocía, es algo nuevo que nunca sentí y es horrible. Muchas veces me genera náuseas y me tengo que ir de lugares como una verdulería o mi propio trabajo”, sostuvo.

Se sumaron comidas como la mortadela, salame, salchicha, chorizo y morcilla. “Mi vida cotidiana cambió en todo sentido. No salgo a bares pero suelo pedir comida a domicilio y ahora hay muchas que ya no puedo pedirlas porque no estoy segura cómo las cocinan: pizzas, hamburguesas, milanesas, picadas. Si bien la vida social hoy está limitada, con esto siento que se limita más”, contó.

“Tengo que readaptar mi forma de comer, no es fácil porque no es una sola cosa, sino que se van sumando y muchas no están identificadas. Ese es el punto de la angustia que me genera. A lo mejor un día me levanto y algo que me gusta mucho de repente se vuelve feo. Esa incertidumbre me angustia”, sintetizó.

Algo parecido le pasa a Graciela que tiene 64 años y se contagió de covid en octubre de 2020. Esos días los dolores musculares y el cansancio fueron insoportables. También se sintió agitada de forma permanente, en particular al hablar, y tuvo tos. “Mi cuerpo tardó más de dos meses en recuperar lo que yo era. Sentía que no era yo y que no me iba a poder recuperar jamás. Pero lo más perturbador es el olfato y el sabor que no terminé de recuperar”, contó.

Además, expresó que el coronavirus le trajo problemas en el oído y aumento de azúcar en sangre. “Todavía los aromas son raros, el café es raro. Los perfumes más ricos que a mí me gustaban no son lo mismo. Todos tienen una base de olor igual y es un olor feo. El jabón en polvo, el perfume, el desodorante, por ejemplo. Lo único que es genuino, de los olores que yo recuerdo, son los cítricos. Los olores cambiaron. Tengo la esperanza de que algún día pueda volver a sentirlos con el recuerdo que yo conservo de esos aromas”, describió.

Águila explicó que en Argentina todavía no hay estudios publicados que sistematicen un poco mejor las secuelas post covid. Sin embargo, en Gran Bretaña sí y un reciente informe sostuvo que entre los pacientes menores de 50 años que tuvieron covid, un 10 por ciento sigue con secuelas durante meses. En inglés se llama “long covid”. Entre los pacientes mayores de 50 años, el porcentaje que sigue con síntomas se eleva a un 20 por ciento.

El infectólogo advirtió que se trata de pacientes que si bien ya no contagian la enfermedad, pasan semanas y meses y no se terminan de recuperar como les pasa a Bianca y Graciela. Además de las personas que no terminan de recuperar el gusto o el olfato están aquellas que sienten mucho cansancio o dificultad para concentrarse o que sufren debilidad muscular, falta de sueño o mareos al levantarse. También nombró a pacientes que desarrollaron una intolerancia al alcohol: toman poco pero les genera mucho malestar, náuseas, dolor de cabeza o descompostura.

Para el especialista es importante que todos los pacientes que transitaron la enfermedad hagan chequeos médicos, pero aclaró que hasta ahora no hay tratamientos desarrollados para los casos de long covid.

Tipos de secuelas

Hay dos tipos más de secuelas post enfermedad. Por un lado, aquellos pacientes que requirieron internación con cuidados intensivos y, por otro, aquellos que sufrieron la lesión de algún órgano.

Sobre el primer caso, el especialista explicó que cualquier paciente que pase por una terapia intensiva queda con secuelas. Es decir, no sólo por covid sino por cualquier enfermedad, más allá de las especificidades del coronavirus.

“En las internaciones los pacientes pasan mucho tiempo acostados y eso daña los músculos, puede haber desnutrición, daño pulmonar, descascarados. Aparte las internaciones por covid son muy largas, no es que el paciente se cura y se va. Lleva tiempo su recuperación”, indicó.

Por otro lado, hay pacientes que sufren lesiones en órganos como los pulmones o el corazón, así como trastornos en las glándulas, por ejemplo, tiroides. “Es una enfermedad que afecta muchas partes del cuerpo, no sabemos por cuál tiene predilección y también depende de cada persona”, puntualizó Águila.

Facundo es otro joven de la ciudad que cursó la enfermedad en agosto de 2020. Pasó tres días con síntomas fuertes: fiebre alta, agitación y mucho cansancio. “Apenas fueron esos tres días de síntomas y una vez que tuve el alta volví a mis entrenamientos de natación. Ahí noté que cuando hacía un ejercicio fuerte esa bocanada de aire del final para recuperarte no pasaba bien, no entraba, no me llenaba de aire como debería, pero como podía entrenar igual y no bajaba el ritmo pensé que ya se me iba a pasar y no le di mucha importancia”, contó.

Facundo tiene 31 años y nada desde que tiene 6, pero los últimos cinco años empezó a entrenar de forma más frecuente y empezó también el curso de guardavida. Este verano se entrenó para un examen de apnea, que consiste en la capacidad de estar bajo el agua sin respirar. “Son 40 metros por debajo del agua y no llegaba. Anteriormente he llegado a hacer 50 metros de apnea tranquilo y acá llegaba a los 20 o 25 metros  y no tenía más aire”, relató.

Nuevamente, creyó que era la falta de entrenamiento y a fines de marzo de este año se presentó a rendir confiando en “la adrenalina del momento”. “No llegué ni de casualidad, llegué a 25 metros a duras penas. Entonces me hice una radiografía de tórax que no me había hecho en su momento. Salió  que tengo una patología que los médicos llaman, en criollo, el pulmón del vidrio esmerilado. Básicamente son unas formaciones fibrosas que tengo en el pulmón y en la entrada del pulmón donde pasa el aire. Ocupan espacio y no dejan que entre la cantidad de aire necesaria, funcionan como un tipo de válvula que me están impidiendo la entrada de aire”, explicó.

Ya tiene turno al neumonólogo en mayo para hacerse estudios que indiquen con precisión en qué porcentaje están funcionando sus pulmones. “Claramente no están al cien por ciento así que con los estudios necesarios lo podrán determinar. Me dijeron que tiene recuperación y que tuve una neumonía leve que con el tiempo debería recuperarse aunque no se sabe en cuánto”, contó.

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